
El Estado colombiano eligió la opción de guerra, el 'rescate' a sangre y fuego, en vez de la opción de paz que es el intercambio de presos.
1. Nadie sabe lo que pasó en esa selva: No tenemos por qué
creer la versión de un régimen culpable de más de 3.200 asesinatos de
civiles en los 'falsos positivos' y sus mentiras correlativas.
Sobre
los 4 soldados presos de guerra que murieron el sábado 26 de noviembre
en una operación del ejército en una zona selvática del sur de Colombia:
Las operaciones que el Estado llama "de rescate" y
en las que casi siempre resultan varios muertos, son rechazadas incluso
por los familiares de los presos por considerarlas peligrosas.
Pero el
gobierno igual hace estas operaciones sanguinarias en vez de hacer un
intercambio humanitario de presos.
Sólo tenemos las informaciones de los militares: no hay una investigación seria. Nadie
sabe lo que pasó en esa selva, y es aconsejable usar la prudencia dado
que el martilleo mediático nos lleva hacia conclusiones apresuradas: no
tenemos por qué creer la versión del generalato de un régimen culpable
de más de 3.200 asesinatos de niños y jóvenes en los macabros 'falsos positivos'.
La
verdad se sabrá con el tiempo, con mucho tiempo probablemente. Cabe la
duda y preguntarse si no es factible que los haya ejecutado el mismo
régimen a quien le interesaban más muertos para su macabra propaganda
contra la insurgencia, que vivos.
Más aún cuando ya las
FARC-EP habían enviado en un comunicado a Piedad Córdoba el anuncio de
la liberación de 6 presos de guerra de manera inminente.
Parece
que para el ejército lo importante es frustrar las liberaciones de sus
propios presos de guerra, así sea causando la muerte de éstos.
En el
comunicado de las FARC, que le llegó como Carta Abierta a Colombianos y Colombianas por la Paz,
la insurgencia anuncia no solamente otra liberación unilateral de los
prisioneros de guerra, sino que también reclama más justicia en el
tratamiento de la humanidad de los colombianos:
"Sería justo que apelando al ejercicio de la razón, el derecho y la ética
en el tratamiento del problema, no se invisibilizara a los guerrilleros
presos.
Son alrededor de 800. El dolor no es solamente de los
familiares de los prisioneros en nuestro poder. El humanitarismo debe
mirar, siempre, con sus dos ojos. (...) Seguimos a la espera de un canje de prisioneros de guerra".
La insurgencia pide más equidad:
"Les sugerimos dirigir su mirada sobre la situación que afrontan
centenares de guerrilleros presos y unos 7.500 ciudadanos encarcelados
por sus ideas, como resultado de la criminalización de la oposición
política y la protesta social (...)
Les solicitamos considerar,
como asunto crucial para aclimatar la convivencia, el estudio de
fórmulas que permitan la repatriación y liberación de Simón Trinidad,
Sonia e Iván Vargas, guerrilleros de las FARC prisioneros del imperio,
extraditados a los Estados Unidos."
Concluyen: "Como un nuevo acto humanitario que respalda esta carta, anunciamos la liberación de 6 prisioneros de los que permanecen en nuestro poder"
Los 4 soldados murieron por la actuación del ejército cuando la decisión de su liberación ya estaba tomada,
así fuera de manera unilateral, sin obtener presos políticos y de la
insurgencia a cambio. Se frustró una liberación ya consensuada.
Cabe
preguntarse qué retorcida actuación puede surgir en la lógica aberrante
de un Estado que usa una herramienta paramilitar con motosierras para
descuartizar a sus víctimas: ¿Prefirió acaso el régimen, tras haberse
enterado de la liberación inminente, frustrar la liberación así fuera a
costa de la muerte de los soldados?
No sería la primera vez que el régimen asesina para hacer sus montajes (recuérdese la llamada "retoma del Palacio de Justicia",
en la que los militares asesinaron a magistrados y guerrilleros del M19
y luego mintieron sobre sus muertes: tras decenas de años se destapa la
infamia).
Es importante tener presente el modus operandi del ejército
en la atrocidad que cometieron cuando lo del palacio de Justicia, que
asesinaron a los que pudieron y se llevaron a gente viva herida que
luego torturaron y desaparecieron: entre los desaparecidos están
magistrados, guerrilleros y hasta personal de la cafetería.
Es triste la muerte de los soldados presos de guerra, la de los guerrilleros, la del pueblo colombiano.
