Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Hitler ¿¿Ateo??


Al parecer, muchos cristianos  intentar desvincular a este genocida con la religión, más concretamente con el cristianismo y endosarlo a la ideología ateísta. 

Ya no tienen bastante con evadirse de todos los crímenes que cometió el cristianismo desde su aparición, y más aun cuando el emperador Constantino I permitió su culto para mas tarde declararlo religión oficial del imperio romano, que intentan vincular a este personaje con una ideología totalmente contraria a sus creencias claramente religiosas.

Hitler no solo no era ateo sino que era un creyente cristiano (concretamente católico). Aunque el imperio alemán se dividía entre protestantismo y catolicismo, este no era el caso de Hitler. 

Hitler nació en una familia católica. Sus padres (Alois Hitler y Klara Pölzl), que guardaban parentesco entre si, tuvieron que pedir una dispensación papal para poder contraer matrimonio.

En toda su propaganda siempre se incluían símbolos religiosos, tanto cristianos como paganos. 

El nazismo mezclaba el cristianismo con el esoterismo, el ocultismo y muchas otras ideologías religiosas.

En su simbología se puede percibir un fanatismo religioso constante. 

Pero aunque esta mezcla religiosa estaba presente en sus creencias, la predominante era la cristiana.



  • Su cristianismo se hizo presente hasta en sus discursos iniciales. El 12 de abril de 1922, al principio de su carrera política, aun antes de escribir Mi Lucha dijo en un discurso:
“Mi sentimiento cristiano me señala a mi Señor y Salvador como luchador. Me señala al hombre que, en otro tiempo, solo, rodeado únicamente de unos pocos seguidores, reconoció a estos judíos y llamó a la lucha contra ellos y que, verdadero Dios, no fue el más grande entre los mártires, sino el más grande entre los luchadores ! Con amor ilimitado, como cristiano y como hombre, leo el lugar que nos relata cómo el Señor acabó por arremangarse y por tomar el látigo, para arrojar del templo a los usureros, engendro de víboras ! Reconozco su lucha gigantesca por este mundo contra el espíritu judío, después de dos mil años, con la más profunda emoción y con tanta mayor fuerza por el hecho de que fue crucificado por ello (profunda agitación en la sala).

