Pablo Gonzalez

LOS NOMBRES ENGAÑAN


Cuando Obama fue elegido y reelecto presidente de los EE.UU. por una relativa mayoría de ciudadanos/as (sobre todo afro y latinoamericanos), la población estaba más pendiente de los desastres económicos y sociales que colocaban a la primera economía mundial en el epicentro de la mayor crisis vivida en aquel país desde 1929, que de si Barak era el primer hombre negro en ocupar la Casa Blanca.

Mientras el american dream se difuminaba entre miles de datos negativos, suicidios, matanzas en colegios, bancos en quiebra (salvados en última instancia gracias al dinero público) y toda suerte de trágicos sucesos, se estrenaba la american nightmare (la pesadilla americana), de la que no se libraría ni el propio mandatario, todo un Nobel de la Paz al que ya se le reconoce con toda razón como “criminal de guerra”, recriminándole la herencia asesina de George W.Bush.

Los miembros de la academia noruega que otorga el galardón debieron inspirarse esta vez en el “pacifismo” de Henry Kissinger.

Sin embargo, el entorno del presidente reaccionó de forma inmediata, revelando que en lengua swahili (de origen árabe, pero que además es el idioma oficial de Tanzania y Kenia), significa “el que está bendecido”, lo que emocionó sin duda al incauto pueblo americano, sumiéndole en la certeza de que un dios (pero no Alá) había enviado a un angelito negro para salvar al país de la hecatombe.

En aquella lengua, si alguien te saluda con “Barak-Allah feek”, te está diciendo algo así como “Que el señor te bendiga”. Como es natural, la comunidad árabe y la africana entonaron cantos de alabanza, en tanto que los coros dedicados a la música evangélica o gospel, deleitaban a la feligresía entonando sus piezas más populares.

¿Cómo se puede convencer al personal de que si una señora se llama Caridad, no es un dato sólido a la hora de presuponerle a tal dama una personalidad solidaria, pacifista, cristiana y generosa?

Pero no queda ahí la cosa. 
 
El segundo nombre del presidente de los USA es, como ya apunté anteriormente, Hussein, de origen árabe que significa “bueno, apuesto”, muy común en aquella cultura, aunque expertos norteamericanos en manipulación periodística, que confeccionan horóscopos de una asombrosa inexactitud, aseguran que en el caso de Sadam Hussein no se daba tal acepción, ya que el primero de los nombres, o sea Sadam, parece que anula el significado del segundo, por lo que el mandatario iraquí, asesinado tras un juicio-pantomima por un tribunal que hubiera hecho las delicias de Pinochet, carecía de dotes tan loables como las de Obama. 
 
ESPERANZA AGUIRRE CON EL TERRORISTA CARLOS ALBERTO MONTANER


Más tranquilos por la coincidencia, los ciudadanos que depositaron su confianza en Barak, a quienes habría que añadir los millones de extranjeros, compradores también del producto american dream (entre los que se encuentran decenas de narcotraficantes a las órdenes del presidente de Colombia, Álvaro Uribe o capullos voluntarios como Joaquín Sabina), se apresuraban a elogiar al mandatario convencidos de que el bendito Obama se convertiría poco menos que en una Blancanieves dulce y atractiva, a la que el espejo devolvería siempre elogios, aunque la imagen fuera sanguinolenta.

Podríamos lanzar el bulo de que Mariano, en lenguaje popular es “el encargado de borrar de un plumazo los rastros delictivos de un tesorero”, o que el significado del nombre femenino Esperanza, cuando lo lleva una ciudadana como la ex presidenta de la comunidad de Madrid, es el de: “la que protege y financia el terrorismo anticubano con dinero público”; e igualmente no olvido que un Ángel, como el Carroñero que causó la muerte de dos “disidentes” en la isla más digna del globo, quiere decir “el que miente una y otra vez al Washington Post y al “InMundo”. 
 
Este digno representante de las Jóvenes Degeneraciones del PP deja chiquito a Zapatero, a Rajoy, a Bárcenas y al Fiscal General del Estado. 
 

Los nombres poseen, cómo no, un origen y una impronta que, por desgracia, no coincide con aquellos que confían en Barak, Mariano, Esperanza y Ángel.

La única persona que rinde honores a su nombre es Dolores de Cospedal.
 
 Al menos, la secretaria general del PP es coherente con los datos que figuran en su partida de nacimiento.
 
http://tenacarlos.wordpress.com/2013/08/14/los-nombres-enganan/

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