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Papa Francisco I apoyó la Operación Cóndor y avaló la economía de los Chicago Boys

Jorge Mario Begoglio, el cardenal de Buenos Aires que fue elegido como Papa en el cónclave del miércoles pasado, estuvo íntimamente involucrado en la “guerra sucia” de la Operación Cóndor en Sudamérica.
Como un producto de la policía secreta chilena de la DINA y otros cinco estados latinoamericanos – Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay – la Operación Cóndor fue una operación de inteligencia diseñada para monitorear, asesinar y hacer desaparecer a disidentes izquierdistas que amenazaban los planes económicos para el continente.

El brutal dictador del país vecino, Augusto Pinochet, llegó a exportar su operación de matanzas a Estados Unidos. 

El 21 de septiembre de 1976, un ex canciller del gobierno de Allende – derrocado en un golpe patrocinado por la CIA – fue asesinado en las calles de Washington, D.C. junto a su acompañante estadounidense, Ronni Moffitt.

Business Insider menciona un artículo de Hugo O’Shaughnessy publicado en el sitio web del Guardian de Londres el 4 de enero de 2011. Éste habla sobre el rol que jugó la Iglesia Católica en la Operación Cóndor y, finalmente, en la desaparición y asesinato de más de 30 mil sudamericanos. 

El articulista cita al autor argentino Horacio Verbitsky, quien documentó la ejecución de miles de disidentes políticos. El método preferido fue empujar a los detenidos a las aguas del Río de la Plata o el Océano Atlántico desde aviones militares argentinos.

[Verbitsky] relata cómo la Marina argentina, con la complicidad del cardinal Jorge Bergoglio, ahora arzobispo jesuita de Buenos Aires, escondió de una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a prisioneros políticos de la dictadura. Bergoglio los ocultó nada menos que en su casa de retiro, en una isla llamada El Silencio en el Río de la Plata. 

Lo más vergonzoso para la Iglesia es que en tales circunstancias, se permitió que Bergoglio pudiera avanzar en la votación del sucesor de Juan Pablo II.

El biógrafo Sergio Rubin explicó el comportamiento de Bergoglio como un pragmatismo. “Rubin dijo que no haber desafiado a los dictadores fue simplemente pragmático en ese entonces, cuando muchas personas estaban siendo asesinadas, y explicó la más reciente reluctancia de Bergoglio a compartir su versión de la historia como un reflejo de su humildad”, reportó Associated Press el miércoles después de que el “austero jesuita intelectual” de 76 años fuera elegido pontífice.

Una abogada de derechos humanos, Myriam Bregman, intentó procesar a Bergoglio por su papel en la traición de dos sacerdotes jesuitas que fueron secuestrados y entregados a un escuadrón de asesinatos argentino. Se les ordenó a los sacerdotes “abandonar su trabajo pastoral” luego de divisiones dentro de la Compañía de Jesús, una orden católica controlada por la élite argentina. 

Los jesuitas cometieron el fatal error de criticar a la Iglesia Católica por su estrecha relación con la Junta Militar (véase el artículo de Michel Chossudovsky sobre el Papa Francisco y su conexión con la Operación Cóndor).

Bergoglio se rehusó dos veces a aparecer en una corte pública bajo la ley argentina, y cuando eventualmente testificó sobre este caso en 2010, sus respuestas fueron evasivas.

Bergoglio lideró la Iglesia durante el reinado económico de los Chicago Boys

El nuevo papa encabezó la Iglesia durante el exitoso plan de la élite financiera para desmantelar la economía de Argentina.

La dictadura militar del país trasandino fue apoyada por banqueros de Wall Street y David Rockefeller. “Una de las citas clave de la junta militar (bajo instrucciones de Wall Street) fue el ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, miembro de establishment comercial de la Argentina y gran amigo de David Rockefeller”, escribe Michel Chossudovsky.

 “El conjunto de medidas macro-económicas neoliberales adoptadas por Martínez de Hoz eran una ‘copia’ de las impuestas en octubre de 1973 en Chile por la dictadura de Pinochet bajo el asesoramiento de los "Chicago Boys", tras el golpe de Estado del 11 de septiembre 1973 y la muerte del presidente Salvador Allende.”

Bajo el ministro José Alfredo Martinez de Hoz, la política monetaria fue determinada ampliamente por Wall Street y el FMI. El mercado de divisas fue manipulado. El Peso fue devaluado deliberadamente, conduciendo a una deuda externa insuperable. Toda la economía nacional se precipitó a una bancarrota.

La bola de demolición logró su cometido con un resultado previsible para Sudamérica – miseria, pobreza, desnutrición y muerte.

“Pinochet no destruyó la economía de Chile de una sola vez”, escribe Greg Palast sobre el desastre ocurrido en Chile. 

“Tomó nueve años de duro trabajo por parte de las mentes más brillantes de la academia, una manada de aprendices de Milton Friedman, los Chicago Boys. 

Bajo sus teorías, el General abolió el sueldo mínimo, ilegalizó derechos sindicales de negociación, privatizó el sistema de pensiones, abolió todos los impuestos a la riqueza y ganancias empresariales, redujo el empleo público, privatizó 212 industrias estatales y 66 bancos y generó un superávit fiscal”.

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