¿Es la libertad una idea religiosa? Como John McEnroe habría dicho: "No puedes estar hablando en serio."
Si usted valora la libertad, entonces debe huir de la religión como el antílope huye del león.
La religión es la verdadera antítesis de la libertad, que insiste en nuestra sumisión completa a las exigencias inalcanzables de un señor invisible pero sumamente poderoso.
Piense en el Islam, cuyo nombre significa "sumisión"!
Piense en el cristianismo, que afirma que es la desobediencia lo que trajo el pecado original al mundo, lo que implicó el sufrimiento y la injusticia, hasta los terremotos y tsunamis. Imaginese!
Afirmar que la obediencia humana es tan imperativa que el propósito de una deidad omnipotente y la estructura misma del planeta, si no del universo entero, dependen de ella y todo puede ser catastróficamente destruido a la primera bocanada de rebelión - y luego afirmar que tal religión es la fuente de la libertad humana!
El Dios de Abraham, incluso con entusiasmo respalda la más vil de todas las negaciones de la libertad: la esclavitud. En Levítico 25, hay una cita directa de esta deidad supuestamente perfecta, que en concreto permite a los israelitas tomar y mantener esclavos, con la única condición que debe ser de las tribus vecinas y no de su propio pueblo.
Directamente desde la boca del caballo, por así decirlo, y apenas un ejemplo brillante de la libertad como un ideal religioso.
La religión se deleita en normas sin importancia y en el ejercicio de poder sobre sus seguidores.
¿Qué religión teísta no pretende limitar la libertad de los creyentes con decretos sin sentido acerca de los alimentos que pueden o no pueden comer, las fibras que pueden o no pueden ser usados, días en los que pueden o no pueden trabajar, qué cosas pueden usar o no usar para cubrir sus cabezas, los libros que deben o no deben ser leídos, imágenes que pueden o no ser usadas, palabras que pueden o no pueden decir, las ideas que pueden o no explorar, acciones que pueden o no realizar, rituales - ya sea físicos o simbólicos - que deben llevar a cabo a fin de limpiarse a sí mismos de impurezas que la misma religión inventó?
No hay aspecto de nuestra vida, sin importar cuán íntima sea, que la religión insista sin verguenza en su derecho de controlar.
A quién se puede amar, a quien desear, con quiénes se pueden expresar físicamente los sentimientos: en tales restricciones a nuestra libertad la religión toma su forma más insistente e intrusiva.
Pero eso no se detiene aquí, la religión no limita su control a nuestras obras, o incluso a las palabras: no, la invisible Policía del Pensamiento de la religión nos persigue sin escrúpulos, incluso en los más recónditos rincones de nuestra mente y hay que estar preparados para ser condenados por nuestros pensamientos.
Ni siquiera el gobernante más atroz o el dueño de esclavos más brutal de la historia ha alcanzado tales extremos de tiranía: la religión no nos da ninguna privacidad, no hay donde esconderse, no hay libertad para tener incluso un pensamiento fugaz, sin que sea inmediatamente conocido - y juzgado por - una dictador cósmico.
La religión es la esclavitud definitiva: es la esclavitud de la mente, la esclavitud al temor del juicio divino y la condenación.
La ironía diabólica consiste en el hecho de que "juicio divino" y "condena" son ellos mismos los inventos de la religión: primero la religión crea y perfecciona exquisitamente el miedo, y luego cínicamente se declara el libertador única e indispensable de él.
Y así se nos invita a considerar la religión como la fuente de la verdadera libertad? Es una afirmación ridícula, una afirmación vergonzosa, una afirmación que es una burla del lenguaje, así como de la verdad y de la dignidad humana.
Como tal, está a la par de otras afirmaciones religiosas, como las que definen el perdón perfecto como algo dependiente de un sacrificio barbárico a través de la crucifixión de un hombre inocente, una justicia perfecta que consiste en que un inocente sea torturado hasta la muerte para que el culpable quede libre de polvo y paja, y que el amor perfecto consista en condenarnos al infierno por toda la eternidad si nos negamos a aceptar tal grotesca monstruosidad como prueba de un Dios perfecto y amoroso.
La libertad verdadera requiere liberarnos de la tiranía de la religión, tanto como de los regímenes brutales que hay en el mundo.
La verdadera libertad consiste en la libertad de pensar, de explorar, de crecer; la libertad de buscar el conocimiento y el aprendizaje, donde quiera que ello nos lleve; la libertad de ser diferentes, disconformes, libres de prejuicios, libres de la ignorancia; la libertad de amar y de expresar ese amor como queramos; la libertad de ser nosotros mismos, a aceptarnos a nosotros mismos, con todos nuestros defectos, y aceptar a los demás en las mismas condiciones; la libertad de elegir nuestro propio significado y propósito en la vida y tomar nuestras propias decisiones sobre la base de elecciones libres; libertad de cometer errores, libertad de cambiar de opinión; libertad del miedo, especialmente de los temores falsos inventados por aquellos cuyo único objetivo es controlar nuestra palabra, pensamiento y acción.
La religión pretende liberar a sus seguidores, mientras los mantiene esclavos todo el tiempo e insistiendo en que deben besar la mano de su carcelero. No podrá haber verdadera libertad mientras la religión mantenga a la mente humana con grilletes.
Un artículo de Paula Kirby
Publicado el 15 de febrero de 2011, en The Washington Post.
Traducido por Mauricio Gómez Calderón