La necesidad de esta nueva fase militar va de la mano de la
aprobación del Tratado de Libre Comercio con los EEUU y del Plan de
Desarrollo Nacional, anclado en las “locomotoras santistas”,
fundamentalmente las actividades extractivo-mineras y la agroindustria.
Estas actividades requieren despejar...
Dice
un proverbio popular que se puede engañar a muchos por poco tiempo, o a
pocos por mucho tiempo.
Pero que no puede engañarse a muchos por mucho
tiempo.
El fracaso rotundo de la iniciativa de movilización contra las
FARC-EP estimulada por el gobierno y el bloque dominante colombiano,
confirman que el embrujo autoritario que ha dominado la política
colombiana por casi una década ha comenzado a desvanecerse.
La Marcha de la Guerra Sucia ¿reacción espontánea de la “sociedad civil”?
Esta
movilización fue convocada tras el fallido rescate militar en el que
murieron cuatro uniformados en poder de esta organización insurgente en
circunstancias que aún no han sido investigadas de manera imparcial e
independiente.
Este fallido rescate militar, además, ocurrió en momentos
en que estos uniformados serían liberados de manera unilateral por
parte de los rebeldes[1].
El gobierno, como una manera de evadir la
responsabilidad que le cabe en esta fallida e irresponsable acción
militar, que frustró la inminente liberación, buscó movilizar a la
población colombiana en contra de la organización guerrillera.
Del
llamado del gobierno se hicieron eco inmediatamente los principales
grupos económicos del país y por supuesto, los principales medios de
comunicación (El Espectador, El Colombiano, El Tiempo, Caracol, RCN) que
se caracterizan por su falta de independencia y su servilismo a las
políticas del gobierno.
También se sumaron ultraderechistas y
proto-fascistas de ultratumba como “Colombia soy Yo”.
La propaganda fue
asfixiante, día y noche, y recordó a la que se vivió los días previos a
la movilización contra las FARC-EP del 4 de Febrero del 2008.
Un rol
importante en la convocatoria lo tuvieron los columnistas de opinión
supuestamente de izquierda “progresista”, esa socialbacanería
arrodillada ante la mentada “unidad nacional” de Santos que se han
convertido en los apologistas de ultima hora más entusiastas del
neoliberalismo armado[2].
Lamentable también fue el apoyo dado a la
marcha por Clara López, alcaldesa mayor de Bogotá, representante del
alicaído partido izquierdista Polo Democrático Alternativo, pues
contribuyó al confusionismo político en momentos en que más se precisa
de claridad.
¿Qué buscaba el gobierno con esta movilización, aparte de evadir su responsabilidad ante el dramático resultado de su aventurerismo bélico?
-Por una parte, se buscaba distraer al
pueblo del creciente malestar social que se expande por todo el
territorio nacional y que se ha expresado en importantes movilizaciones
populares como las de campesinos, petroleros, trabajadores de los
biocombustibles y estudiantes.
-Sin embargo, lo más importante, para el gobierno era buscar movilizar apoyo popular de masas para la escalada militarista que se viene en el conflicto.
-Sin embargo, lo más importante, para el gobierno era buscar movilizar apoyo popular de masas para la escalada militarista que se viene en el conflicto.
La última semana de
Noviembre el gobierno estaba anunciando un incremento importante en el
pie de fuerza del Ejército para lo que llamaban la “fase final del
conflicto”[3], decretado aún borrachos de triunfalismo sobre la sangre
caliente del máximo jefe de las FARC-EP, Alfonso Cano, asesinado el 4 de
Noviembre.
6 de Diciembre: Plebiscito para Profudizar la Guerra Sucia y el Neoliberalismo Armado
Si
la insurgencia está tan debilitada, ¿por qué es necesario ampliar de
manera tan importante el poderío bélico del Estado? ¿Cuál es la urgencia
por lanzar una ofensiva militar tan letal?
La necesidad de esta nueva fase militar va de la mano de la aprobación del Tratado de Libre Comercio con los EEUU y del Plan de Desarrollo Nacional, anclado en las “locomotoras santistas”, fundamentalmente las actividades extractivo-mineras y la agroindustria.
La necesidad de esta nueva fase militar va de la mano de la aprobación del Tratado de Libre Comercio con los EEUU y del Plan de Desarrollo Nacional, anclado en las “locomotoras santistas”, fundamentalmente las actividades extractivo-mineras y la agroindustria.
Estas actividades requieren
despejar importantes áreas del territorio colombiano para la operación
de las empresas transnacionales y para la penetración de estas
actividades, desplazando a quienes vivan en áreas de interés económico
para el gran Capital.
Es decir, estamos asistiendo en estos momentos a
una profundización inédita del tradicional patrón colombiano de
(sub)desarrollo económico por despojo violento[4].