El Estado colombiano eligió la opción de guerra, el 'rescate' a sangre y fuego, en vez de la opción de paz que es el intercambio de presos.
Con la opción de paz se habría logrado liberar a los presos de guerra
que hoy están muertos, y también, en intercambio, a presos de guerra
guerrilleros que hoy están en las mazmorras de Colombia, muchos de ellos
enfermos terminales.
Es más, en este caso las FARC habían aceptado otra liberación
unilateral, con lo cual el Estado ni siquiera habría tenido que hacer
un gesto humanitario (lo cual tampoco es justo, porque los presos
guerrilleros deben ser liberados también: hace falta intercambiar).
Con
la opción de paz del intercambio sí se hubiera sabido qué pasó, porque
se hubiera acordado un espacio determinado, con observadores nacionales e
internacionales, haciendo las cosas de manera sensata y humanitaria.
La
opción de guerra deja todo lleno de dolor, de muerte y de oscurantismo,
porque no hay manera de saber qué pasó en la selva sino por las
versiones de los militares: y para ser justos no podemos tomar esas
versiones como dignas de credibilidad pues es la versión de un bando en
guerra, además de un ejército que para hacer la guerra sucia sicológica
con la exhibición de cadáveres reales, no ha tenido escrúpulos en
asesinar para ello a civiles y presentarlos como "abatidos en combate".
¿Qué credibilidad tiene un régimen capaz de raptar a los niños de Soacha para luego asesinarlos y presentar sus cadáveres como "guerrilleros abatidos en combate"?
Luego
de emitir este cuestionamiento en forma de duda esencial para el
tratamiento de la información y de la realidad, emitir otro
cuestionamiento, este sí ya no como una duda sino como un reclamo a ser
correctos en los términos y las categorías conceptuales, ya que por algo
existe un DIH que contempla dichas categorías.
2. Los militares, policías y soldados no son secuestrados, son presos de guerra: existe
el DIH que los reconoce como tales y que contempla un INTERCAMBIO
HUMANITARIO para que salgan libres en intercambio de los Presos de
Guerra insurgentes. Pero es el Estado colombiano el que se niega al INTERCAMBIO humanitario.
Mientras
el Estado colombiano se niega a un intercambio humanitario, demostrando
que no le importan nada los soldados que han peleado en su ejército
funcional al gran capital, porque los trata como carne de cañón
negándose una y otra vez al intercambio de presos, la guerrilla no ha
cesado de hacer liberaciones unilaterales.
La opción del intercambio sí es la opción de paz, es la opción humanitaria contemplada en el mismo DIH; pero el Estado se niega.
En
el Caguán y subsiguientes oportunidades las FARC liberaron a más de 300
(trescientos) presos de guerra en su poder, mientras que el régimen no
libera a los presos políticos y de guerra.
Si tanto les importa
la vida humana a los generales y oligarcas que nunca van a la guerra
ellos mismos, si tanto les importa la vida de los soldados (como
muestran en la propaganda), ¿por qué se niegan a intercambiarlos por
presos políticos? ¿O es que en realidad no les importan?
Esos soldados
son muchachos del pueblo que en cambio sí nos duelen a las colombianas y
los colombianos que queremos la paz, al igual que también nos duelen
los guerrilleros y guerrilleras muertos y los apresados, porque
cualquier defensor de los derechos humanos sabe que las cárceles
colombianas son centros de tortura, en las que el Estado colombiano
practica el homicidio de presos a tal punto que los asesina por tortura,
golpizas o denegación de asistencia médica.
En el operativo fue
apresada una guerrillera, y en el 99% de los medios y pronunciamientos
eso no es noticia, mucho menos tragedia: cuando sí que los es, porque
¿qué suerte le espera en esas cárceles insalubres y superpobladas?
3. Necesarios planteamientos y pasos para lograr la paz
A
los que queremos la paz para Colombia, una paz con justicia social, nos
duelen todas y todos los hijos del pueblo: nos duelen las
guerrilleras y los guerrilleros muertos o presos, nos duelen los
soldados muertos y también los presos de guerra.
Claro que sí. Por eso
lo primero es presionar al Estado para que por fin acepte el intercambio
humanitario de presos.
Luego es imprescindible que se estudie y
contemple la raíz de la guerra: porque la única posibilidad de paz real
que tiene Colombia, pasa por entender que la raíz de la guerra es la
desigualdad social, el despojo permanente al que son sometidos los
campesinos colombianos, la represión e intolerancia política con la que
el Estado colombiano busca eliminar la reivindicación social, que es tan
atroz que llega al punto de instaurar el terrorismo de Estado con el
empleo de la herramienta paramilitar.
