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La Antigua y Misteriosa Máquina de Antikhitera


[SEPA/Diario El Peso] A comienzos del siglo XX [1901], un grupo de buzos, pescadores de esponjas, encontró en forma accidental a 40 metros de profundidad, los restos de un naufragio, en las cercanías de la isla griega de Antikhitera [situada al sur de la Península del Peloponeso y al Noroeste de Creta. La nave, de probable origen romano, habría naufragado hace alrededor de 2.000 años, entre 50 y 100 años antes de la era cristiana. 

Entre los restos del naufragio los buzos encontraron un antiquísimo artefacto, que se conoce como “El Mecanismo de Antikhitera”, cuya extraña complejidad, a 110 años del hallazgo y a más de 2.000 años de su construcción, asombra al mundo.

¿Qué es el Mecanismo de Antikhitera? Podría ser descripto como una computadora analógica o mecánica, un sorprendente mecanismo de relojería, que por medio de sofisticados algoritmos puede calcular el movimiento de los cuerpos celestes. En su parte frontal se distingue un dial que muestra la posición del Sol, la Luna y los planetas a través del Zodíaco.

En su parte posterior exhibe un calendario luni-solar de 19 años que permitiría predecir eclipses. Entre ambas un sofisticado ingenio de engranajes y diferenciales que las conectan.

Imágenes tomadas con Rayos “X” han permitido deducir que el ingenio tuvo 37 ruedas dentadas que lo hacían funcionar. El engranaje diferencial que posee el artefacto, reaparecerá en la historia en el siglo XVI y los niveles de miniaturización y complejidad de sus partes sólo puede ser comparado con relojes del siglo XVIII.

Su construcción denota la aplicación de teorías de astrónomos y matemáticos griegos que datan de 150 años antes de Cristo, por lo que su construcción podría ser de la misma época. 

Es probable que este tipo de mecanismos haya sido utilizado por filósofos para enseñar astronomía o explicar el movimiento de los astros. 

Se aventuró la posibilidad de que hayan existido mecanismos similares precedentes, dado que las inscripciones griegas encontradas en el artefacto sugieren que sus constructores podrían haberse inspirado en otros ingenios similares construidos por Arquímedes

Cicerón, en el primer siglo de la era cristiana, escribió con agudeza sobre los dispositivos de bronce realizados por Arquímedes [en el siglo III A.c.], que reproducían, según él “con error”, los movimientos del Sol, la Luna y los planetas alrededor de la Tierra. 

Es importante destacar que Cicerón pudo haber conocido que tres siglos antes de Cristo, Aristarco de Samos había propuesto la “Teoría Helicéntrica”, anticipándose milenio y medio a Nicolás Copérnico.

También se vincula al dispositivo con la academia que el filósofo estoico Posidonio fundó en la isla griega de Rodas, centro de Astronomía e Ingeniería Mecánica, en la cual trabajó el astrónomo Hiparco de Nicea

Se especula que Hiparco pudo haber diseñado el mecanismo, ya que refleja una teoría que desarrolló sobre el movimiento u órbita irregular de la Luna conocida como la “Anomalía Lunar”.

Según crónicas de la época, la isla de Rodas era conocida por extraordinarios ingenios mecánicos, entre ellos, diversos tipos de autómatas [o robots] que allí se construían. Se descuenta la influencia de la Escuela de Alejandría en la génesis de esta mecánica avanzada, por el tráfico permanente de Posidonio e Hiparco de Nicea tenían con los sabios del Museum, sede de la extraordinaria Biblioteca de Alejandría, de la que éste último llegará a ser Director. Se piensa que allí albergaban planos de diseños similares.

Otra incógnita que inquieta a los investigadores es porqué un mecanismo de esta naturaleza estaba en una nave romana. Es posible que ello sea la consecuencia de un saqueo de tropas romanas a la ciudad de Rodas, lo que se explicaría por la dirección con la que fue encontrado el navío, con la proa al Occidente. 

Como el “Mecanismo de Antikhitera” parece haber tenido varios años de uso al momento del naufragio, no se descarta su origen en Siracusa o Rodas y la hipótesis de varios traslados previos.