Como cristiano no tengo el deber de dejarme desollar, sino que tengo el deber de ser un luchador por la verdad y el derecho”.
  • El 1 de febrero de 1933, es decir, el día siguiente a su nombramiento como Canciller afirmaba:
“Quiera Dios conceder su gracia a nuestra obra, orientar rectamente nuestra voluntad, bendecir nuestras intenciones y colmarnos con la confianza de nuestro pueblo”.
  • En el primer discurso de Hitler en el Reichstag, el 21 de marzo de 1933, en la iglesia de la guarnición de Potsdam, terminó el “Führer” diciendo:
“Quiera también la Providencia concedernos el valor y la constancia que en este recinto sagrado para todo alemán sentimos en torno nuestro, hombres que luchamos por la libertad y la grandeza de nuestro pueblo, reunidos al pie de la tumba del más grande de sus reyes”.
  • El 1 de mayo de 1933, ante dos millones de obreros alemanes, dijo:
“El pueblo alemán no es ya el pueblo sin honra, de la desvergüenza, de la anarquía, de la pusilanimidad y de la incredulidad. No, Señor, el pueblo alemán es ya otra vez fuerte en su voluntad, fuerte en su perseverancia, fuerte para sobrellevar todo sacrificio. Señor, no nos apartamos de Ti ! Bendice nuestra lucha por nuestra libertad y con ello por nuestro pueblo y nuestra Patria”.
  • En el Congreso de Núremberg de 1935 decía:
“Nuestras catedrales son los eternos testimonios de nuestra pasada grandeza”. Y ya en la guerra, el 6 de octubre de 1939: “Como Führer del pueblo alemán y Canciller del Reich únicamente puedo en estos instantes dar gracias a Dios por haberme dado su milagrosa bendición en nuestra primera y dura lucha por nuestros derechos y rogarle que nos ayude a encontrar el camino verdadero, así como el de todos los demás, a fin de que no sólo el pueblo alemán, sino toda Europa, gocen de una felicidad en la paz”. El 30 de enero de 1942, eran sus palabras finales: “Y vos, Señor, dadnos fuerza para defender la libertad de nuestro pueblo, de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos. Y no solo a nuestro pueblo alemán, sino también a toda Europa”.
  • El 30 de enero de 1944, decía:
“Por eso, cuanto mayores sean hoy las preocupaciones, tanto más alto apreciará, juzgará y recompensará el Todopoderoso a los que frente a un mundo de enemigos han enarbolado en sus leales manos la bandera y han avanzado resueltamente con ella”.
  • También el último discurso de Hitler está lleno de referencias al Todopoderoso y así, el 24 de febrero de 1945, decía:
“Frente al aniquilamiento judeo-bolchevique y frente a sus asesinos de América y Occidente de Europa, no hay más que un imperativo: poner en acción con fanatismo extremo y enconada entereza hasta las últimas fuerzas que un Dios bondadoso permite que el hombre encuentre en épocas graves para la defensa de su vida”.
Los ideales partidistas de una Alemania nazi partieron de un cristianismo antisemita.
El partido y sus organizaciones
La opinión del partido queda reflejada en el punto 24 de su programa que dice:
“Exigimos la libertad para todas las denominaciones religiosas dentro del Estado mientras no representen un peligro para éste y no militen contra los sentimientos morales de la raza alemana”.
Este párrafo se refiere a organizaciones tipo “Testigos de Jehová” o también a la religión judía.
“El partido, defiende en su carácter de tal, la idea del cristianismo positivo pero no se compromete, en materia de credo, con ninguna confesión en particular. Combate el materialismo judío infiltrado entre nosotros”.
Respecto a las más conocidas organizaciones del Partido, la SA y la SS podemos decir que los estandartes de las SA eran bendecidos por los obispos y además uno de los puntos de dicha organización rezaba:
“Nuestro movimiento está decidido a proteger las dos confesiones: católica y protestante”.
En cuanto a las “terribles” SS, debe darse a conocer el texto segundo de los juramentos que debían hacerse para ser miembro de ellas. Este decía: “Crees en Dios?” y debía responderse:
“Sí, creo en un Dios Todopoderoso”.
Se ha dicho que los niños de las Juventudes Hitlerianas eran enseñados con canciones ateas. Ahora bien, hemos localizado un centenar de canciones, antiguas y modernas (algunas compuestas por el propio Baldur von Schirach, jefe de las mismas) en las cuales la religiosidad es evidente y la palabra Dios se repite con frecuencia.
Creemos en Europa,
creemos en el nuevo orden,
creemos en la juventud,
creemos en el triunfo de lo bueno,
porque creemos en Dios
(Baldur von Schirach)
Joseph Goebbels: Hijo de padres católicos, Goebbels recibió una educación de tal carácter religioso. Ya en su juventud obtuvo una especie de beca de una organización católica llamada “Alberto Magno” y llegado al poder mantuvo siempre una actitud moderada. El Dr. Goebbels fue autor de numerosas obras y es de la titulada “El comunismo sin máscara” de la que se extrae lo siguiente:
“El bolcheviquismo niega la religión por principio, fundamentalmente y de antemano y no ve en ella más que opio para el pueblo. El nacionalsocialismo, por el contrario, con su tolerancia, respecto a las confesiones, propugna un idealismo creyente y trascendental”.
La opinión de los dirigentes.


En su obra: “El bolchevismo en la teoría y en la práctica”, hablando sobre los sucesos ocurridos en España, escribe:
“Es difícil formarse idea exacta de los detalles espantosos que llegan hasta nosotros relativos a ejecuciones de sacerdotes y atentados vergonzosos contra religiosos, por parte de anarquistas y comunistas. Este es el verdadero aspecto del ateísmo bolchevique, que todavía se atreve, en algunos países, a colaborar con las Iglesias. Pero los cadáveres de las religiosas sacadas de sus ataúdes constituyen un exponente de lo que es capaz el bolchevismo”.
Al contrario de los que ocurría en todo el mundo, Joseph Goebbels, en esta obra -leída en el Congreso de Núremberg de 1936- denuncia el horrendo crimen.

