Omar Ahmed Khadr tenía 15 años cuando fue capturado en Afganistán por tropas estadounidenses. Después de ser torturado en la base militar norteamericana de Bagram, Omar fue trasladado, maniatado y encapuchado, a la prisión de la base de EEUU en Guantánamo. Ocho años y muchos interrogatorios, torturas y humillaciones después, uno de los tribunales militares creados en 2002 por George W. Bush ha comenzado a juzgar a Omar estos días.
De poco ha servido a este joven que el juicio se  iniciara con Barack Obama ya en el poder. Han pasado 19 meses desde que  Obama prometiera cerrar la prisión y Omar sigue en Guantánamo, como  siguen los tribunales y los juicios militares que Obama suspendió sólo  por unos meses al llegar al poder. 
Omar podría ser condenado a cadena  perpetua, y aún en el improbable caso de que fuera absuelto, podría  permanecer en la cárcel por tiempo indefinido, según estipula la versión  actualizada hace pocos meses del Manual de Comisiones Militares.
Omar  Ahmed Kahdr, nacido en Toronto, Canadá, cuarto hijo de un integrista  egipcio, Ahmed Khadr y de una palestina, vivía en 2002 con su familia en  un campamento en Afganistán. 
En los años 90, cuando Estados Unidos  apoyaba y armaba a los talibán y a otros mujaidin que combatían a  las tropas rusas ocupantes de Afganistán, su padre sintió también el  llamado de la yihad, de la guerra santa, y decidió mudarse con  toda la familia desde Canadá, donde residían, a Peshawar, en Pakistán,  donde creó ONGs de ayuda a los refugiados afganos. Según EEUU, eran tapaderas  de Al Qaeda. Poco después todos se trasladarían a Afganistán.
En  octubre de 2001 los talibán ya habían dejado de ser aliados contranatura  de Washington, y EEUU y sus aliados lanzaron contra ellos tras el  11-S una devastadora guerra por tierra y aire, en represalia por  refugiar en territorio afgano a Osama bin Laden y sus huestes. 
El 27 de  julio de 2002, en una de sus numerosas operaciones militares, tropas de  EEUU cercaron el campamento donde vivía la familia Khadr, en Khost,  cerca de la frontera paquistaní. A Omar se lo acusa de haber participado  en la defensa armada del campamento y de haber matado en combate con  una granada al sargento estadounidense de las fuerzas especiales  Christopher Speer. Khadr, aunque documentos internos del Pentágono  conocidos en 2008 reflejaban la falta de certeza de que hubiera sido él  quien la arrojara. 
El entonces adolescente resultó gravemente herido en  ese enfrentamiento (imágenes y una carta suya a su abogado, en  http://www.javierortiz.net/voz/samuel/carta-de-omar-khadr-desde-guantanamo).
Violando todas las normas internacionales, el Pentágono envió en  2007 a Khadr ante un tribunal militar y el Tribunal Supremo hizo caso  omiso de sus denuncias sobre los maltratos sufridos y de la indefensión  total en la que estuvo desde que fue detenido (declaración suya, en  http://i.cdn.turner.com/cnn/2009/images/02/08/khadraff.affidavit.pdf).
Un juez militar dictaminó días atrás que el tribunal o comisión  militar podrá aceptar como válidas las declaraciones de Khadr realizadas  bajo amenazas y torturas mientras estaba incomunicado y sin apoyo legal  alguno. Según el alegato hecho ante los siete oficiales del jurado por  el fiscal militar Jeff Groharing, Omar “quería matar la mayor cantidad  de gente posible”. Según el fiscal, el prisionero confesó: “Soy un  terrorista que apoya a Al Qaeda”.
El Comité de los Derechos del  Niño de la ONU ha reclamado hasta ahora en vano a EE. UU. que no juzgue  ante un tribunal militar a ninguna persona detenida en su infancia en un  conflicto armado. En mayo pasado, UNICEF hizo también un llamamiento a  Washington para que anulase el juicio contra Omar y el Representante  Especial del secretario general de la ONU para los casos de niños  envueltos en conflictos armados, ha advertido tanto a EEUU como a Canadá  de la gravedad de que se establezca un peligroso precedente de  continuarse con el juicio. 
Un documental (http://www.youdontlikethetruth.com/?lang=Es&page=Trailer)  recoge interrogatorios a Omar realizados en Guantánamo por agentes del  servicio secreto canadiense, el CSIS.
Omar Ahmed Khadr podría ser  el segundo prisionero de Guantánamo condenado desde la llegada de Obama  al poder. El primero ha sido, el jueves pasado, uno de los cocineros de  Osama bin Laden, el sudanés Ibrahim al Qosi, de 50 años. 
Al Qosi,  encarcelado en Guantánamo desde 2002 también, fue condenado a 14 años de  prisión, aunque podría ver rebajada su pena al reconocer ser culpable  de ayudar a Bin Laden a huir de las montañas afganas de Tora Bora cuando  EEUU inició sus ataques en octubre de 2001.
