Lo veía y lo escuchaba; y no podía creerlo. Pensaba que no viviría lo
suficiente como para mirar (en vivo y en directo) la constitución de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) con la
asistencia de presidentes, primeros ministros y cancilleres de 33 países
de la región.
Entre ellos (vale la pena mencionarlos) el señor Felipe
Calderón, de México; el señor Porfirio Lobo, de Honduras; el señor Juan
Manuel Santos, de Colombia.
Y si fue inesperada su presencia, en
Caracas, de estos y otros personajes de la política continental
latinoamericana, no fue menos sus discursos de apertura, de pleno
respaldo a la iniciativa.
Como era de
esperarse, también, la prensa sipiana (de la SIP-CIA) de Ecuador fue
–para decirlo de alguna manera- poco sensible a ese acto, a pesar de que
fue transmitido (en vivo y en directo) por algunas redes televisivas
del continente, entre ellas, Telesur, la empresa que poco a poco va
tomando el papel de la red televisiva de América Latina.
Los canales
locales (en Ecuador) se limitaron a pasar cualquier cosa, antes que
darle importancia a este acto. Y los canales internacionales, en
especial la CNN (que pretende ser el canal “nuestro” desde Atlanta,
Estados Unidos, solo porque habla en español) se limitaron a pasar
informaciones sueltas, de vez en cuando.
Para
ir en orden, primero debo recordar una de las tantas clases
universitarias: les decía a mis alumnos y alumnas que, en otros tiempos,
la prensa informativa daba siempre prioridad a la “importancia”
informativa; es decir a todo aquello que fuera de impacto, de valor,
para una localidad, para un país, para una región; pero que, en los
últimos tiempos, la prensa privada (comercial) en sus afanes de lectoría
o de sintonía, o de cumplir consignas ideológicas, prefería lo
“interesante” frente a lo importante.
Y aun cuando hay una especie de
correspondencia entre estos términos (importancia e interés) parte de la
actual manipulación informativa radica en que se da mucha más
preferencia al interés que a la importancia. Desde luego, el “interés”
visto desde una óptica.
El arranque de la CELAC
es un ejemplo de este tratamiento informativo.
Era un acto muy
importante para América Latina, ya que se trataba de la constitución
misma de ese nuevo organismo que, a la corta o a la larga, suplantará a
la vieja y corrompida OEA y sus múltiples tentáculos, entre ellos, la
Comisión de Derechos Humanos (CIDH) o la Relatora para América Latina de
la Libertad de Expresión.
Todo el mundo sabe que esos organismos (de la
OEA) están determinados por la agenda de los Estados Unidos de
Norteamérica y Canadá (países super desarrollados) y que son parte del
esquema de dominación económica, política y social de nuestros países.
Lo que no sabía es que el gran imperio del norte es uno de los pocos
países que no ha firmado el protocolo de San José, que obliga al respeto
de los derechos humanos del mundo.
Lo
“interesante” de la reunión (para los medios sipianos) se hubiese dado
si, por ejemplo, las cámaras de video y de fotos hubiesen registrado
algún incidente, algún entredicho de palabras entre los diferentes
actores.
Por decir algo, si el señor Lobo hubiese recriminado al
Presidente (Rafael) Correa, por no haberse solidarizado con la idea, que
llevó a los países del Continente, a reconocer a ese gobierno, salido
de un golpe de estado militar clásico.
Y Ecuador exigía, para reconocer
al nuevo gobierno, que, por lo menos, los golpistas militares sean
sancionados por Honduras, ya que el principal actor de ese golpe
militar, gozaba aún de muchas prebendas y ocupaba un puesto clave en el
nuevo régimen. Como no se dio esa situación, la prensa sipiana (no sé si
continental) prefirió referirse a la conformación de la CELAC, en
términos de menor importancia.
El discurso de
apertura, que pronunció el señor Felipe Calderón, de México, fue muy
importante; pero mucho más interesante fue, para esos medios
comerciales, un episodio de la familia Simpson.
Lo que dijo el señor
Calderón fue absolutamente contrario a lo que se supone debería haber
dicho, de creerles a sus enemigos políticos mexicanos, especialmente por
la matanza diaria que se produce en la frontera común entre México y su
vecino del norte.
No fue extraña la posición
dicha y repetida por las dos mujeres presidentas y presentes en la
reunión: doña Cristina Fernández vda. de Kirshner y doña Dilma Rousseff,
de Argentina y Brasil, respectivamente.
En especial, doña Dilma
desmintió los persistentes rumores de que Brasil ya estaba en el G-20
(grupo de los 20 países más ricos del mundo) y más bien dijo que Brasil
podía ser el nuevo centro de actividades de desarrollo de América
Latina. Lo mismo que México y Argentina.
