Hace exactamente un año se produjo el derrumbe que dejó a 33 mineros atrapados en las profundidades de un yacimiento en el norte de Chile, que primero cautivó la atención de todo el país y luego de gran parte del mundo, al permanecer 70 días bajo tierra y volver a la superficie tras un gigantesco e inédito operativo.
Hoy los 33 trabajadores de la mina San José, ubicada en las cercanías de Copiapó, a unos 800 kilómetros al norte de Santiago, ya están alejados de la exposición mediática que los transformó en figuras mundiales, y tratan de rehacer sus vidas con distintas actividades.
Luis Urzúa, jefe de turno del grupo que sufrió el accidente, y quien fue el último en salir a bordo de la cápsula Fénix 2 que los izó uno por uno desde una profundidad de 700 metros, resumió a BBC Mundo cómo están a un año del derrumbe.
“En un año hemos viajado a distintas partes del mundo, pero lo económico no ha sido muy bueno.
Estamos trabajando en el día a día, algunos compañeros están haciendo charlas, están tratando de insertarse en la vida laboral, y creo que después de este 5 de agosto ya vamos a tener que empezar a retomar nuestras vidas como corresponde”, relató.
Unos mejor que otros
Los mineros recibieron invitaciones desde distintos países, y gracias a ello pudieron conocer el estadio del Manchester United o Tierra Santa en Israel, donde fueron bautizados en el río Jordán.
Pero hoy buscan subsistir en forma individual o en grupos, y las charlas motivacionales son una de las principales actividades para mineros como Mario Sepúlveda, Omar Reygadas o Edison Peña.
“Ahora estamos con Luis Urzúa, Samuel Ávalos, Claudio Yáñez, Jorge Galleguillos, y estamos tratando de integrar a un grupo.
La idea es que tenemos como 22 contabilizados que se estarían integrando”, comentó a BBC Mundo Omar Reygadas, el minero número 17 en ver la superficie.
Quizás el caso más destacado es el de Mario Sepúlveda, quien desde el encierro destacó como el más carismático de los 33 y una vez en la superficie se transformó en el más requerido por los medios.
Actualmente tiene un completo equipo para promover sus charlas, mientras lleva adelante un preciado proyecto personal: un centro costumbrista que se ubica en la periferia de Santiago, en el que espera contar con animales, hacer carreras de caballos “a la chilena” y ofrecer sus equinos para el tratamiento de enfermedades.
Mientras Sepúlveda se encontraba en Washington -junto a Jorge Galleguillos, Carlos Barrios y José Henríquez- para inaugurar una muestra especial en honor a los 33, su esposa Elvira Valdivia destacó que el presente es positivo.
“Yo creo que en el fondo él ha sabido canalizar de alguna forma la parte negativa, y lo que en un minuto fue muy angustiante se transformó hacia el lado positivo y en el fondo trabajar, que es lo que hemos hecho hasta ahora. Tener ideas y hacerla funcionar, y básicamente estamos bien”, dijo a la BBC.
Sobreviviendo
El presente es de esfuerzo diario para subsistir, tal como lo hace el común de la ciudadanía. Pero hay molestia porque muchos creen que ganaron dinero y lucraron con su situación, según expresó Edison Peña, conocido por sus imitaciones de Elvis Presley y por correr los maratones de Tokio y Nueva York.
“Está siendo difícil para mí, y no es como muchos chilenos creen.
Hay algunos que en el centro te dicen cualquier cosa como si fuéramos futbolistas, y no es tan así, nosotros no hemos recibido nada. Vamos viendo y nos desenvolvemos, hay cosas que hay que aceptarlas porque hay que vivir”, señaló.
Pablo Rojas decidió volver a un yacimiento en las cercanías de Copiapó, en una sociedad en la que él se encarga del trabajo en profundidad. “Es lo que he hecho desde los 16 años y no sé hacer otra cosa”, explicó en su momento a la prensa.
Osmán Araya y Darío Segovia cambiaron totalmente de rumbo y hoy venden verduras en las llamadas “ferias libres” de Copiapó. “Me arriesgué a trabajar en esto y me ha ido bien”, comentó Araya.
Carlos Mamani, el minero boliviano del grupo, se tomó un año sabático y aprovechó el dinero recibido por donaciones para comprarse una casa y un auto, y vive con su familia en la capital de la región de Atacama.
Demanda contra el Estado
Treinta y uno de los 33 mineros entablaron una demanda contra el Estado de Chile por la negligencia de los organismos encargados de la seguridad en los yacimientos, y piden unos US$16 millones como indemnización por los perjuicios sufridos.
“Es un compromiso moral hacer esto, porque hay mucha gente que trabaja en minas y con suerte tienen cascos, pero necesitan el empleo.
Si no hubiera pasado esto todo estaría parejo, entonces tenemos el compromiso moral de denunciar para que a los que vienen detrás de nosotros no les pase”, explicó Edison Peña.
Los 33 mineros se reunirán este viernes cuando se conmemore oficialmente el día de la tragedia que los tuvo al borde de la muerte, y que terminó como una hazaña a nivel mundial.
“Hoy estamos con vida y uno no tiene cómo renegar contra la vida.
Estamos los 33 vivos, no se pusieron 33 cruces en el cerro”, destacó Luis Urzúa.
VTV / BBC