El día 19 de abril de 1945, diez días antes de morir y cuando los rusos se hallaban ya a las puertas de Berlín, decía Goebbels:
“Debemos dar una y otra vez gracias a Dios de que en tan terribles tiempos nos haya concedido a un verdadero Führer”. Y el 3 de diciembre de 1928 había escrito: “El movimiento Nacionalsocialista se funda en un cristianismo positivo sin atarse a una determinada confesión. En él tiene su puesto tanto el protestante como el católico y el cristiano-alemán”.
Rudolf Hess: El prisionero de la paz, no era -al igual que otros dirigentes nacionalsocialistas- partidario de una determinada religión, manteniendo, casi por tradición, la recibida por sus padres. Pero ello no era obstáculo para tener un verdadero conocimiento de la existencia de Dios y de su bondad infinita y, como no, de su justicia divina. Precisamente a este respecto es conveniente recordar sus últimas palabras en los Juicios de Núremberg, donde declaró:
“Soy feliz de saber que he cumplido con mi deber frente a mi pueblo…. mi deber como alemán, como nacionalsocialista y fiel colaborador del Führer. No me arrepiento de nada. Si me hallara al principio volvería a actuar como lo he hecho. Siento la mayor indiferencia por las decisiones de los hombres: algún día compareceré ante Dios para rendirle cuentas y se que Él me declarará inocente”.
Heinrich Himmler: Era sobrino del famoso jesuita P. Himmler, hijo del director de la Escuela católica de Munich y hermano de un monje benedictino que vivía en el monasterio de Mariaalach. En sus discursos mencionaba frecuentemente a Dios. En su discurso del 19 de octubre de 1944 decía:
“Nuestro Señor ha creado los pueblos, que no son invención de la voluntad humana. En un devenir creador de milenios, nació, según sus altos designios, el pueblo alemán, con sus ricos dones, su bella patria y sus difíciles condiciones de vida. Sin limitaciones nos doblegamos ante la Ley Eterna y con ella ante la Patria”.
Wilhelm Frick: Frick, ministro de las leyes raciales, era también un creyente. Llegó incluso a redactar oraciones. Una de ellas decía:
“Señor, líbranos de la mentira y de la traición. Yo se que la falta de Dios y la falta de Patria aniquilan a nuestro Pueblo”.
Hermann Goering: Ministro del Aire. Héroe de la Primera Guerra Mundial. Dijo en Viena el 26 de marzo de 1938:
“Se afirma: ahora es exterminada la religión, ahora es eliminada la fe! Pues entonces que se me enseñe la iglesia que, como ha ocurrido en España, haya sido destruida o incendiada. Que se me muestre a los sacerdotes que hayan sido torturados o desollados. Que se me enseñe una iglesia que haya sido cerrada y en la cual los fieles no pueden rezar. Que se me muestre a un sacerdote al que se le haya impedido dedicarse a sus funciones sacerdotales o que haya sido arrastrado por las calles, después de haber sido decapitado, como hicieron los comunistas en España. Si fue detenido un sacerdote, esto no ocurrió por dedicarse a sus misiones sacerdotales, sino porque se hizo demasiado mundano. Sólo queremos que se efectué una clara separación. La Iglesia tiene sus funciones determinadas, muy importantes y muy necesarias y el Estado y el Movimiento tienen otras misiones igualmente importantes y decisivas. Si hubiésemos sido antirreligiosos o anticreyentes, habría estado con nuestro movimiento la bendición del Todopoderoso? Hemos empleado toda la fuerza de nuestro sentimiento religioso para poder mantenernos firmes en la terrible lucha! Creen que esto habría sido posible sin nuestra más profunda fe en Dios, en el Todopoderoso?”.
Alfred Rosenberg: Ha sido considerado el máximo enemigo de las religiones. Si tenemos en cuenta que Rosemberg jamás poseyó influencia decisiva en la política, puesto que nunca ocupó puesto relevante alguno, parece asombroso conceder tanta importancia a su obra: “El Mito del Siglo XX”. 

