Pablo Gonzalez

USAID en Palestina: construir carreteras para quebrar al pueblo


Así que, ajenos a la red de los antiguos caminos que existen desde antes del Mandato Británico —y lejos de las sinuosas carreteras para colonos que cubren cerca de un 2% de la superficie de Cisjordania— allí, en los valles y montañas de Palestina, la USAID está construyendo carreteras alternativas que se convertirán en la red principal de transporte para los palestinos.

El primer ministro Salam Fayyad presentó las nuevas carreteras como parte de su plan para establecer un Estado palestino. Estaba orgulloso de que las carreteras fueran a cruzar las zonas B y J [sic] que comprenden el 80 % de Cisjordania y las promocionó como proyectos de desarrollo “palestino”. 
 
Sin embargo, críticos como Ingrid Jaradat Gassner, directora del Centro de Recursos Badil para los Refugiados Palestinos, de Belén, ha señalado que a través del proyecto, la Autoridad Palestina está contribuyendo a la guetización de su propio pueblo.

El proyecto de carreteras constituye el último paso de una serie de iniciativas para desalojar a los palestinos de su geografía histórica y separarlos de las comunidades de colonos, más extensas que nunca, de Cisjordania. Los muros, las carreteras y los guetos son una representación de la fantasía colonial sionista de eliminar completamente del paisaje las huellas de la vida palestina tras no haber conseguido eliminar a los propios palestinos.

Las nuevas carreteras, que proporcionan un medio de transporte segregado para los palestinos de la zona, se ajustan a un proyecto colonial más amplio al tiempo que sirven a los intereses de la Autoridad Palestina en la configuración de un espacio propio en Cisjordania. Asimismo, eliminan conveniente a los palestinos de la vista de los colonizadores sionistas intensificando las divisiones raciales de una sociedad ya segregada y desigual.

Al establecer conexiones entre los espacios de Palestina, las carreteras amputan igualmente los antiguos vínculos, es decir, la conexión entre la memoria colectiva y la geografía de Palestina. Moverse y operar en un espacio compartido definido como Palestina se ha traducido en experiencias, sentimientos y recuerdos que han quedado fijados y vinculados a la tierra y a la nación.

El sentimiento nacional ha sido blanco de años de bloqueos de carreteras, puestos de control y conflictos dirigidos a impedir que los palestinos se muevan libremente en su tierra, a alterar los recuerdos vinculados al entorno y a crear una brecha conceptual entre palestinos de diferentes ciudades y regiones.

En las últimas décadas, esa memoria se ha erosionado al localizarse y limitarse cada vez más de manera que queda poco de la memoria ligada a la geografía y de la geografía ligada a la memoria salvo algunos pequeños fragmentos que se van desvaneciendo con el paso del tiempo.

Hoy en día es normal encontrar que hay mucha gente en Ramala que ha visitado varias capitales europeas pero que nunca ha puesto un pie en Hebrón, a unos escasos 50 km de distancia. Muchos palestinos sienten nostalgia del período previo a la firma de los Acuerdos de Oslo, cuando Haifa y Yafa estaban sólo a un tiro de piedra de distancia y la ocupación unía a los palestinos de Cisjordania, Gaza, Jerusalén, y del territorio ocupado en 1948. Moverse y operar en ese espacio mantenía la memoria de la resistencia palestina viva y llena de detalles.

En la actualidad, los colonos han vuelto a las carreteras de Cisjordania compartiéndolas con los palestinos en una ilustración de la paz relativa y la estabilidad que prevalece actualmente. En muchos casos, se mueven sin guardias ni supervisión y no tienen necesidad de pararse en los bloques de piedras que hay en todas las paradas por miedo a los palestinos. Sin embargo, es evidente que esta situación no durará porque cualquier tensión pondría a todos esos colonos en peligro. Por tanto, compartir esas carreteras de los asentamientos es temporal y no durará. En ese sentido son inevitables las carreteras de Estados Unidos.

Esta nueva red de carreteras es parte de la “Hoja de Ruta para la Paz en Oriente Próximo” defendida por George W. Bush, específicamente en el aspecto que destaca la “continuidad territorial” en cualquier debate sobre el Estado palestino. Estas carreteras alternativas y las redes de túneles sólo para palestinos (más de 48 túneles y 34 muros y puestos de control) garantizan una cómoda continuidad geográfica para Israel y para los colonos.

Debido a la reclamación de continuidad territorial para el Estado palestino, la Rand Corporation ideó un plan en 2007 para construir trenes de alta velocidad que unieran las principales concentraciones de población palestina de Rafah y Yenin con la forma de un arco.

