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Hoy en Gaza estamos sentados esperando la próxima fase de la ofensiva israelí. Los ataques se han mantenido sin descanso durante más de tres días. Las calles están desiertas porque la gente está demasiado asustada como para moverse.
Y sin embargo, hay civiles que están siendo asesinados y heridos.
 En estos momentos, a nuestros trabajadores de campo les resulta imposible saber las cifras exactas pues aún están luchando para documentar los ataques anteriores y los actuales.

Fuera de las fronteras de la Franja de Gaza, el mundo observa sus pantallas de televisión. Y espera.

Ya hemos pasado por esto antes. Hace casi cuatro años, Israel lanzó la Operación Plomo Fundido, una ofensiva de 23 días contra la Franja de Gaza que situó inalterablemente a la población civil en el ojo del huracán.
 En esa ofensiva, el 82% de los muertos fueron civiles, 1.179 de las denominadas por el Derecho Internacional “personas protegidas” fueron asesinadas mientras el mundo miraba.

Como consecuencia del cierre ilegal de la Franja de Gaza por parte de Israel —impuesto desde hace ahora cinco inimaginables años— la destrucción causada durante la Operación Plomo Fundido aún no ha sido totalmente reparada. 
Según van cayendo las bombas hoy, los escombros se añaden a los escombros; otra generación de destrucción. 
Una ya deteriorada infraestructura, en particular la de los hospitales, hace que a la gente le sea muy difícil salir adelante.

Después de la Operación Plomo Fundido creímos que el mundo respondería. Tenía que hacerlo. El Centro Palestino para los Derechos Humanos (CPDH), y otras organizaciones prepararon un sinnúmero de casos bien documentados que contenían alegaciones concretas de crímenes de guerra generalizados cometidos por las fuerzas israelíes. 
Las presentamos, entre otros, ante la Misión de Investigación de Naciones Unidos sobre el Conflicto de Gaza que concluyó que la Operación Plomo Fundido estuvo dirigida contra “el pueblo de Gaza en su conjunto”. 
Declaró que la acción de Israel se basó en una “política deliberada de fuerza desproporcionada” cuyo objetivo no era el enemigo sino la “infraestructura de apoyo”. 
En la práctica, ello parece que se refería a la población civil. Sobre la base de esas conclusiones, la Misión de Investigación recomendó que el Consejo de Seguridad remitiera la situación de Gaza a la Corte Penal Internacional para que todos los presuntos criminales de guerra pudieran ser investigados y, si se consideraba, juzgados y procesados.

Esta no fue una conclusión inusual. Fue una respuesta a las nítidas exigencias del Derecho Internacional.

Durante casi cuatro años, el CPDH ha luchado por que se cumpla tal recomendación. Como organización, representamos a más de 1.400 víctimas de la Operación Plomo Fundido. Estas personas han puesto su fe en el imperio de la ley y en la promesa de los derechos humanos universales.

Su fe se ha dado de bruces con la realpolitik y con una comunidad internacional que no está dispuesta a cumplir con sus obligaciones internacionales. La comunidad internacional ha priorizado sistemáticamente las consideraciones políticas sobre los derechos humanos utilizando la paz y la seguridad como pretexto. Ha dado la espalda al imperio de la ley y a las víctimas.

Hoy, estas mismas víctimas junto a toda la población de Gaza, son una vez más el objetivo de un ataque implacable. Una vez más, Israel desprecia el Derecho Internacional mientras lanza oleada tras oleada de ataques contra la Franja de Gaza.

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu nos dice que esto es sólo el principio.

Nuestra reclamación no es extravagante ni carente de razón. Simplemente queremos ser tratados como iguales. Pedimos que se respeten nuestros derechos, que los llamados derechos humanos universales se extiendan a la Franja de Gaza. Pedimos que el imperio de la ley sea respetado y que todos los responsables de las violaciones del Derecho Internacional rindan cuentas

Recordamos a la comunidad internacional el último ataque importante contra la Franja de Gaza, cuando los civiles se llevaron la peor parte de la inacción política. No debemos esperar a que las mismas atrocidades se cometan nuevamente.

Reclamamos justicia y responsabilidad. Soñamos con una vida normal en libertad y dignidad.

Rayi Surani es Director del Centro Palestino de Derechos Humanos en Gaza. Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2012/11/20121117115136211403.html

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