De ella se llegaron a hacer 800 mil ejemplares. Pero las ediciones del libro de Hitler “Mi Lucha” – que como hemos probado era netamente favorable a las religiones- llegaron a superar, ya en 1943, los diez millones de ejemplares, hasta llegar al extremo de ser considerado el libro más vendido después de la Biblia.

La posición de la iglesia frente al partido Nazi.


El Concordato
Ya en el primer año de gobierno nacionalsocialista se logró lo que los otros gobiernos precedentes no habían conseguido: firmar un Concordato con la Iglesia Católica. Esta circunstancia echaba por los suelos las teorías democráticas de una supuesta enemistad entre ambos organismos. 

Entre los diversos apartados del Concordato se hallaba la reglamentación del impuesto de culto y su cobro y las distintas protecciones a la Iglesia y a sus ministros.

En el texto del Concordato puede leerse: En virtud de las normas del Concordato el hábito religioso será protegido por una disposición civil, del mismo modo que lo están los uniformes oficiales. El Estado sufragaba además los gastos de las facultades de Teología existentes en las Universidades alemanas que eran ocho, aparte de otros seis centros de menores dimensiones.

La prensa “aliada” vociferaba contra el nacionalsocialismo por supuestas restricciones en Polonia. En una carta que no llegó a ser publicada en el diario “La Verdad” de Murcia, D. José Antonio Vidal Gadea, miembro de la División Azul y caballero de la Cruz de Hierro confirmaba que en los territorios bajo jurisdicción de Alfred Rosenberg:
“Estuve durante el mandato alemán en primera línea y recorrí (no precisamente por deporte) diversos hospitales situados en ciudades alemanas, así como de naciones bálticas y pude comprobar la celebración de Misas y Oficios en los templos cristianos. Un detalle interesante es que a bastante distancia de los templos se colocaban letreros advirtiendo su proximidad y ordenando silencio para no perturbar las prácticas religiosas…. Las unidades alemanas contaban todas con capellanes de acuerdo con el credo religioso de sus componentes… En el equipo de los combatientes católicos se incluía un anillo con un “decena” para el rezo del Santo Rosario”.
Debemos añadir que, como es sabido, todos los soldados llevaban en su cinturón la tradicional frase “Gott mit uns” que significa “Dios con nosotros”.
Opiniones de religiosos