Ese proyecto fue promovido para establecer un nuevo ejemplo de la paz. Además de crear continuidad geográfica, la experiencia de moverse en un tren rápido (90 minutos entre la primera y última paradas) produciría la sensación de que el pasajero se encontraba en Palestina. A ambos lados de las vías del tren los palestinos construirían nuevas comunidades.

En toda este debate, el enfoque se centra en el sentido de “un Estado palestino” en contraposición a la idea de “Palestina” como la definen los palestinos. Independientemente de que el plan se lleve o no a cabo o se retrase, expresa descaradamente la naturaleza de la concepción estadounidense del espacio palestino y el intento colonial de imponer tal concepción a los palestinos. Concepción que sigue sujeta al compromiso de situar a Israel y a su seguridad por encima de todo.

Los proyectos también han quedado envenenados por una naturaleza consumista —incluso en la construcción de carreteras— ya que exigirían una renovación cada cinco años. En otras palabras, un verdadero desarrollo continuo más allá del alcance de las actividades de desarrollo occidentales en Cisjordania, y una infraestructura que nunca vera satisfechas las necesidades de los palestinos.

Entre tanto, otro de los objetivos de estos proyectos es quebrar la memoria y la conciencia colectiva palestina. Están diseñados para fomentar una nueva concepción de Palestina en Cisjordania sancionada por la Autoridad Palestina y por sus financistas, que reduce Palestina a las zonas bajo control de la Autoridad Palestina a través del uso de programas escolares y de la lengua oficial.

Con el dinero de los aliados occidentales, la Autoridad Palestina crea comisarías de policía en lo que queda de las sedes de la administración militar de la ocupación israelí y del mandato británico en total desprecio de la importancia simbólica de esos lugares para la conciencia palestina.

La soberanía para la Autoridad Palestina significa el mantenimiento de la seguridad en las ciudades y la prevención de operaciones militares contra la ocupación israelí. Mientras tanto, los actos de agresión de los colonos contra los palestinos no constituyen en forma alguna una violación de la soberanía.

Los ministerios y los servicios de seguridad de la AP aumentan en medio de conversaciones sobre un Estado palestino como si no hubiera ocupación. En este marco, las nuevas carreteras se venden como carreteras palestinas, pues están vacías y favorecen la creación de una memoria compatible con los proyectos de la Autoridad Palestina.

Viajar por la carretera entre Nablús y Yenín trae a colación muchas preguntas acerca de la creación de distancias entre los centros urbanos y las ciudades y pueblos.
 
 Hay diferencias sustanciales de diseño entre las carreteras extremadamente rectas y con servicios para los colonos, parecidas a las autopistas, y las estrechas carreteras nuevas para los palestinos que serpentean a través de los valles de Cisjordania y a lo largo de las laderas de las colinas.

Uno no puede sino dudar de la seriedad de cualquier conversación para el futuro Estado palestino, por no mencionar el hecho evidente de que estas carreteras no son en absoluto adecuadas para el tráfico comercial pesado.
 
 Israel es plenamente consciente de que estas carreteras no pueden desempeñar su función para la construcción de la economía palestina que, si es que existe, debe parar en cada puesto de control militar y está sujeta a miríadas de permisos.

Durante los años de la Intifada, los palestinos desarrollaron el hábito de preguntar a todo visitante que llegaba de cualquier pueblo o ciudad sobre el estado de las carreteras. 
 
Preguntaban: “había algo en las carreteras?” o “¿cómo están las carreteras?”, en referencia a los numerosos puestos de control y a los bloqueos que llenaban las vías y amenazaban a todos los que pretendían pasar.

Hoy en día, se puede responder a esa pregunta diciendo que “las carreteras de Estados Unidos” en Cisjordania no tienen vida. La sangre del mártir no ha caído sobre ellas ni las han atravesado los combatientes que salen y vuelven de operaciones de comando. 
 
No han sido encendidas por protestas ni se han llenado de gritos de la nación que se extiende desde el río hasta el mar.

No han dado testimonio de los episodios de los levantamientos contra la ocupación ni de las revueltas contra el imperialismo británico. No contienen nada parecido a vida palestina como campesinos que van a sus campos o niños y niñas que regresan de la escuela un día huelga cantando cantos patrióticos.

En esas carreteras se ha quebrado la memoria.
 
 La memoria colectiva desaparece para dar paso a grandes letreros que llenan las nuevas vías con esa desafortunada expresión que sirve de firma a los proyectos de la USAID: “Regalo del pueblo estadounidense”...

Fuente original: http://english.al-akhbar.com/content/usaid-palestine-building-roads-cut-people

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