Este modelo económico está en la base del conflicto social y armado que azota a Colombia por más de seis décadas.
Este modelo económico está en la base del conflicto social y armado que azota a Colombia por más de seis décadas.
De la mano de la “confianza
inversionista”, ahora viene el concepto de “prosperidad democrática”,
que se traduce en el enriquecimiento ilimitado del gran Capital nacional
e internacional, mediante la ampliación por la vía militar de la
frontera del control estatal.
Esta acción militar es imprescindible para
quebrar la resistencia de las comunidades en contra del despojo (una de
cuyas múltiples expresiones ha sido históricamente la insurgencia),
para profundizar la privatización de los servicios y recursos, para
permitir la penetración de inversiones que destruyen el tejido social y
el medio ambiente.
La naturaleza real de esta acción que combina la
política militar contrainsurgente, la “mano negra” paramilitar y la
presión económica-mafiosa, para desplazar las comunidades y destruir los
tejidos sociales se puede apreciar de manera clara en las llamadas
zonas de consolidación: “buena parte de la expansión paramilitar se
está dando en zonas de ‘consolidación’ o de fuerte presencia de la
fuerza pública. (…)
(E)n el primer semestre del 2011, según (…)
informaciones parciales y preliminares, se habría desplazado a unas
89.750 personas, de ellas el 28% provendrían de las zonas de
consolidación territorial del Estado, lo cual es coincidente, grosso
modo, con las cifras globales de desplazamiento de 2010, que indicarían
un 33% de desplazamiento de las zonas de consolidación.
Este
desplazamiento va de la mano (…) de las “locomotoras”, de los
megaproyectos, del agronegocio, del latifundio, de la palma, del caucho,
de la minería”[5].
Para validar ante la población este inmenso despliegue guerrerista, esta política de guerra sucia y tierra arrasada, y las atrocidades que se vienen para impulsar este modelo de neoliberalismo armado, es que se convocó a la movilización del 6 de Diciembre.
Agotamiento político de la “solución militar” y aislamiento del bloque dominante
La
marcha, sin embargo, resultó ser un fiasco total, pese a la unidad de
prácticamente todos los sectores políticos (desde la derecha de
ultratumba hasta importantes sectores de la “izquierda democrática”), de
los medios y el respaldo de no pocos representantes de la llamada
“sociedad civil”.
La convocatoria fue penosa: en Bogotá no se pasó de
más de 5.000 personas y la movilización fue caracterizada por mensajes
encontrados –algunos que reclamaban por la solución política, mientras
la mayoría de los participantes eran prueba viva de los peor de un
ultraderechismo furibundo, que con espuma en la boca, gritaban por la
crucifixión de Iván Cepeda o Piedad Córdoba, pedían más bombardeos y
plomo para las “ratas guerrilleras”.
En verdad esto era una clara
muestra del legado de odio e irracionalidad de la “seguridad
democrática”.
En el resto del país no fueron más que grupitos de decenas
o a lo más cien personas marchando, la mayoría uniformados de civil o a
veces hasta con el uniforme. Fue tal el desespero que el mismo
presidente Santos tuvo que llamar, en vano, a las personas a abandonar
sus oficinas y sus hogares para unirse a la marcha[6].
¿Qué factores estuvieron en juego para el estrepitoso fracaso de la marcha de la guerra? Los medios, que de manera tan estridente azuzaron todos los odios, todos los prejuicios, todas las bajas pasiones, con tal de hacer propaganda para la “marcha de la guerra”, han guardado un prudente silencio y no han evaluado las razones detrás de este fracaso[7].
¿Qué factores estuvieron en juego para el estrepitoso fracaso de la marcha de la guerra? Los medios, que de manera tan estridente azuzaron todos los odios, todos los prejuicios, todas las bajas pasiones, con tal de hacer propaganda para la “marcha de la guerra”, han guardado un prudente silencio y no han evaluado las razones detrás de este fracaso[7].
Parece
claro que el odio intolerante del cual se alimenta la política
proto-fascista impuesta a sangre y fuego en Colombia desde el Plan
Colombia ya no convence al sector del cual se nutrió el 4 de Febrero del
2008: las clases medias enardecidas en los grandes centros urbanos.
Mucho menos a las masas populares urbanas, y aún menos a las masas
campesinas, que al vivir el conflicto en carne propia, han sido casi
impermeables al discurso uribo-santista de profundizar la guerra total.
Este desgaste no es nuevo y se estaba gestando ya en la fase final del
gobierno de Uribe Vélez –de hecho, el lenguaje edulcorado del
“santismo”, que hace referencias retóricas a la negociación política y a
temas relativos a los derechos humanos mientras en la prácitca
profundiza el modelo militarista de Uribe, es en parte reflejo de este
desgaste.