  • En el folleto titulado “Por qué el Eje ganará la guerra? Polémica y razón de la Europa cristiana” que venía a representar la forma de pensar de muchos sacerdotes, decía:
“Si Hitler no hubiese forjado la actual Alemania, Europa se encontraría indefensa frente al comunismo y como la subida al poder de Hitler no puede explicarse humanamente, debemos concluir que el Dios de las Victorias coloca a Adolf Hitler en el poder para ser el salvador de la Civilización y del Cristianismo”.
  • El presbítero José Manuel Vega y Diaz, exclama en su obra “La plaga maldita del comunismo”:
“Ojalá que los ejércitos del Eje y sus aliados venzan y hagan desaparecer esta plaga maldita que ha roído la existencia de la humanidad en sus mismas entrañas!”.
  • El reverendo M. Yate Allen, inglés, decía:
“Es porque soy sacerdote y porque creo firmemente en la religión cristiana por lo que acojo con regocijo y doy gracias al Todopoderoso por lo que ha sido llevado a cabo por Mussolini y Hitler”.
  • El reverendo Geoffrey Dymock, vicario de St. Bede, Bristol, hablando sobre la Alemania de Hitler la calificaba como:
“una de las grandes razas de Europa que ha conseguido desembarazarse de las penas de una vil esclavitud de la finanza internacional”.
  • El Nuncio Pacelli –después Papa- dijo a Hitler, con motivo de la felicitación del Año Nuevo -segun el semanario “Der Ring”:
“Ud. excelencia, es el salvador del Pueblo alemán enviado por Dios”.
  • En 1942, con motivo de la guerra en Rusia, los obispos alemanes declararon:
“Una victoria sobre el bolchevismo sería comparable al triunfo de la enseñanza de Jesus sobre los infieles”.
  • El sacerdote de Breslau, Dr. Nieborowski que escribió:
“El triunfo de Adolf Hitler ha sido el triunfo del cristianismo amenazado de inminente peligro en Alemania y enEuropa. La Iglesia Católica debe arrodillarse para dar gracias al Todopoderoso por esta salvación… A nuestros ojos y en sentido cristiano y católico, Hitler es un instrumento de la Providencia”.
  • Durante una exposición en Munich fue retirada de la sala una imagen de Cristo Crucificado, verdaderamente vergonzosa por intervención de los nacionalsocialistas. Sin embargo unos años antes, en plena democracia, fue escarnecido el cristianismo y la Iglesia Católica de la forma más aberrante y escandalosa en una “Exposición de librepensadores internacionales” en verano de 1930, sin que se produjese ninguna queja por parte del partido del Centro que se suponía católico. Muchos años más tarde, en 1967, restituida la “libertad” en Alemania, en otra exposición se presentó una serie de caricaturas obscenas y en una de ellas se mostraba a Cristo crucificado guiñando el ojo a una monja que correspondía mostrándoles el pecho desnudo. Cada uno juzgue. En 1930 como en 1967, nadie protestó, puesto que sólo el Partido Nacionalsocialista (1933-1945) podría haberlo hecho. Para los demás partidos, burlarse de lo que sea incluso de Cristo, constituye una muestra de libertad. Para el nacionalsocialismo, los cuadros blasfemos significaban un insulto para todos los que desde hace cientos de años habían muerto en defensa de los ideales de la Cristiandad.
Extractos de “Mi lucha”
“Ambos somos católicos, pero, ¿acaso no osamos decirlo? ¿Es que realmente se supone que debemos creer que nunca ha habido nada en la Iglesia católica en que se pudiera encontrar un fallo? Justamente porque nosotros somos católicos lo decimos. Esto no tiene nada que ver con el Catolicismo. Sabemos que el Catolicismo hubiera continuado intacto incluso si la mitad de la jerarquía se hubiera compuesto de judíos.

Un cierto número de hombres sinceros lo hubieran mantenido a flote, aunque hubiera sido secretamente, y muchas veces contra el propio Papa. A veces había muchos de tales hombres, y a veces pocos. Todos los judíos tienen buenas razones para honrar a Lutero e ignorar su antisemitismo. Sin quererlo les preparó el camino.

¡Y de que manera! Que luego los maldijera como una pestilencia debe ser ciertamente amargo para ellos, pero… ¿cuánta gente conoce su condena de los judíos? Como un rayo que atraviesa el crepúsculo vio como eran los judíos, pero, desgraciadamente, demasiado tarde y aún entonces sin darse cuenta de donde había hecho el judío más daño: en la Iglesia. ¡Ah! Si se hubiese dado cuenta; si los hubiese descubierto en su juventud. Entonces no hubiera atacado al Catolicismo, sino, más bien, a los judíos infiltrados en él. En vez de una condena total de la Iglesia, hubiera dejado caer la totalidad de su apasionado ímpetu sobre los verdaderos villanos.

En vez de glorificar el Viejo Testamento, lo hubiera presentado como el arsenal del Anticristo. La Iglesia Católica ofrece un ejemplo del que se puede aprender mucho. En el celibato de sus sacerdotes radica la obligada necesidad de reclutar siempre las generaciones del clero entre las clases del pueblo y no entre sus propias filas. Pero precisamente este aspecto de la institución del celibato no se suele apreciar a menudo en su verdadera importancia.”