Rodas y Siracusa comparten con Alejandría un destino paralelo. Víctimas de saqueos y guerras vieron destruida la mayor parte de su verdadera riqueza: el conocimiento. Arquímedes fue asesinado por un soldado romano durante un asedio a Siracusa en la segunda guerra púnica. 

Rodas también fue atacada y saqueada antes de convertirse en una provincia romana, pese a que Posidonio apoyaba a Roma. A la Biblioteca de Alejandría le corresponde el extraño privilegio de haber sido varias veces destruida, primero por los romanos y luego por fanáticos de las tres grandes religiones monoteístas.

Está claro que la desaparición de Arquímedes fue un retroceso penoso al conocimiento antiguo, al igual que los sucesivos incendios de Alejandría, pero… ¿Qué hubiera pasado si la línea evolutiva del conocimiento no se hubiera interrumpido con estos episodios, que borraron casi todo rastro del avance tecnológico de la antigüedad?

Dos visiones encontradas pretenden contestar este interrogante. La primera perspectiva, se denomina “Teoría de la acumulación exponencial de conocimiento y del progreso indefinido” y explica el desarrollo progresivo de la civilización por la mera acumulación cuantitativa de datos, ideas, técnicas y prácticas. 

Presupone que determinados logros más tarde o más temprano desencadenan o desembocan en forma necesaria en otros. 

De esta manera la tecnología de “Antikhitera”, que es equivalente a la desarrollada en el siglo XVIII, podría haber desencadenado una revolución industrial, similar a la ocurrida en Inglaterra durante el siglo XIX, pero… en el primer siglo de la era cristiana.

¿El hombre habría llegado a la Luna y desarrollado Internet en el siglo II ó III de nuestra era? ¿Cuál sería, si esta teoría fuera cierta, el estado actual de la civilización?

La segunda perspectiva, niega esta posibilidad. En la versión que se conoce como la “Teoría de Olduvai” se sostiene que la tecnología agotará en forma irreversible los recursos existentes. 

Sus postulados concluyen que la civilización industrial moderna [a la que considera iniciada en 1930] colapsará en 2030, época en la que comenzará una regresión que culminará en una cultura basada en la recolección y la caza [como vivían los homínidos cuyos fósiles fueran encontrados en Olduvai, de ahí el nombre de la teoría].

¿Se puede aplicar esta tesis a la antigüedad? Suponiendo que no se hubiera destruido la Biblioteca de Alejandría y que la tecnología hubiera adelantado el desarrollo tecnológico a los parámetros del siglo XIX, pero en los primeros siglos de la era cristiana:

¿Hubiera podido una población mundial de casi 300 millones de personas, agotar los recursos planetarios? ¿Se habría acelerado la deforestación y agotamiento de otros recursos naturales o se habrían alcanzado estándares ecológicos más racionales?

Otra variante de la “Teoría de Olduvai” pretende contestar estos interrogantes. Es la “Teoría de la Autodestrucción por la Inestabilidad Tecnológica”. La complejidad del desarrollo tecnológico, hace que la seguridad de algunos sistemas de alto riesgo, esté sujeta a factores inconmensurables. 

Una alteración accidental podría perturbar el precario equilibrio que tienen estos sistemas y derivar en un colapso total. Es lo que se conoce como “Efecto Chernobyl”. Llegado a un determinado nivel tecnológico toda civilización sucumbiría, en forma imprevisible casi por razones estadísticas.

Los problemas que ha planteado el hallazgo del “Mecanismo de Antikhitera” reflejan la paradoja de la condición humana y su relación con el conocimiento. 

Los propios griegos supieron explicarla con el mito de Prometeo, el Titán que roba el fuego sagrado a los Dioses para dárselo a los hombres. Zeus lo castiga y lo encadena en el Cáucaso. 

Una vez allí, un águila le come su hígado de día, pero como tiene naturaleza divina, durante la noche le crece de nuevo y su tormento se repite con cada salida del sol. ¿Será ese el destino de la civilización humana?



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