Camila Vallejo la líder estudiantil que ha encabezado el movimiento
estudiantil de mayor proyección política en la historia de Chile y cuya
imagen ha traspasado las fronteras, ha sido elegida Vicepresidenta de la
emblemática Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile
(FECH).
Enfrentando una alianza de la
derecha con sectores de izquierda en los comicios desarrollados el 5 y
el 6 de Diciembre, obtuvo la más alta votación individual.
Sin embargo
esta votación personal fue insuficiente para reelegirla presidenta
debido a que su lista no obtuvo mayoría de votos.
Vallejo,
la primera mujer elegida para liderar la FECH y militante de la sección
juvenil del Partido Comunista, había renunciado al cargo de presidenta
para presentar su postulación a la reelección.
Aún así, en la derrota de
su travesía para volver a ser presidenta recibía la más alta votación
personal.
El nuevo presidente, Gabriel Boric, representando a un
supuesto sector de la izquierda fue elegido con los votos de la derecha
“trabajados” en operaciones de última hora para impedir su reelección.
La
información no ha sido desmentida y las editoriales de los principales
diarios señalan una alta probabilidad que así haya sido.
La propia
Camila Vallejo lo afirma en una entrevista en el diario La Tercera del
domingo pasado.
Lo sucedido constituye algo más
grave que una falta de transparencia para ganar una elección. Ha
quedado demostrado que la descomposición ética del sistema político que
conocemos se traspasó al movimiento estudiantil.
Igualmente
han surgido versiones respecto a un intervencionismo por parte del
Gobierno.
El desarrollo de la imagen pública de una líder joven con
indiscutida proyección política como Vallejo consume a algunos
estrategas y el objetivo es ponerle atajo.
La
izquierda se presentó en varias listas y la intervención de la clase
política que ha administrado el modelo se anticipaba para evitar a toda
costa la reelección de una joven mujer que emerge como una de las voces
más articuladas y con más llegada al público en las propuestas para
transformar el modelo.
El gobierno encabezado
por el empresario derechista Sebastián Piñera se ha caracterizado por el
intervencionismo en sectores relevantes que afectan su estrategia de
posicionamiento en la opinión pública.
Ahora
le tocaba el turno a la emblemática elección de presidente de la
federación de estudiantes más importante.
Era también el turno de Camila
Vallejo, símbolo de la reforma al modelo y enemigo público Número 1 del
gobierno.
La idea central de impedir su
reelección consiste en contener el impacto de una voz política en un
país que no cuenta con voces políticas creíbles, y que se proyecta
internacionalmente como vocera de la crítica al modelo socioeconómico
existente.
Es tentador pensar que este evento
de intervencionismo del gobierno y de los partidos de derecha para
derrotar a la líder con mayor proyección política en Chile pueda
reflejar intrínsecamente el triunfo de la armadilla anticomunista.
No es
solo eso y quedarse con esa impresión responde a un análisis
incompleto.
El tema en perspectiva tiene que
ver con la proyección de una líder mujer que comienza a ocupar espacios
en el limitado imaginario político de los chilenos y la incomodidad que
genera en cierta elite política adocenada por el exceso de poder.
Considerando
que el marco para posicionarse políticamente es extremadamente acotado
por la concentración de poder, la irrupción de una figura política de
sus características que genera adhesión transversal y moviliza masas
constituye una amenaza para un sistema en crisis.
El
desprestigio de los partidos políticos ha sido el detonante para un
clima de incertidumbre y desconfianza institucional que el movimiento
estudiantil ha hecho crecer durante un convulsionado año 2011, con más
de ocho meses de paros y marchas.
La líder
estudiantil comunista ha demostrado una madurez política sorprendente
como articuladora de negociaciones y de diálogos con los actores
políticos para que los ocho meses de movilizaciones obtengan resultados
concretos.
Ha sido elogiada hasta por un sector de la elite política por
el equilibrio y la racionalidad de sus posturas en cuanto a obligar al
Gobierno dialogar y a que los partidos políticos respalden las demandas
estudiantiles.
Esta postura de diálogo
constructivo le ha significado la crítica de un sector de la izquierda
estudiantil, que sumada a los esfuerzos del gobierno por desactivarla
como líder, hicieron que su lista representando las posturas de un
amplio sector de la izquierda no alcanzara la votación para obtener la
presidencia.
La Universidad de Chile fundada
por el venezolano Andrés Bello en 1842, ha representado un pilar
intelectual en la formación de la nación chilena.
Durante
la era militar de Pinochet, fue precisamente cuando se intenta
erradicar la política del mundo universitario estudiantil y comienza el
desmantelamiento de la Universidad de Chile con la privatización de la
educación pública que se agudiza en la década de 1980.
En
la historia de esta federación, no es que nunca haya existido
intervencionismo de los gobiernos o de los partidos en las elecciones de
sus dirigentes.
Por el contrario, reflejaba desde antes de la dictadura
militar (1973-1989) el escenario y las tendencias del sistema político.
Con la dictadura se acabó no solamente el sufragio estudiantil sino que
la Universidad de Chile estuvo a punto de colapsar.
Después
vinieron las dos décadas de los gobiernos de la coalición de
Centro-Izquierda llamada Concertación. Propio de una transición
amenazada por los intereses del gran capital y el poder militar, y
blindada por un sistema eleccionario montado en función de proteger a la
elite del poder, esta coalición al desatar sus ambigüedades se comporta
en forma contemplativa y desestima la importancia del espacio
estudiantil universitario.
Como resultado,
comienza a crecer la influencia del Partido Comunista y otras fuerzas de
izquierda, así como de la extrema derecha en el ambiente universitario.
La Concertación se quedaba sin un pie de apoyo en el sector estudiantil
y se infringía a sí misma un golpe político difícil de revertir.
Esta
Concertación de la esperanza de la recuperación democrática en Chile se
convertía en otra fracción más de la elite del poder.
De
pronto en 2011, a partir del movimiento estudiantil y las demandas
sociales en aumento, el gran capital y sus administradores perciben que
el Partido Comunista y las ideas de reformar el modelo económico
comienzan a instalarse en el imaginario público.
Había que contener a
Camila Vallejo a toda costa, había que penetrar en un sector del
movimiento estudiantil.
El panorama futuro del
movimiento estudiantil es muy complejo.
Esta intervención electoral de
los partidos de la derecha para evitar la reelección de la potente líder
comunista contribuye a la división del movimiento estudiantil y
probablemente a una polarización interna.
Era el
todo o nada y el ahora o nunca para derrotarla y así contener al símbolo
de las movilizaciones.
El mensaje también es claro: para líderes como
Vallejo el espacio político se puede convertir en un campo minado.
Juan Francisco Coloane
Juan Francisco Coloane