“Reclutando sin interrupción el inmenso ejército de sus dignatarios eclesiásticos entre las capas más bajas del pueblo, la Iglesia no sólo mantiene una unión instintiva con la atmósfera de los sentimientos populares; se asegura también la suma de vigor y energía que se encontrará eternamente entre la masa popular. De ello saca la Iglesia Católica la extraordinaria juventud, su flexibilidad intelectual y su voluntad de acero… A pesar de que su cuerpo doctrinal está en colisión en muchos puntos y en parte inmotivadamente con el estudio de las ciencias exactas y la investigación, jamás se resigna a sacrificar un ápice del contenido de su doctrina.
Con razón supo conocer que su fuerza de resistencia no consiste en adaptarse con más o menos habilidad a los resultados siempre variables de la investigación científica en el transcurso del tiempo, sino en el hecho de un aferramiento inquebrantable a sus dogmas ya expuestos, que son los que le dan al conjunto el carácter de una fe. Se puede incluso profetizar que en la medida en que los fenómenos imprevisibles desafían y seguirán desafiando las leyes científicas modificadas sin cesar, ella será más y más el polo de tranquilidad hacia el que irá ciegamente la adhesión de innumerables humanos.”
“Pero tan pronto como esto fue posible, el judío empezó a organizar su defensa. Volvió a recurrir a su vieja táctica. Con asombrosa celeridad, lanzó en el seno mismo del movimiento la chispa de la discordia y sembró así el germen de la desunión. La única posibilidad de embargar la atención pública con otros problemas y detener el ataque concentrado contra el judaísmo, residía –dada la situación reinante– en promover la cuestión del ultramontanismo y provocar, de esta suerte, la consabida lucha entre el catolicismo y el protestantismo.
Jamás podrán reparar el daño causado aquellos hombres que agitaron esta cuestión en el seno del pueblo alemán. En todo caso, el judío alcanzó el objetivo deseado: católicos y protestantes habían entrado en reñida controversia y el enemigo mortal del mundo ario y de la cristiandad toda, se reía ante sus mismas narices.”
“Así creo ahora actuar conforme a la voluntad del Supremo Creador: al defenderme del judío lucho por la Obra del Señor.”
“El objetivo por el cual tenemos que luchar es el de asegurar la existencia y el incremento de nuestra raza y de nuestro pueblo; el sustento de sus hijos y la conservación de la pureza de su sangre; la libertad y la independencia de la patria, para que nuestro pueblo pueda llegar a cumplir la misión que el Supremo Creador le tiene reservada.”
“Frente a todo esto, nosotros, los nacionalsocialistas, tenemos que sostener inquebrantablemente nuestro objetivo de política exterior, que es asegurar al pueblo alemán el suelo que en el mundo le corresponde.

Y esta es la única acción que ante Dios y nuestra posteridad alemana puede justificar un sacrificio de sangre; ante Dios, porque sobre la tierra hemos sido puestos con la misión de la lucha eterna por el pan cotidiano; ante nuestra posteridad, porque no se vertirá la sangre de un solo ciudadano sin que este sacrificio signifique la vida de otros mil ciudadanos de la Alemania futura.”
“Sólo mediante los dogmas, la concepción puramente espiritual, vacilante y de interpretación infinitamente variable, llega a precisarse y adquirir una forma concreta, sin la cual jamás podría convertirse en fe. Lo contrario significaría que la idea no es susceptible de ser jamás exaltada por encima de una concepción metafísica, o mejor, por encima de una opinión filosófica.

Por eso la acometida dirigida contra los dogmas se asemeja mucho a la lucha contra los fundamentos legales del Estado; y del mismo modo que esta lucha acabaría en una anarquía estatal completa, la acción antidogmática tendría por resultado un nihilismo religioso, carente de todo valor.”


