Poco antes de la medianoche, la policía de Acapulco recibió una denuncia anónima de un tiroteo. Fue apenas el preámbulo.
Durante las siguientes horas hubo un raid de violencia, con ocho muertos, cinco coches quemados y decenas de vehículos baleados, la mayoría taxis.
La llamada anómina al 066 avisó que había personas disparando en la Avenida Constituyentes.
Al llegar los agentes encontraron dos autos abandonados, que habían sido robados poco antes, y recibieron otro aviso: tres automóviles incendiándose en la Avenida Flamingos.
Las patrullas y bomberos no pararon en toda la madrugada de hoy. El balneario de Acapulco, sitio turístico por excelencia de los mexicanos, a 400 kilómetros de la capital, vivió su noche más violenta, en un año que comenzó con 15 decapitados en enero.
Varios de los autos atacados eran taxis. Tres de los ocho cadáveres estaban dentro de taxis. Otro quedó sobre el pavimento, atrás de un taxi.
Se presume que la violencia puedo haber sido protagonizada por cárteles de las drogas que quisieron mandar alguna advertencia a taxistas, que son muchas veces reclutados como informantes por las distintas organizaciones.
El jueves en la tarde ya había aparecido un hombre decapitado dentro de auto con motor encendido en la avenida costera Miguel Alemán, la más principal de la ciudad. La cabeza estaba debajo del asiento del copiloto.
Y el cuerpo había sido puesto dentro de una bolsa negra en la parte de atrás, junto a una cartulina que decía: “Esto les va a pasar a todos los halcones (informantes) que no quieran entender”. Lo firmaba “La Barrenadora”.
El resto de los ataques se registraron principalmente en zonas periféricas de Acapulco, según la policía
Los muertos empezaron a contarse a partir de las 01:22, uno en la banqueta cerca de la Central de Abastos, otro dentro de un taxi en el barrio Colonia Zapata, uno más en un taxi frente a una gasolinera, otro un taxi en la Calle del Fútbol.
Los restantes: un hombre que estaba todavía lesionado cuando llegó la policía y murió a los pocos minutos sobre el pavimento, cerca de un taxi baleado, un hombre muerto en el asiento del conductor de una camioneta, dos muchachos asesinados frente a una casa que estaba, además, incendiada. Los identificados tenían entre 17 y 30 años.
Acapulco, donde se hará del 21 al 26 de febrero el Abierto Mexicano de Tenis, dejó hace mucho de ser un paraíso. Antes llegaban las estrellas de Hollywood y la gente del jet set mexicano a pasar las vacaciones.
Ahí decidió vivir hasta su muerte Johnny Weissmuller, el más famoso “Tarzán”.
Aunque siguen viajando de a miles los turistas mexicanos en temporada alta, y cada vez menos los extranjeros, la disputa entre cárteles del narcotráfico ha puesto al rojo vivo a la ciudad.
El año pasado, 20 hombres oriundos de Michoacán, que según sus familias habían ido a pasar un fin de semana de descanso, fueron secuestrados y asesinados, supuestamente al ser confundidos con miembros del cártel de La Familia Michoacana por sus rivales del Cártel Independiente de Acapulco.
La detención en agosto del año pasado del narcotraficante Édgar Valdez Villarreal, alias “La Barbie”, que operaba en la región del Pacífico, derivó en una ruptura entre grupos que estaban bajo su órdenes y ahora son varias las organizaciones en pugna.
En 2007 hubo 65 asesinatos asociados a la delincuencia organizada. Al año siguiente, 70. En 2009 la cifra se duplicó a 150. Y el año pasado, subió hasta 370.
En una zona enmarcada por cerros de tradición guerrillera, Acapulco es ahora uno de los puntos claves dentro de una batalla por el negocio del narcotráfico que en todo México ha dejado más de 34.000 muertos en los últimos cuatro años.