Al intervenir en el V Encuentro Andaluz de Solidaridad con Cuba, que sesiona en Córdoba, el periodista español Alejandro Massia aseguró que la guerra mediática contra la nación antillana forma parte de la tradicional política de hostilidad de la primera potencia mundial.
En un panel sobre el tema, Massia expuso, a grandes rasgos, las claves que caracterizan el tratamiento informativo dominante en relación con la isla caribeña y para ello basó su ponencia en trabajos de reconocidos autores como Pascual Serrano y Salim Lamrani.
La estrategia consiste en asentar en la opinión pública mundial una concepción catastrófica del modelo social del que decidieron dotarse los cubanos a partir de 1959, tras el triunfo de la revolución, señaló el comunicador.
A su juicio, el objetivo es describir a la isla como la antecámara del infierno, visión que, salvo dignas excepciones, es unánime en la gran prensa al servicio del capital.
Indicó que la embestida mediática busca ocultar, por ejemplo, el hecho de que Cuba sea hoy el país que más organizaciones ciudadanas de solidaridad y de apoyo tiene repartidas por todo el planeta.
Con sus defectos y errores, la isla se ha convertido en un referente de otro modelo de organización social para los pueblos, más justo, más equitativo y más solidario, lo cual representa un peligroso ejemplo para el orden establecido, subrayó.
Al desentrañar las armas más utilizadas en esta lucha sin cuartel, Massia mencionó la selección de hechos noticiosos vinculados siempre con aspectos negativos de la sociedad cubana para exagerarlos y sobredimensionarlos.
La exclusión y ocultamiento de todos aquellos contenidos informativos positivos y de todos sus logros sociales, el olvido del contexto geográfico e histórico de Cuba y la minimización del impacto social y económico del bloqueo estadounidense son, según su criterio, otras de las aristas de esa manipulación.
En ese protocolo de actuación incluyó, además, la repetición de estereotipos informativos y de clichés, por mucho que sean mentiras o se haya demostrado su falsedad, y el uso de un lenguaje estandarizado cargado de connotaciones condenatorias y despectivas.
Para el periodista español, en esta guerra mediática no cabe principio deontológico periodístico que se precie, mucho menos el de contrastar los datos con las fuentes que sean necesarias ni el de enfrentar, cuando existan, las versiones contrapuestas sobre un hecho.
Dentro de ese contexto opinó que los únicos que tienen voz son los mal llamados disidentes o las organizaciones anticubanas, mientras los periodistas no suelen consultar nunca ni al gobierno ni a las instituciones de la isla y menos aún a las asociaciones de amistad.
La intoxicación sobre Cuba, que en su opinión traspasó en 2010 todos los umbrales previsibles, no es casual ni anecdótica, sino estructural e ideológica.
Frente a esa potente maquinaria propagandística activada hacia la mayor de las Antillas llamó a sus compatriotas a utilizar las redes sociales e Internet, así como el portal Cubainformación, una herramienta que calificó de imprescindible a la hora de rebatir las mentiras.
Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=229601&Itemid=1