Si el Pueblo Alemán conoce detrás de si milenios de un destino lleno de vicisitudes, no ha de ser la voluntad de la Providencia el que antes de nosotros se haya luchado y sacrificado para que las futuras generaciones echen a perder su vida ellas mismas y no puedan entrar en los milenios del porvenir.
Adolf Hitler, discurso de 5 de abril de 1933 ante la Cámara Alta del Reichstag.
En la Biblia está escrito: “Lo que no es ni caliente ni frío lo quiero escupir de mi boca”. Esta frase del gran Nazareno ha conservado hasta el día de hoy su honda validez. [...] En la vida de los pueblos decide en último término una especie de juicio de Dios. [...] Siempre ante Diosy el mundo el más fuerte tiene el derecho de hacer prevalecer su voluntad.
Adolf Hitler, discurso del 10 de abril de 1923.
Al sellar para este fin con nuestras manos una alianza común, respondiendo a la generosa iniciativa del presidente del Reich, hacemos como jefes de la nación, ante Dios, ante nuestras conciencias y ante nuestro pueblo, la promesa de cumplir con decisión y perseverancia la misión que en el gobierno nacional nos ha sido confiada.
Adolf Hitler, discurso de 1 de febrero de 1933, llamamiento del gobierno del Reich al pueblo alemán.
Los partidos de la lucha de clases han de convencerse de que, mientras Dios me de vida, hare todo lo posible para destruirlos con todas mis fuerzas y con toda mi voluntad. Nunca, nunca, abandonaré este deber: hacer desaparecer al marxismo y sus sicarios de Alemania. [...] Mientras reconciliamos a las clases queremos volver a llevar, directa o indirectamente, a este pueblo alemán unido hacia las fuentes eternas de su fuerza. Queremos educarles desde la infancia, para hacerles creer en Dios y para hacerles creer en su pueblo.
Adolf Hitler, discurso en el Palacio de los Deportes de Berlín, de 10 de febrero de 1933.
Las ventajas de índole política personal que pudieran resultar de compromisos con organizaciones ateístas no compensan, ni con mucho, las consecuencias que se hacen patentes en la destrucción de valores morales de todos.

El gobierno ve en las dos confesiones cristianas los factores más importantes para el mantenimiento de nuestro pueblo. La preocupación del Gobierno es la sincera colaboración entre la Iglesia y el Estado. La lucha contra una ideología materialista en pro de una verdadera comunidad popular sirve a los intereses de la nación alemana lo mismo que al bien de nuestra Fe cristiana, del mismo modo que el Gobierno ve en el cristianismo el fundamento inamovible de la moral y la virtud popular.
Adolf Hitler, discurso del 23 de marzo de 1933.
No es la palabra propiedad la que debe ser aquí considerada como característica, pues sabemos que una gran cantidad de hombres de los que fundaron nuestra producción no vino primitivamente de la propiedad, sino del trabajo, que la fuerza del puño llegó a intensificarse en ellos hasta convertirse en genialidad de la mente, que fueron inventores u organizadores por la gracia de Dios, a quienes nosotros debemos en parte nuestra vida, siendo así que sin las capacidades de estos hombres no nos hubiera sido posible alimentar ni mantener a 65 millones de habitantes en la limitada superficie donde moramos.
Adolf Hitler, discurso de 10 de mayo de 1933, día del Trabajo Nacional.
No es la palabra ‘propiedad’ la que debe ser aquí considerada como característica, pues sabemos que una gran cantidad de hombres de los que fundaron nuestra producción no vino primitivamente de la propiedad, sino del trabajo, que la fuerza del puño llegó a intensificarse en ellos hasta convertirse en genialidad de la mente, que fueron inventores u organizadores por la gracia de Dios, a quienes nosotros debemos en parte nuestra vida, siendo así que sin las capacidades de estos hombres no nos hubiera sido posible alimentar ni mantener a 65 millones de habitantes en la limitada superficie donde moramos. [...]

Si el movimiento de las organizaciones obreras hubiera estado entonces en nuestras manos, si hubiera estado en mis manos, pongo por ejemplo, si se hubiera desarrollado con la misma finalidad erronea como ocurrió entonces, nosotros los Nacionalsocialistas hubiesemos puesto esta gigantesca organizacion al servicio de la Patria.

Hubiesemos declarado: conocemos naturalmente los sacrificios, estamos dispuestos a hacerlos nosotros mismos, no queremos evitarlos, lo que queremos es luchar con los demas, ponemos nuestra suerte y nuestra vida en manos de la poderosa Providencia, como han de hacerlo los otros.
Adolf Hitler, discurso de 10 de mayo de 1933, día del Trabajo Nacional.
La Providencia nos ha hecho un pueblo inteligente, capaz de resolver los mas arduos problemas, y el alemán es laborioso y apto para todo trabajo. Los ingenieros y técnicos alemanes, nuestros físicos y químicos figuran entre los mejores del mundo.
Adolf Hitler, discurso de 21 de marzo de 1934, en la inauguración de la cruzada del trabajo.
Todos debemos estar penetrados por una única esperanza: que la Providencia quiera darnos el don de grandes maestros que puedan convertir en notas musicales e inmortalizar en piedra nuestro espíritu. Ahora más que nunca es cierto el amargo dicho “muchos se creen llamados, pero son pocos los elegidos”. [...]

