La policía francesa, después de un despliegue impresionante en el que trabajaron más de 1.000 agentes, especialistas, fuerzas del ejercito y otros uniformados, lograron rodear a un sospechoso, como responsable de los asesinatos en Toulouse, que costaron la vida a tres adolescentes y un profesor de una escuela judía en aquella capital francesa.
Al parecer, un hermano del presunto criminal ha asegurado a la gendarmería que el autor de los disparos es miembro de Al Qaeda.
Las reacciones en el vecino país, incluso la condena pública del presidente Obama, el urgente traslado de los cadáveres a Israel, la celeridad de las autoridades para la resolución del suceso, parecen no haber sorprendido a la población.
Resulta plausible el éxito de la operación, aunque me asalte una duda razonable.
Cuando las víctimas son de nacionalidad israelita, los titulares de la prensa y las informaciones en la TV, superan en alardes tipográficos, declaraciones políticas y minutos de pantalla a casos similares en los que los muertos son árabes o musulmanes, en ataques a mezquitas o centros de reunión social.
LA MISERIA MORAL Y VIOLENCIA COTIDIANAS DEL EJÉRCITO ISRAELI CON LA INFANCIA PALESTINA |
Una vez más queda patente la doble moral y el doble rasero en crímenes execrables como el que tuvo lugar en aquella escuela de Toulouse, si comparamos el tratamiento informativo que se otorga a los niños palestinos cuando mueren a diario, asesinados por soldados del ejército israelí.
También entre los muertos, para los políticos y medios occidentales, “hay todavía clases”.