La orientación sexual de cualquier persona es algo
estrictamente personal.
Nadie es más bueno o más malo por tener
cualquier tipo de preferencia sexual.
Nadie es mejor o peor,
ciudadano, patriota, profesional, obrero, soldado, campesino o ser
humano en general, porque le guste tener sus relaciones sexuales con
una persona de su mismo sexo, con personas de ambos sexos o solamente
con personas del sexo opuesto.
A nadie le debe importar lo que suceda
en una habitación entre dos seres humanos adultos.
A
través de los años, la sociedad ha dictado normas de comportamiento
sexual y ha discriminado a todo aquel que se ha atrevido a
desafiarlas.
Aunque en las últimas décadas ha habido cambios
significativos en esas reglas, aún quedan bolsones discriminatorios
para los que abiertamente se proclaman homosexuales o bisexuales.
En las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, hasta mediados de los
noventa, era considerado un crimen mayor el ser homosexual.
Muchos de
los soldados eran vigilados e interrogados como si fueran criminales,
solamente por sospechas de que tuvieran tendencias homosexuales
secretas.
No fue hasta los noventa que el presidente Bill Clinton
empezó a aplicar la política conocida como "No preguntes, no digas" con
la cual se prohibía preguntarle al soldado si era o no homosexual y
el soldado no tenía que decirlo voluntariamente.
A pesar de esa
política, miles y miles de soldados fueron dados de baja por sus
tendencias sexuales.
El problema de la
discriminación hacia los homosexuales en las Fuerzas Armadas era tan
dramático, que en 2003 y para llamar la atención de las autoridades, un
almirante y dos generales retirados salieron a la luz pública
afirmando que ellos eran homosexuales, pero que para poder servir en lo
militar tuvieron que vivir una vida llena de mentiras y funcionando
como cualquier heterosexual.
Toda política de
discriminación de los soldados por sus preferencias sexuales está, desde
hace unos días, prohibida por la Secretaría de la Defensa.
El alto
mando militar de este país le ha advertido a las tropas no molestar a
cualquier soldado por decir abierta y públicamente que es homosexual.
Por lo menos una inmensa injusticia ha sido reparada, no es lógico ni
tan poco humano que una persona que tenga preferencias sexuales
hacia otra del mismo sexo, sea discriminado o licenciado por una
institución militar en la cual se inscribe para, en caso necesario,
dar la vida por la misma.
Con esta medida, la
administración del presidente Barack Obama ha dado un paso correcto
hacia lo positivo. De un plumazo el presidente ha ido, de cero
tolerancia a la incorporación de homosexuales a los cuerpos militares, a
cero tolerancia contra a la discriminación.
Hay
que declararle la guerra o todo tipo de discriminación, ya sea racial,
religiosa o sexual.
El color de la piel no puede ser motivo para
separar a una persona de la sociedad. Gracias al presidente Johnson se
firmó, allá en los sesenta, la Ley de Derechos Civiles en este país que
le dio plenos derechos a los ciudadanos negros y aunque aún sean
discriminados en algunas regiones del país, legalmente existe una ley
que los respalda.
Poco a poco, se han ido abriendo camino en esta
sociedad las personas que tienen tendencias sexuales diferentes a
nosotros lo heterosexuales.
Poco a poco han ido avanzando, y ya en
muchos Estados de la Unión se les permite unirse en matrimonio. Hay
muchos que no quieren admitir esto último, ya que clasifican el
matrimonio como la unión de un hombre y una mujer.
El matrimonio no es
más que un contrato social y legal que firman dos personas.
¿Qué
diferencia existe si esas dos personas son del mismo sexo? ¿A quién le
debe importar eso?
¿Quién es quién para inmiscuirse en la vida de los
demás?
Si una mujer o un hombre quiere firmar ese tipo de contrato
con alguien de su mismo sexo, es problema de ellos y de nadie más.
Los gobiernos deben de abolir todo tipo de restricciones al respecto.
Que los ciudadanos se casen con quien les dé la gana de casarse.
El
día que todos los gobiernos del mundo acepten lo anterior, los seres
humanos seremos más libres y más respetuosos de los derechos humanos de
los humanos.
*Lázaro Fariñas periodista cubano residente en EE.UU.
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