Y si somos cada vez más duros y rigurosos en nuestra repulsa, estemos convencidos de no haber errado, puesto que quien ha sido destinado por la Providencia a conferir una expresión exterior llena de vitalidad a la más íntima, y por ello sana, esencia de un pueblo, no encontrará nunca el camino que lleva a tales aberraciones. [...] Dios nos conceda el don de concebir nuestras realizaciones de tal modo que sean parejas a la grandeza de la nación.
Adolf Hitler, discurso de 7 de abril de 1935, sobre el arte y la cultura.
Nada tienen que ver con nuestro pueblo el cubismo, dadaismo, futurismo, impresionismo, etcétera. Todas estas concepciones no son ni viejas ni modernas: no constituyen otra cosa que el falso balbucear de hombres a los que Dios ha negado la gracia de una auténtica capacidad artística, concediendoles por el contrario la capacidad del chismorreo y el embrollo. [...]

Este tipo humano que ha aparecido ante el mundo entero por primera vez el pasado año, durante los Juegos Olímpicos, en su espléndida, orgullosa fuerza y salud, este tipo humano, queridos balbuceadores prehistoricos del arte, representa el tipo de la nueva época.

Y vosotros, ¿que producis? ¡Lisiados deformes e idiotas, mujeres que suscitan únicamente horror, hombre mas semejantes a las bestias que a los hombres, niños que, si viviesen en el modo en el que ha sido figurados, se creerían simplemente una maldición de Dios!
Adolf Hitler, discurso de 19 de julio de 1937, en la inauguración de la primera gran exposición del arte alemán.
Nosotros que vivimos esta época, no podemos librarnos de la impresión de que los designios de la Providencia son más fuertes que el propósito y la fuerza de los individuos. [...] Este convencimiento es el que ha empujado a los Ejércitos Nacionalsocialistas en los pasados años. Y será el que les otorgue la victoria en el próximo.

Porque luchamos por la felicidad de los pueblos nos sabemos acreedores a la bendicion de la Providencia. El Señor Supremo nos ha acompañado hasta ahora en nuestro batallar y no nos abandonará en el futuro, si sabemos ser fieles y valerosos a la hora de cumplir con nuestro deber insobornable.
(Adolf Hitler, discurso de año nuevo de 1 de enero de 1941.
Si el pueblo alemán es capaz hoy en día de sostener esta lucha de vida o muerte por su propia subsistencia y la del continente europeo, es debido a la Gracia de Dios, quien ha permitido al Nacionalsocialismo (después de su larga lucha por el poder de hace 11 años) el lograr sus propósitos.
Adolf Hitler, discurso de 30 de enero de 1944.
Si una gran nación como Alemania, con una clara tradición de dos mil años, nunca abandona su fe en el triunfo, sino que sigue cumpliendo su deber inflexiblemente, sin temor a lo que pueda sobrellevar, sean malos o buenos tiempos, entonces, al final, el Dios omnipotente no puede negarle sus bendiciones. En la historia sólo fallan los que se muestran ineptos, y el Señor del Universo ayuda sólo a aquellos que están resueltos a ayudarse a sí mismos.
Adolf Hitler, discurso del Día de los Héroes del 11 de marzo de 1945. 


No es de extrañar que un genocida de esta índole fuera religioso y más concretamente cristiano cuando el libro más sagrado de los cristianos es casualmente un libro cargado de versículos xenofóbicos, homofóbicos y antisemitas.

Más sobre los crímenes de Hitler en el articulo “Crímenes del cristianismo”.
Fuentes:

J. Aguilar y J. M. Asensi – “Hitler y la Iglesia”


Adolf Hitler – “Mi lucha” pdf (para los que quieran comprobar lo dicho por este asesino de masas)
 

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