Dicen, mientras,
que si hubieran sabido que iban a vivir en la calle no habrían salido de
Cuba.
En fin.
Pasarían
desapercibidos entre la masa de turistas que pulula por la vecina Plaza
Mayor, de no ser por el malecón de enseres personales (maletas,
colchones, banderas) que los delata y sus esfuerzos por llamar silenciosamente la atención del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Dos meses ha cumplido la protesta al raso de ocho exiliados cubanos en
la Plaza de la Provincia, frente a la sede de la cancillería española.
A su titular, Trinidad Jiménez, le exigen que respete el acuerdo suscrito
el pasado año entre el Gobierno español, el cubano (ello lo llaman
"régimen castrista") y la Iglesia de la isla para la excarcelación y
posterior traslado a España de 115 presos junto a sus familiares.
"Es hora de mirar hacia delante por esa ventana", señalan.
En concreto, instan a la sucesora de Moratinos, artífice del proceso, a
que se atenga a lo pactado en cuanto al acceso a vivienda, promesa que a
su juicio se ha visto incumplida y motivo por el que escenifican su descontento.
"Nunca
hubiéramos salido de nuestro país para dormir en la calle", denuncia
Sabina, hermana del reo excarcelado Carlos Martín Gómez e integrante, a
su vez, del movimiento contrarrevolucionario Damas de Blanco.
"Es penoso
y bochornoso salir de Cuba como salimos, desterrados hacia aquí, y que
estemos durmiendo en la calle porque el Gobierno no ha cumplido su parte
del contrato".
Acompañada
por otros miembros de su familia, con los que protesta y pernocta
frente al Palacio de Santa Cruz, Sabina aterrizó en Barajas el 18 de
marzo.
Tras permanecer mes y medio
en el Hostal Welcome de Vallecas, el clan fue enviado al centro de la
Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) de Málaga.
Allí
estuvieron alojados los Martín Gómez durante otros tres meses y medio,
en espera de acceder a la vivienda que, siempre según su versión, le
garantizaba el documento que recibieron al entrar en España.
"Pero
eso nunca se dio", se queja Sabina.
"A quienes llegaron a primera hora
sí se les dio esa facilidad. Como nosotros fuimos más bien los últimos,
el Ministerio dijo que ya no había presupuesto.
El director del CEAR
quería que hiciese un contrato de dos pisos.
Le dije que no, que al ser
una familia de 10 personas y tres matrimonios, no podemos vivir en dos
pisos.
Por eso decidimos venir a Madrid". Preguntado
al respecto, Exteriores ha confirmado que lo relacionado con "la parte
logística de la acogida" depende de Interior en coordinación con
Trabajo.
Ambos Ministerios también han sido consultados, aunque por el
momento no han ofrecido información al respecto. Insiste
Sabina en que ha tratado de explicar la situación de los suyos "al
mundo entero".
"Hemos enviado cartas a todas las instituciones del
Gobierno, incluida la ministra y el Presidente, y no hemos recibido
respuesta de nadie.
Tampoco de la Embajada de EEUU ni del Partido
Popular", se lamenta.
En
espera de una solución, la familia, con dos menores y una persona mayor
con problemas de corazón entre sus miembros, recibe y agradece la ayuda
brindada por particulares (alimentos, ropa, medicamentos) y los bares
de la zona (aseo personal).
"El Gobierno es una cosa y los ciudadanos,
otra.
Les estamos muy agradecidos", distingue Sabina, quien ya ha sido
informada de que "el invierno aquí es muy duro para estar en la calle".
No
es la primera vez que la familia Martín Gómez es noticia desde que
llegó a España.
Antes de acampar en Madrid el pasado 28 de julio, ya
habían aparecido en los medios de comunicación tras protagonizar,
presuntamente, algunos incidentes en el CEAR malagueño.
Entre ellos, según la dirección del centro, agresiones físicas y
verbales, amenazas, exhibición de arma blanca e introducción de alcohol
en las dependencias.
Sabina Martín Gómez, que llegó a iniciar una huelga de hambre en la ciudad andaluza califica los hechos
como "gran patraña" y critica las "condiciones infrahumanas" del CEAR.
"El polvo nos estaba ahogando. Es mejor vivir en la calle que en aquel
centro", concluye.
elmundo/inSurGente.-