A partir de la comprensión del
problema en su totalidad debemos buscar soluciones reales como: reforma
agraria, cesación de la entrega del país a las multinacionales, impulso
de la soberanía alimentaria, cese de la ocupación estadounidense de
Colombia, cese del despojo que perpetran multinacionales y latifundios,
cese del saqueo y su correlativo empobrecimiento, redistribución de la
riqueza, cambios estructurales que necesita el tercer país más desigual
del mundo (Coeficiente GINI después de Haití), y nunca la solución del
exterminio que propugnan Santos y los áulicos de exterminar al pueblo
constituido en insurgencia.
4. Respecto al rechazo del régimen colombiano de entrar a un intercambio de presos de guerra
El
Estado colombiano ha abandonado a estos soldados porque ha preferido
dejarlos en la selva a soltar a los presos políticos y de guerra,
negándose durante años a un intercambio de presos.
Es más, el régimen
colombiano ha enviado a tres guerrilleros a Estados Unidos: Simón
Trinidad, Sonia e Iván Vargas.
Lo cual es una inhumanidad total porque
los priva de ver a sus familiares de por vida y los entrega a jueces de
otro país. Es criminal esa actitud entreguista y necia del Estado.
Así
que no sólo está el tema de que el régimen no ha soltado a los presos en
un intercambio humanitario, sino que además ha enviado presos a Estados
Unidos.
Las FARC han soltado a más de 300 presos de guerra en los últimos años, el Estado a uno solo: ¿acaso eso es un 'intercambio
humanitario' real o justo? ¿Quién carece entonces de voluntad: las FARC
que liberan a 300 presos o el régimen que se niega al intercambio de
presos?
5. Secuestros carcelarios y desapariciones forzadas: hay miles de seres humanos secuestrados realmente de los que los mass media nunca hablan
Por otro lado, ya que la propaganda habla de 'secuestrados', vamos a poner los puntos sobre las íes y decir quiénes realmente están secuestrados en Colombia:
Que el Estado colombiano libere a los más de 7.500 presos políticos encarcelados bajo montajes judiciales. Esos sí que están secuestrados. Son la mayoría civiles (más
del 90%) secuestrados por el Estado bajo montajes burdos con testigos
pagados (paramilitares del ejército que sirven para enjaular a los
opositores políticos), con falsas 'pruebas' de computadores mágicos, o incluso encarcelados durante años sin pruebas,
como es el caso actualmente de la socióloga Liliany Obando que lleva
más de tres años encarcelada ilegalmente, sin prueba alguna.
O como fue
el caso del profesor Miguel Ángel Beltrán, que pasó años preso sin
pruebas, dado que las "pruebas" que el régimen aducía contra él
eran sus escritos académicos sobre la realidad colombiana, en una
evidente persecución del pensamiento crítico y a las ciencias sociales.
Igualmente el periodista Joaquín Pérez Becerra, entregado ilegalmente
por Venezuela, está preso sin pruebas ahora mismo, dado que la misma
Corte Suprema declaró nulidad de los "computadores mágicos". Sin
pruebas, Pérez Becerra está hoy secuestrado por el Estado colombiano,
como miles de presos políticos más.
Asimismo las víctimas y familiares, la sociedad vulnerada por estos crímenes de Estado, pedimos que el Estado colombiano libere a los más de 62.000 detenidos desaparecidos (la ONU reconoció 57.200 desaparecidos, la Comisión de búsqueda 62.000 desaparecidos en agosto 2011): estos son secuestrados, torturados y desaparecidos, porque no se sabe su paradero.
Que
el Estado diga ¿Dónde están? ¿Dónde los enterró? ¿Dónde los SIGUE
enterrando? ¿Dónde siguen llevando cada semana a los opositores
políticos el régimen de Colombia?
Porque cada semana desaparecen varios
opositores políticos en Colombia: estudiantes, ambientalistas,
sindicalistas, maestros, campesinos... todos desaparecidos por la
herramienta paramilitar del régimen y la fuerza pública.
Ya basta de tanta falsimedia: si quieren hablar de "secuestro en Colombia" hablemos claro, es el Estado colombiano y su herramienta paramilitar el que hace del secuestro una práctica sistemática: queremos de vuelta a los desaparecidos y a los presos políticos, que el Estado los libere, y que cesen los secuestros carcelarios y las desapariciones forzadas.
