
Científicos descubrieron diferencias en el cerebro que parecen explicar por qué algunas personas beben más que otras y porqué algunas se vuelven adictas al alcohol.
El cerebro de los bebedores excesivos es más receptivo a las endorfinas que producen placer.
Los investigadores de la Universidad de California, en San Francisco, revelaron la conclusión de unas recientes y largas investigaciones, por las que se ha podido determinar que el cerebro de la gente que bebe en exceso, parece ser particularmente receptivo a los compuestos que provocan la sensación de placer y recompensa tras una bebida.
Aunque esto se sospechaba desde hace décadas, es la primera vez que un estudio logra observarlo en el cerebro de seres humanos.
Y el hallazgo, afirman los científicos en la revista Science Translational Medicine (Science, Medicina Traslacional), podría conducir a nuevas herramientas para tratar a los enfermos de alcoholismo.
Se sabe que el esa adicción resulta de un trastorno causado por factores tanto biológicos como psicológicos.
Estudios en el pasado llevados a cabo con animales, han mostrado que el abuso del alcohol produce cambios químicos en el cerebro, que incrementan la tolerancia y, por consiguiente, la dependencia a la sustancia.
Hasta ahora, sin embargo, no se ha logrado entender cuáles son los mecanismos biológicos que intervienen en estos cambios de la estructura cerebral y que hacen que un individuo tenga la necesidad compulsiva de seguir bebiendo.
Igual que otras sustancias adictivas, como la cocaína y las anfetaminas, el consumo de alcohol provoca la liberación de endorfinas, unos compuestos químicos opioides que se adhieren a receptores en los centros de recompensa del cerebro provocando la sensación de placer que produce el alcohol.