Pero la retórica santista, aún cuando esté en contradicción
abierta con su práctica (donde aumentan las violaciones de todo tipo),
genera expectativas en sectores de la población.
Esas expectativas, por
ingenuas que sean, fueron violentadas con el lenguaje franco y belicista
del establecimiento en las últimas semanas y con la convocatoria
polarizadora y odiosa.
Santos está consolidando su “unidad nacional”, la cual representa lo que Gaitán llamaba el “país político”, cada vez más distante del “país nacional” que le mira desde abajo con recelo, agobiado por el hambre, el invierno y las inundaciones, la incertidumbre, la pobreza, cansado del guerrerismo, la corrupción, la impunidad y la violencia oficial.
Santos está consolidando su “unidad nacional”, la cual representa lo que Gaitán llamaba el “país político”, cada vez más distante del “país nacional” que le mira desde abajo con recelo, agobiado por el hambre, el invierno y las inundaciones, la incertidumbre, la pobreza, cansado del guerrerismo, la corrupción, la impunidad y la violencia oficial.
En realidad, el actual momento es un
momento de avance en todo sentido de las luchas populares, y ante el
avance popular, el atractivo del militarismo, del proto-fascismo,
retrocede.
El pueblo colombiano está identificando con mayor claridad
cuales son los verdaderos enemigos que le impiden la vida digna.
No es
casual que raíz de las protestas estudiantiles un comentarista dijera
que el talón de Aquiles de Santos era la calle[8], el cual es en
lenguaje simbólico, la lucha de masas; el 6 de Diciembre lo confirmó.
Reforzar las luchas del bloque popular y la resistencia contra el modelo del despojo
Debemos leer bien el significado de esta importante derrota política de Santos, de esta derrota política para la profundización de la guerra sucia y no descansar en momentos que requieren del esfuerzo de todos los elementos comprometidos para frenar la locura belicista del régimen y para resistir la profundización del modelo económico antipopular que va de la mano del belicismo.
La consigna hoy es la resistencia. Resistencia que no es, como diría algún triste arrepentido al servicio del régimen, un “disfraz de la derrota”[9]; la resistencia hoy es la afirmación vital de los oprimidos.
Reforzar las luchas del bloque popular y la resistencia contra el modelo del despojo
Debemos leer bien el significado de esta importante derrota política de Santos, de esta derrota política para la profundización de la guerra sucia y no descansar en momentos que requieren del esfuerzo de todos los elementos comprometidos para frenar la locura belicista del régimen y para resistir la profundización del modelo económico antipopular que va de la mano del belicismo.
La consigna hoy es la resistencia. Resistencia que no es, como diría algún triste arrepentido al servicio del régimen, un “disfraz de la derrota”[9]; la resistencia hoy es la afirmación vital de los oprimidos.
Resistir en el campo la “mano negra” que desplaza y asesina para
favorecer la concentración de tierras de esa alianza de narcos,
ganaderos, latifundistas y agronegocios.
Resistir la privatización del
área pública de la economía y de los servicios más esenciales del
pueblo.
Resistir al militarismo que se cuela en cada uno de los rincones
de la sociedad y que hoy se cubre con el manto de una impunidad
absoluta y por derecho gracias a la ampliación del fuero militar (clamor
de los sectores más obscuros del terrorismo de Estado).
Resistir por
todos los medios la criminalización de los que luchan: no olvidemos a
los presos políticos, redoblemos los esfuerzos para que se les respeten
sus derechos, para que se detengan las torturas, malos tratos y el
asesinato impune en las prisiones.
No olvidemos tampoco a las víctimas
ignoradas del terrorismo de Estado que se movilizan día a día,
enfrentando las amenazas, la muerte y al discurso negacionista oficial.
Apoyemos las iniciativas de lucha popular que ya empiezan a vislumbrarse para el 2012.
Apoyemos las iniciativas de lucha popular que ya empiezan a vislumbrarse para el 2012.
En Febrero se viene la Marcha Patriótica y todos tenemos que
rodearla para garantizarle el máximo de seguridad, y debemos apoyarla
políticamente por todos los medios para visibilizar que los campesinos,
pese al genocidio, están en pie de lucha.
Apoyemos las iniciativas que
hoy defienden la educación y la salud, pilares de una vida digna: la
MANE y la Campaña Nacional “Salud y Seguridad Social, Derecho
Fundamental”.
Apoyemos las iniciativas de solución política del
conflicto adelantadas por organizaciones como Colombianos y Colombianas
por la Paz y defendamos a sus voceros que hoy son blanco favorito de los
ataques de la jauría fascista.
Por último, la reciente derrota política de Santos es, en última instancia, sintomática de la derrota de un proyecto político incapaz de seducir al país, incapaz de ofrecer nada más que sangre y muerte a los colombianos.