6. Conclusión
Tenemos
que trabajar para lograr la paz en Colombia, y en esa palabra de tres
letras caben los sueños de un pueblo, porque la paz verdadera es la paz
con justicia social, es decir una paz que no sea la Pax Romana que
pretenden Santos o el imperio estadounidense y sus aliados.
El pueblo
colombiano necesita una verdadera paz, no una paz cosmética en la que la
miseria seguirá asesinando a más de 20.000 niños menores de 5 años
anualmente, muertos por falta de agua potable en el cuarto país con más
riqueza hídrica del mundo.
No puede ser que aceptemos que un
puñado de familias y de multinacionales acaparen todas las riquezas del
país, mientras el pueblo sufre despojo, desplazamiento forzado, miseria,
desnutrición, condiciones indignas de vida. No puede ser que aceptemos
que las multinacionales destruyan montañas enteras envenenando la fauna,
la flora y a las personas, solo para que se enriquezcan unos
empresarios del oro, unos banqueros de la muerte.
No es aceptable que el
pueblo colombiano no tenga educación gratuita y de calidad, que no
tenga acceso a la salud y se mueran miles de seres humanos anualmente
sin poder entrar siquiera a un hospital porque no los admiten por no
tener la "cuota para el ingreso": eso es guerra social y
económica, y es acabando con esa guerra social y económica como el
conflicto social y armado empieza a solucionarse.
Lo que no es
aceptable es que haya miles de muchachitos de 18 años que tengan que
sacrificarse entrando al ejército colombiano sólo porque es la única
manera que tienen de que alguno de sus hermanos obtenga una beca de
estudios para la secundaria, o que su madre pueda ser admitida en un
hospital, porque eso hace el Estado colombiano: cambia lo que debería
ser un derecho del pueblo (salud, educación) por vidas humanas. Y eso no
es aceptable.
De esta forma se mantiene el régimen colombiano y se
mantiene un statu quo de saqueo y empobrecimiento: se empobrece
a la población hasta la médula y para acceder a los derechos básicos
muchos no tienen otra opción que enviar a sus hijos al ejército que
cuida a las multinacionales.
Porque eso hace el ejército colombiano:
cuidar los intereses de una minoría oligárquica y multinacional (hoy
cuidando a la multinacional Pacific Rubiales, a la Drummond, a la Gold
Mines, a la Medoro, a la Oxy, a la Repsol, etc), mientras que los hijos
de los oligarcas nunca hacen ni el servicio militar, porque pagan.
Y
luego, en el campo insurgente hay miles de muchachos y muchachas que se
van a la guerrilla cansados de la injusticia social, de la explotación,
de la represión atroz; que luchan para cambiar las cosas, luchan contra
un imperio, porque hoy en día son los bombarderos y la tecnología de
EEUU la que enfrentan.
Son muchos los jóvenes que pasan a la
clandestinidad e ingresan en la guerrilla empujados por la brutal
represión que ejerce el régimen colombiano contra la oposición política:
ese es un factor fundamental que no podemos ignorar.
Esta
represión descarnada contra la reivindicación social y política es digna
de las peores dictaduras, y se traduce en que el 60% de los
sindicalistas asesinados en el mundo son asesinados en Colombia por la
fuerza pública y la herramienta paramilitar del régimen y
multinacionales.
Hay una cifra dantesca de presos políticos, una
realidad dantesca del crimen de Estado de la desaparición forzada: todo
en Colombia huele a represión, las universidades están militarizadas,
las oficinas de sindicatos y de defensores de los derechos humanos
tienen puertas blindadas, los abogados de presos políticos viven en el
miedo atroz, al menos la mitad del país sufre cruentos bloqueos
económicos que hace el ejército impidiendo la entrada y salida de
víveres, la entrada de medicinas, causando la muerte de miles de
personas por falta de tratamientos.
La lista de la guerra represiva del
Estado contra la población civil es interminable; la guerra no es sólo
contra el pueblo insurgente, en Colombia hay terrorismo de Estado
ejercido directamente contra la población civil.
Hay una guerra
en Colombia, hay terror de Estado en Colombia contra la población civil,
hay dolor, injusticia y muerte.
Tenemos que buscar la paz: porque nos
duelen los muertos, porque nos duelen los presos, porque nos duele la
injusticia social que está en la raíz de la guerra.