Del
Juan Manuel Santos, el Ministro de la Defensa de Colombia que agredió
Angostura (en el Oriente ecuatoriano - 2008) acto del cual se sentía muy
orgulloso, y el heredero de la política de “seguridad democrática “ del
señor Álvaro Uribe Vélez (de los falsos positivos y las fosas comunes)
pues han quedado solo fotografías.
Se tuteaba con Hugo Chávez Frías, el
Presidente de Venezuela, y decididamente se entregó a la creación y
formación de la CELAC. Daba la impresión de un nuevo y progresista líder
latinoamericano.
No voy a decir media palabra
de los que no fueron (Ollanta Humala, del Perú) pero don Sebastián
Piñera, de Chile, se presentó a la clausura de la reunión, para asumir
la conducción de la CELAC, durante el próximo año (2012)
Los demás
enviaron sus hombres de confianza. La gran verdad de esta reunión fue el
nacimiento real de una nueva organización continental, que haga lo que
tenga que hacer, para defender la democracia real de nuestros pueblos y
para luchar contra la pobreza, la miseria, la inequidades, el
analfabetismo y el hambre. Por lo menos, eso es lo que se dijo.
Si
mal no recuerdo, fue el propio Presidente (Hugo) Chávez, que presidió
la reunión constitutiva, quien reconoció que, durante su mandado
(1998-¿) había firmado numerosos documentos y declaraciones; pero que,
después de la clásica foto “de familia”, todos vuelven a sus labores
habituales y nadie se acuerda de los compromisos adquiridos. Pidió a sus
compañeros y compañeras presidentes, a los primeros ministros presentes
y a los cancilleres que, en esta ocasión, nadie se olvide de lo
concertado y la CELAC sea un instrumento al servicio de la causa
latinoamericana.
Entre las curiosidades de la
reunión, cabe dejar constancia que, a pesar de la URSSS despareció en
1990, la nueva organización continental creo una “Troika” conformada por
Venezuela, Chile y Cuba. Parece cosa de locos; pero, esa troika y ese
nacimiento, así dirigidos, como que prometen muchas realizaciones.
Porque no es nada común y corriente que junto a Chávez y (Raúl) Castro
esté nada menos que Piñera, aun cuando sea por un año. ¿O más?
También
los buenos propósitos de la nueva CELAC se concretaron en otras
decisiones: la creación de una secretaría permanente, que recuerde a los
33 países de sus obligaciones y derechos, durante todo el tiempo; que
la CELAC empiece a estudiar los problemas económicos del mundo y que van
a afectar (o que pueden afectar) a la región; las posibilidades de
desarrollo, no solo comercial entre los países comprometidos, sino,
especialmente energético; la lucha permanente y sin doblez contra el
analfabetismo, la pobreza, la miseria, la desocupación, y un largo
etcétera.
Nadie habló contra la OEA y sus
tentáculos; pero quedó claro que los países ahí reunidos (América
Latina) a pesar de sus diferencias, estaban resueltos a marchar hacia
adelante. Si en el camino se quedan la OEA y las propias Naciones
Unidas, pues qué pena.
Y eso, a más de importante y decidor, es un
objetivo a cumplirse porque la región (América Latina) es de las que
ofrece más inequidades y desequilibrios, especialmente sociales.
Y
aquello es todavía más difícil de superarlo, que para eso están las
oligarquías criollas, que en Ecuador tienen el apelativo común de
“pelucones”.
Y en todos nuestros países el
oficio de estos grupos privilegiados es visible. Y más visible aun la
actitud contra cualquier propósito de cambio, de la nueva vanguardia
imperial: los medios de comunicación de masas, mejor identificados como
la gran prensa sipiana.
Que para eso están. Que para eso sobrevive la
SIP y, junto a este organismo de los empresarios de la comunicación, el
grupo de diarios de América (GDA) la AER internacional y nacional, etc.
Y
junto a estos organismos, las siempre vigilantes agencias de seguridad e
inteligencia.
Quizá eso explique la actitud de
la prensa sipiana en Ecuador y en otros países. Ellos están más que
satisfechos y contentos con la OEA, con la Comisión de Derechos Humanos
(de la OEA) y la relatora para la libertad de expresión (de la OEA) Y si
hay que introducir algún cambio, que sea en torno a la OEA y a su
favor.
Por decir algo, que los únicos que puedan hablar de democracia
representativa, de libertad, de libertad de expresión, sean ellos; y que
se cree una especie de interpool para sancionar y desaparecer a todos
aquellos “malos” que pretendan desconocer estos organismos o restarles
“sus” derechos ya consagrados.
Como “no tener ley de comunicación nunca”
según los asambleístas y los mensajeros sipianos.
Y solamente hay que
esperar que los buenos propósitos se vayan concretando, en el camino.
Un
camino que puede ser al infierno (se dice que el camino al infierno
está empedrado de buenos propósitos) o puede ser en sentido contrario.
Por lo menos, esa es la idea inicial de la CELAC y de tirios y de
troyanos.
http://www.argenpress.info/2011/12/la-celac-no-fue-noticia-importante.html