Por último, la reciente derrota política de Santos es, en última instancia, sintomática de la derrota de un proyecto político incapaz de seducir al país, incapaz de ofrecer nada más que sangre y muerte a los colombianos.
Nuestra fortaleza como
movimiento popular debe ser esa capacidad de seducir con una propuesta
radicalmente diferente al país, a los sectores populares, a los
campesinos, a los excluidos: al calor de la movilización de la lucha, de
la resistencia al modelo del despojo y la muerte, debemos oponer un
modelo discutido desde las bases, de manera democrática, incluyente,
recuperando así los horizontes emancipatorios que han animado más de
medio siglo de luchas del pueblo.
Ese modelo cualitativamente superior,
al servicio de las masas empobrecidas, debe ser el eje de la solución
política del conflicto social y armado.
No podemos hacernos falsas ilusiones, porque la lucha por un proyecto verdaderamente popular y libertario, no será una apacible negociación en la cual la oligarquía, que, no ha mostrado en medio siglo la menor voluntad de ceder en lo más mínimo sus privilegios absolutos, súbitamente se iluminará, cambiará de corazón y cederá derechos a los oprimidos y explotados.
No podemos hacernos falsas ilusiones, porque la lucha por un proyecto verdaderamente popular y libertario, no será una apacible negociación en la cual la oligarquía, que, no ha mostrado en medio siglo la menor voluntad de ceder en lo más mínimo sus privilegios absolutos, súbitamente se iluminará, cambiará de corazón y cederá derechos a los oprimidos y explotados.
Por el contrario, será un lucha de dimensiones
revolucionarias, que enfrentará la tenaz oposición de quienes se
benefician del actual modelo de hambre y guerra, de las reducidas élites
enquistadas en las esferas del poder de la última república oligárquica
del continente… pero ante un pueblo unido y movilizado no hay tiranía
ni ejército que pueda oponerse.
La unidad del bloque popular es la única
garantía para la victoria de la vida digna.
NOTAS DEL AUTOR:
[1] Sobre este tema ya me he referido en mayor detalle en un artículo previo http://www.anarkismo.net/article/21305
[2] Un caso típico pero ejemplar por lo patético, es la petrista Patricia Lara y su decadente columna llamando a marchar en El Espectador http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-314516-estreno-timochenko
[3] http://elespectador.com/noticias/judicial/articulo-313117-gobierno-alista-plan-de-guerra-etapa-final-de-farc
[4] Para más detalles sobre el model de acumulación capitalista por despojo, puede revisarse un artículo previo http://www.anarkismo.net/article/19933
[5] http://www.anarkismo.net/article/20768
[6] http://www.elespectador.com/noticias/paz/articulo-315265-santos-invita-rechazar-violencia-y-farc
[7] En El Espectador, apenas hubo un amague de análisis, en un mediocre y flojo artículo que apenas se limitó a reproducer textualmente opiniones de gente contraria a la marchahttp://www.elespectador.com/noticias/paz/articulo-315292-razones-de-los-no-marcharon
[8] http://www.lasillavacia.com/historia/el-poder-de-la-calle-el-talon-de-aquiles-de-santos-29562 NOTAS DEL AUTOR:
[1] Sobre este tema ya me he referido en mayor detalle en un artículo previo http://www.anarkismo.net/article/21305
[2] Un caso típico pero ejemplar por lo patético, es la petrista Patricia Lara y su decadente columna llamando a marchar en El Espectador http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-314516-estreno-timochenko
[3] http://elespectador.com/noticias/judicial/articulo-313117-gobierno-alista-plan-de-guerra-etapa-final-de-farc
[4] Para más detalles sobre el model de acumulación capitalista por despojo, puede revisarse un artículo previo http://www.anarkismo.net/article/19933
[5] http://www.anarkismo.net/article/20768
[6] http://www.elespectador.com/noticias/paz/articulo-315265-santos-invita-rechazar-violencia-y-farc
[7] En El Espectador, apenas hubo un amague de análisis, en un mediocre y flojo artículo que apenas se limitó a reproducer textualmente opiniones de gente contraria a la marchahttp://www.elespectador.com/noticias/paz/articulo-315292-razones-de-los-no-marcharon
[9] http://anarkismo.net/article/20317
(*)
José Antonio Gutiérrez D. es militante libertario, residente en Irlanda
donde participa en los movimientos de solidaridad con América Latina y
Colombia, colaborador de la revista CEPA (Colombia) y El Ciudadano
(Chile), así como del sitio web internacional www.anarkismo.net.
Autor de "Problemas e Possibilidades do Anarquismo" (en portugués
-Faisca ed., 2011) y coordinador del libro "Orígenes Libertarios del
Primero de Mayo en América Latina" (Quimantú ed. 2010).