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La nube de partículas radiactivas que escaparon de la central japonesa de Fukushima tras el tsunami del 11 de marzo ha llegado a España, como habían pronosticado algunos expertos desde el inicio de la crisis.
Según el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), las concentraciones detectadas, "insignificantes", son similares a las halladas en otros países europeos y no suponen "ningún peligro para la salud de las personas y el medio ambiente".
Los primeros incrementos puntuales de elementos radiactivos se detectaron en Cáceres el 26 de marzo, en una de las seis estaciones de gran sensibilidad que el CSN tiene en España.
En los días siguientes, los detectores pitaron en el resto de estaciones tras el paso de aire con yodo-131, cesio-137 y cesio-134. En el caso del yodo-131, el pico se alcanzó el fin de semana, alcanzando los 2,3 milibequerelios por metro cúbico de aire.
Esta cantidad es 7.000 veces menor al límite legal para la población y 350.000 veces menor que el tope admitido para los trabajadores de las instalaciones nucleares. Incluso estos umbrales siguen siendo seguros para la salud de las personas.
Los niveles de radiactividad de la nube son tan ínfimos que su paso no se ha cazado en las redes de detección de accidentes nucleares, presentes por todo el país. Las luces rojas sólo han saltado en las estaciones de muestreo de gran sensibilidad del CSN en Barcelona, Bilbao, Cáceres, La Laguna, Madrid y Sevilla.
Las organizaciones Greenpeace y Ecologistas en Acción cargaron ayer contra "la falta de transparencia" del CSN. El portavoz de la campaña antinuclear de Greenpeace, Carlos Bravo, acusó ayer al organismo de control del sector atómico de informar "tarde y mal" y de actuar "peor que otros organismos similares en otros países".
Fuentes del CSN aseguran que, al tratarse de concentraciones mínimas, la estación de Cáceres comunicó por fax el 28 de marzo, lunes, el hallazgo detectado el sábado. El CSN envió un comunicado el propio lunes, relegando esta información al último párrafo, tras el seguimiento a la situación en la central de Fukushima. Durante la semana, el organismo regulador ha seguido aportando información sobre la concentración de yodo y cesio en el aire en España, pero estos datos han pasado desapercibidos hasta ayer.
El físico Francisco Castejón, de Ecologistas en Acción, también criticó ayer "la política equivocada de falta de transparencia" del CSN, aunque reconoció que los niveles detectados "son casi una curiosidad".
Fuentes del CSN insisten en que, como se puede ver en su web, se informó "en cuanto se supo", pero ni los medios de comunicación ni las ONG ecologistas revisaron esa información.
La jefa del área de Vigilancia Radiológica Ambiental del CSN, Rosario Salas, explicó ayer que no hay duda de que estas partículas de cesio y yodo llegan de Japón. La "nube procedente de Fukushima", detalló, ha llegado a España "a partir de una fecha en la que estaba previsto a través de los modelos meteorológicos". Además, subrayó, los isótopos radiactivos "coinciden con las emisiones de la central".
El 20 de marzo, el catedrático de Física Manuel Lozano Leyva, de la Universidad de Sevilla, se mostraba convencido de que las partículas se detectarían en España.
Este jueves, sus equipos cazaron el yodo de Fukushima.
Para el físico, estos niveles son incluso menos significativos que las concentraciones de tritio que todavía hoy permanecen en la atmósfera española tras los ensayos nucleares de EEUU y la URSS en las décadas de 1960 y 1970. Más de 600 de estas bombas explotaron en el aire y con plutonio.
"La detección de incrementos de yodo y cesio en el aire lo único que demuestra es que tenemos buenos detectores", opina.