La falta de credibilidad del primer mandatario, Sebastián Piñera, y
su debilidad frente al oficialismo y la oposición en un sistema que
necesita alto grado de presidencialismo, sumado a un esquema de
representación binominal que empareja las fuerzas parlamentarias hacen
difíciles las soluciones de fondo, como una reforma constitucional.
En esta evaluación coincidieron los cientistas políticos José Jara,
ex director de FLACSO Chile e investigador del Instituto Igualdad, y
Mauricio Morales, analista de la Universidad Diego Portales (UDP).
Los movimientos sociales que vienen saliendo a las calles en los
últimos tiempos, en especial el estudiantil, “no tienen una
interpretación a partir de los temas que están defendiendo sino más bien
de una crisis de representación política”, aseguró Jara.
El catedrático precisó que estas manifestaciones “destapan y ponen en
la agenda pública la necesidad de cambios constitucionales” como
solución de fondo a estos conflictos.
En Chile “tenemos una democracia empatada en términos electorales con
un sistema binominal que determina que los distritos tengan la misma
representación con un diputado y un senador por cada bloque que se
representa”, explicó el investigador.
Por eso, en los 20 años de democracia la oposición de la Alianza por
Chile (hoy gobernante) que “siempre tuvo la mitad del Congreso y la
Concertación solo tuvo mayoría un año durante el gobierno de Michelle
Bachelet; tenía el control del gobierno pero no el poder político para
transformaciones profundas”, reseñó Jara.
“El sistema electoral binominal obliga a formar dos coaliciones para
competir, hayan las diferencias que hayan hacia adentro de cada
coalición”, añadió Moreno en referencia a la representación política
chilena de la Concertación -partidos de centroizquierda, liderados por
la Democracia Cristiana-, y de la Alianza, conformada por los
derechistas Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional.
Para Moreno, estas coaliciones “tienen escasa diferenciación
programática y mayoritariamente se orientan hacia el centro, con lo que a
la gente le da lo mismo votar a unos que a otros”.
Al hacer un análisis más detallado de la actual coyuntura, el
académico sostuvo que hay tres grandes factores que la explican,
empezando por los “problemas estructurales de desigualdad que no
retrocedieron y se mantuvieron” durante los anteriores gobiernos de la
Concertación.
Además del “déficit institucional de representación política dentro
de un sistema con alta necesidad de presidencialismo”, Moreno resaltó
los factores “propios de este gobierno”.
Al respecto, señaló que los partidos de derecha, como los que
conforman la oficialista Alianza, “tienen escasa raigambre en los
movimientos sociales, lo que hace que el gobierno no tenga posibilidad
de diálogo” con estos grupos.
Pero también destacó que existe una “escasa vinculación entre el
Ejecutivo y sus propias fuerzas políticas” al punto que “el presidente
ha sido abandonado por la UDI y Renovación Nacional”, sumado a que “los
atributos personales de Piñera no mejoran en casi ninguna de las
encuestas por problemas de credibilidad e incumplimiento de promesas”.
En cuanto a posibles soluciones al conflicto estudiantil y de otros
que también se vienen perfilando, los analistas descartaron un
plebiscito que conlleve reformas constitucionales como proponen los
estudiantes y la oposición.
Según Jara, las reformas políticas necesarias van más allá de los
cambios pedidos por los estudiantes y deberían apuntar al esquema
tributario, a la distribución del poder político, al sistema electoral,
al financiamiento de la política, a los partidos políticos, a la
inscripción de los registros electorales y a los mecanismos de
participación.
“Tácticamente es un error porque este tipo de reformas requiere de un
camino muy largo, de discusiones en el Congreso y quórum calificado”,
lo que implica, la necesidad de “un acuerdo político bastante amplio”,
consideró el experto.
“Con el nivel de empate es muy difícil una nueva constitución. Puede
que haya enmiendas pero en Chile las nuevas constituciones siempre han
sido procesos complejos muy largos y dolorosos o revolucionarios”,
opinó.
Para Moreno, en cambio, “plebiscitar es una buena instancia de
democracia directa en ciudadanos calificados pero también genera
democracias plebiscitarias o de baja calidad”.
El analista consideró “más razonable” solucionar los conflictos en la
mesa de dialogo”, en coincidencia con Jara, quien sostuvo que los
sectores en pugna “tienen que avenirse a negociar y en el camino abrir
la reforma de la distribución del poder”.
En ese sentido, Moreno resaltó que “hubo una aproximación hacia la
Democracia Cristiana para mediar en el conflicto, no tanto para
mezclarse en la demanda de los estudiantes, sino como un intento del
gobierno de tender lazos hacia los más moderados”.
“El presidente tiene que tratar de ordenar a sus parlamentarios y
quebrar oposiciones apoyándose en la Democracia Cristiana”, ponderó el
docente de la UDP, aunque consideró que esta opción “es bien difícil”.
En cuanto a cómo puede perfilarse el futuro escenario electoral en
este marco, cuyas dos instancias próximas son los comicios municipales
de 2012 y los legislativos de 2013, Moreno vislumbró una alineación
hacia dos figuras: la ex presidenta Michelle Bachelet y el actual
ministro de Obras Públicas y presidenciable, Laurence Golborne, que
tiene una alta imagen positiva, sobre todo tras liderar el operativo de
rescate de los 33 mineros de Copiapó.
“En una crisis de representación se alimentan los liderazgos
supranacionales.
Eso puede hacer decidir una elección. Hoy aliarse con
partidos no es buena decisión, hay que estar por sobre los partidos y a
pesar de los partidos”, sostuvo en relación a los posibles movimientos
para las próximas elecciones en torno a estos dos políticos de signos
contrarios.
Telam