Estuvo 8 días desaparecida por un supuesto amorío con un sacerdote
Luego de 8 días de desaparecida y ante el escándalo que originó entre su familia y la misma opinión pública, al haberse fugado de su casa con un sacerdote, con quien mantenía una relación de noviazgo, pese a la marcada diferencia de edades, esta mañana apareció sorpresivamente la joven Jimena Martínez, de 17 años de edad, a quien sus familiares buscaban desesperadamente desde el pasado 15 de febrero y que durante todo este tiempo estuvo escondida junto con el prelado en el Estado de Puebla.
Luego de 8 días de desaparecida y ante el escándalo que originó entre su familia y la misma opinión pública, al haberse fugado de su casa con un sacerdote, con quien mantenía una relación de noviazgo, pese a la marcada diferencia de edades, esta mañana apareció sorpresivamente la joven Jimena Martínez, de 17 años de edad, a quien sus familiares buscaban desesperadamente desde el pasado 15 de febrero y que durante todo este tiempo estuvo escondida junto con el prelado en el Estado de Puebla.
Autoridades policiacas informaron que la madrugada de hoy, Jimena Martínez entabló comunicación vía telefónica con su hermano Víctor, de los mismos apellidos, para informarle que se encontraba en el Estado de Puebla y que estaba a punto de abordar un autobús para regresar a su casa, por lo que le pidió a su consanguíneo que la fuera a recoger a la terminal de autobuses de la TAPO.
Luego de ello, su consanguíneo de inmediato le dio la noticia a su madre, quien en ese momento pensando que el sacerdote iba a llegar con ella dio parte a elementos de la Policía Judicial, que la buscaban afanosamente desde el día de su desaparición, para que los acompañaran y capturaran al depravado prelado, pero como era de esperarse éste nunca llegó.
Después, cuando la jovencita llegó y tras de que elementos de la Policía Judicial la interrogaron, ésta de entrada manifestó: "me fui por mi voluntad, no tuve relaciones sexuales con el sacerdote, él solamente me cuidó, a lo máximo que llegamos fue a darnos un beso y me la pasé muy bien".
En un claro intento por proteger al cura, la joven dijo: "es un buen hombre, no es depravado, ni abusó de mí, lo único que hizo fue protegerme, pero como en todos los medios lo tachaban de lo peor y afirmaban que era un cochino que había fallado a sus principios religiosos, opté por regresarme para no perjudicarlo más y él se quedó en un lugar escondido del Estado de Puebla para no ser detenido y linchado por la opinión pública".
Sin embargo, a pesar de las versiones que dio la joven Jimena Martínez, autoridades policiacas afirmaron que durante el tiempo que estuvo con el sacerdote Gerardo Romero Hernández sí tuvo relaciones sexuales con él, pues así lo demuestran los exámenes médicos a que fue sometida.
En torno a esto, la jovencita en un claro intento por seguir protegiendo al cura, afirmó que si los exámenes médicos que se le practicaron arrojaron que había mantenido relaciones sexuales, fue porque lo hizo con otras personas, pero nunca con el sacerdote.
Policías ministeriales informaron que aunque existen todas las evidencias de que el cura mantenía relaciones sexuales con Jimena y que por ese motivo "se la robó" para vivir libremente su amor, sin prejuicios, además de que la madre de la joven aseguró que eran novios, tal y como lo descubrió en el cuaderno de su hija, en su teléfono celular y en varios correos electrónicos, donde se expresaban abiertamente su amor, afirmaron que por el momento no podían detener al sacerdote, ya que no existe ninguna acusación en su contra y la supuesta víctima afirmó que se fue por su voluntad y que el cura nunca la tocó ni abusó de ella.
No obstante ello, dijeron, por ser menor edad, la madre de Jimena podría levantar una denuncia contra el sacerdote por haberse llevado a su hija y se estaría en posibilidad de buscarlo y detenerlo, pero mientras Jimena que sería la parte afectada, se mantenga en su posición de defenderlo y afirmar que se fue por su voluntad y que no le hizo nada, el cura de la Iglesia de la Santa Eucaristía, ubicada en el municipio de Atizapán, solamente declararía ante el agente del ministerio público y luego saldría libre por no existir cargos en su contra.
Luego de ello, su consanguíneo de inmediato le dio la noticia a su madre, quien en ese momento pensando que el sacerdote iba a llegar con ella dio parte a elementos de la Policía Judicial, que la buscaban afanosamente desde el día de su desaparición, para que los acompañaran y capturaran al depravado prelado, pero como era de esperarse éste nunca llegó.
Después, cuando la jovencita llegó y tras de que elementos de la Policía Judicial la interrogaron, ésta de entrada manifestó: "me fui por mi voluntad, no tuve relaciones sexuales con el sacerdote, él solamente me cuidó, a lo máximo que llegamos fue a darnos un beso y me la pasé muy bien".
En un claro intento por proteger al cura, la joven dijo: "es un buen hombre, no es depravado, ni abusó de mí, lo único que hizo fue protegerme, pero como en todos los medios lo tachaban de lo peor y afirmaban que era un cochino que había fallado a sus principios religiosos, opté por regresarme para no perjudicarlo más y él se quedó en un lugar escondido del Estado de Puebla para no ser detenido y linchado por la opinión pública".
Sin embargo, a pesar de las versiones que dio la joven Jimena Martínez, autoridades policiacas afirmaron que durante el tiempo que estuvo con el sacerdote Gerardo Romero Hernández sí tuvo relaciones sexuales con él, pues así lo demuestran los exámenes médicos a que fue sometida.
En torno a esto, la jovencita en un claro intento por seguir protegiendo al cura, afirmó que si los exámenes médicos que se le practicaron arrojaron que había mantenido relaciones sexuales, fue porque lo hizo con otras personas, pero nunca con el sacerdote.
Policías ministeriales informaron que aunque existen todas las evidencias de que el cura mantenía relaciones sexuales con Jimena y que por ese motivo "se la robó" para vivir libremente su amor, sin prejuicios, además de que la madre de la joven aseguró que eran novios, tal y como lo descubrió en el cuaderno de su hija, en su teléfono celular y en varios correos electrónicos, donde se expresaban abiertamente su amor, afirmaron que por el momento no podían detener al sacerdote, ya que no existe ninguna acusación en su contra y la supuesta víctima afirmó que se fue por su voluntad y que el cura nunca la tocó ni abusó de ella.
No obstante ello, dijeron, por ser menor edad, la madre de Jimena podría levantar una denuncia contra el sacerdote por haberse llevado a su hija y se estaría en posibilidad de buscarlo y detenerlo, pero mientras Jimena que sería la parte afectada, se mantenga en su posición de defenderlo y afirmar que se fue por su voluntad y que no le hizo nada, el cura de la Iglesia de la Santa Eucaristía, ubicada en el municipio de Atizapán, solamente declararía ante el agente del ministerio público y luego saldría libre por no existir cargos en su contra.