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Los periodistas que hacen propaganda de guerra deben ser juzgados por la justicia internacional


El procesamiento actual de la información sobre Siria y Libia ha marcado un punto de inflexión en la historia de la propaganda de guerra con el uso de nuevos métodos que han cogido al público internacional por sorpresa.
Cuatro potencias (USA, Francia, UK y Qatar) han combinado sus medios técnicos para intoxicar a la “comunidad internacional”. 
 
Estos medios son principalmente CNN (aunque empresa privada, está conectada con el área de guerra psicológica del Pentágono), France24, BBC y Al Jazeera.
Estas cadenas se han utilizado para atribuir falsamente a los gobiernos de Libia y Siria crímenes que no han cometido, mientras han ocultado los cometidos por los servicios secretos de los países mencionados anteriormente, y por la OTAN.
Ya presenciamos una situación similar a menor escala en el 2002  cuando Globovisión retransmitió imágenes de una revuelta popular contra el presidente Hugo Chávez, y además partidarios de Chávez disparando a manifestantes. 
Este montaje hizo posible encubrir un golpe de estado orquestado por Washington, con la ayuda de Madrid. 
Sin embargo, después de que un levantamiento popular desbaratara el golpe de estado y repusiera al presidente elegido democráticamente, investigaciones periodísticas y jurídicas revelaron que la revolución filmada por Globovisión era en realidad un ardid visual y que los chavistas no habían disparado contra la muchedumbre, sino que ellos mismos eran víctimas de francotiradores armados por la CIA.
Vemos lo mismo ocurriendo a día de hoy, con un grupo de canales vía satélite transmitiendo imágenes de hechos inexistentes en Libia y Siria. 
 
Su objetivo es que la gente piense que la mayoría de los libios y sirios pretenden derrocar a sus gobiernos y que Muammar Gaddafi y Bashar al-Assad han masacrado a su propia gente. Basados en esa intoxicación mediática, la OTAN atacó Libia y está a punto de destruir a Siria.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó un conjunto de medidas para prohibir y castigar estas prácticas.
Resolución 110 de 3 Noviembre 1947 sobre “Medidas que han de adoptarse contra la propaganda en favor de una nueva guerra y contra sus instigadores” condena “la propaganda diseñada o con probabilidad de provocar amenazas a la paz, violaciones de la paz o actos de agresión”.
Resolución 381 de 17 Noviembre 1950 refuerza aún más esta condena al declarar la censura de la información de los conflictos como parte de la propaganda contra la paz.
Resolución 819 de 11 Diciembre 1954 sobre "la eliminación de barreras para el libre intercambio de información e ideas” reconoce la responsabilidad de los gobiernos para la eliminación de barreras que impiden dicho intercambio.
Al hacer esto, la Asamblea General ha desarrollado su propia doctrina sobre la libertad de expresión: condena las mentiras que conducen a la guerra y defiende la libre circulación de ideas y el debate crítico como armas al servicio de la paz.
Las palabras y especialmente las imágenes se pueden usar para facilitar los peores crímenes.
 
En este caso la intoxicación informativa por parte de CNN, France24, BBC, y Al Jazeera constituyen “crímenes contra la paz”. 
 
Deberían ser considerados como más serios incluso que los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad cometidos por la OTAN en Libia y por los servicios secretos occidentales en Siria, ya que les  preceden y les hacen posible.
Los periodistas involucrados en la propaganda de Guerra deben ser juzgados por la justicia internacional.
Thierry Meyssan, Voltaire Network, 16 Agosto 2011,


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