Pablo Gonzalez

Carta del presidente Truman al Papa de Roma .Pío XII

Washington, DC
Estimado Sr. Pacelli:

Como bautista y como jefe del Ejecutivo de la mayor y más poderosa nación del mundo, en la cual todos me llaman simplemente "Sr. Truman", no puedo dirigirme a usted como "Su Santidad", título perteneciente a Dios.

Nosotros en los Estados Unidos, consideramos todos los hombres iguales delante de Dios y nos dirigimos a ellos por sus verdaderos nombres. 
 
Por eso mismo es que me dirijo a usted simplemente como "Sr. Pacelli".

El Pueblo que me eligió como su jefe ejecutivo, es una nación democrática amiga de la paz. 
 
Por lo tanto, mi deber es procurar la cooperación de aquellos que realmente hayan dado pruebas de desear la paz y trabajar para conseguirla; no de los que gritan paz y fomentan la guerra. 
 
No creo que usted, ni su Iglesia, se encuentren entre los que verdaderamente procuran la paz y trabajen por ella.

En primer lugar, nuestros antepasados, fundadores de esta gran nación, conociendo, por la historia pasada la naturaleza de vuestra iglesia, amante de la política y de la guerra, sentaron como principio de nuestro gobierno, no permitir vuestra intromisión en nuestros asuntos de gobierno. 
 
Aprendieron bien esta lección con la historia europea; y, por eso, estamos convencidos que nuestra democracia durará mientras no aceptemos vuestra intromisión, como lo hicieron los gobiernos de Europa, que enredasteis con vuestras doctrinas e intrigas políticas. 
 
Tomás Jefferson, uno de los más sabios de este país, dijo esto mismo cuando declaró: "La historia no nos demuestra ningún ejemplo de algún pueblo manejado por el clero que tenga un gobierno civil y libre". 
 
Por eso, usted es la última persona del mundo que puede enseñarme la forma de dirigir a mi pueblo por el camino de la paz. 
 
Para refrescar su memoria, le voy a recordar algunos hechos: fue vuestro predecesor en el Vaticano, el Papa Pío XI, el iniciador de toda la agresión fascista, con los tratados luteranos, realizados con Mussolini en 1929. Este fue el principio de la traición a la civilización cristiana.

Fue, ahí, el comienzo de los horrores caídos sobre Europa y el mundo, cuyas consecuencias estamos sufriendo ahora. 
 
Un notable escritor e historiador de mi país, Lewis Munford (que no es comunista), ni odia a los católicos), escribió lo siguiente en su libro FAITH FOR LIVING, libro que publicamos en 1940: 
 
"La traición al mundo cristiano, se efectuó claramente en 1929, con la concordata que se realizó entre Mussolini y el Papa".

Dice más: "Desafortunadamente, los propósitos del fascismo, están en profundo conflicto con los de una República Libre, como lo es la de los Estados Unidos.
 
En este trabajo la Iglesia Católica... fue una aliada, una potente aliada, de las fuerzas de la destrucción.

En esa época, pocos de los que vivimos en los Estados Unidos conocíamos la verdadera naturaleza del fascismo, como usted y el Papa Pío XI la conocían, pues fueron ustedes los que fomentaron y aliaron su iglesia a ellos (al fascismo).

Usted mismo, fue especialmente preparado, como joven sacerdote, diplomático de la iglesia, con el propósito específico de ayudar a Alemania a prepararse para la guerra Mundial.

Usted y el Káiser, en Suiza, urdieron intrigas contra los aliados durante la primera Guerra Mundial.
 
Usted estuvo 12 años en Alemania, donde tomó parte en la subido de Hitler al poder, habiendo hecho acuerdos con él y con el execrado Von Papen, un segundo papa que ayudó a Hitler a tomar el poder, cuya firma, como la de Eugenio Cardenal Pacelli, juntamente con la de Hitler, constan en la Concordata con el Vaticano firmada en 1933. 
 
Nadie jamás creerá, que usted ignorase el complot que Hitler y sus nazis estaban preparando contra nosotros. El propio biógrafo católico, dijo que usted, durante esos años era "el hombre más bien informado del Reich".

Después de la firma de la Concordata, por usted y por Von Papen y de salpicarle agua bendita a Hitler, dándole la "impresión" que resucitaba, Von Papen, que consiguió escapar a la horca de Nüremberg, se jactaba de la siguiente forma: 
 
"El tercer Reich es el primer poder que no solamente reconoce, sino que pone en práctica los altos principios del papado".

Vuestros cardenales y obispos bendecían, en Roma, las armas de guerra de los soldados enviados contra los indefensos etíopes. 
 
Vuestro cardenal Schuster, de Milán, proclamó el robo de Etiopía, como una cruzada santa, "para llevar en triunfo a la Etiopía la cruz de Cristo". 
 
Y, sin embargo usted llama a su iglesia "La Iglesia de Dios", y pretende que yo, como jefe de un Estado Civil, admita que usted es superior a mi y al pueblo de los Estados Unidos. 
 
Usted habla con palabras melosas sobre justicia. 
 
Al mismo tiempo hace sonar los tambores para otra guerra, tal vez más terrible que las dos últimas, contra Rusia que nos ayudó a derrotar a Hitler y a Mussolini.

Usted está incitando a los Estados Unidos para que, cuanto antes, declare la guerra a Rusia, usando los mismos métodos usados por Hitler y Mussolini para solidificar sus detestables y diabólicos regímenes. 
 
Usted quiere ver desperdiciados nuestro dinero y enviar nuestros jóvenes a una muerte horrible, sobre los cadáveres de Hitler y Mussolini para terminar la lucha que ellos comenzaron con ayuda suya y a quien nosotros derrotamos.

Si, Estados Unidos desea la paz; porque, de todas las naciones solo nosotros quedamos con alguna prosperidad y decencia.

Somos el baluarte de las libertades democráticas protestantes. 
 
Si nosotros, o la Inglaterra protestante, nos debilitásemos, vuestra "CULTURA CATÓLICA" tendría una oportunidad de gobernar otra vez el mundo, haciéndolo retroceder a la Edad Media. 
 
Si perdiésemos, o nos debilitásemos con la guerra que provoca contra Rusia, usted fácilmente procuraría una alianza con ella. 
 
Su predecesor, el Papa Pío XI, declaró públicamente que él haría un pacto "CON EL PROPIO DIABLO", si conviniese a los intereses de su iglesia.

Por lo tanto, señor Pacelli, es mi deber, como jefe de este país predominantemente protestante, rechazar sus aventuras a guisa de alianza de pacto para la paz.
 
 "Aquellos que comen en el plato en que el diablo está comiendo, deben usar una cuchara muy larga".

Continuaré procurando la paz como buen bautista, conservando los honrados principios protestantes que hicieron poderosa nuestra nación y trabajando por ellos.

Vuestro sinceramente – Harry S. Truman".

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