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¿Cómo es que el mundo puede soportar una conducta tan inhumana?

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Los Estados Unidos se toman “muy en serio” el asunto de los bebés con tres cabezas
Tras Hiroshima y Nagasaki vino Faluya

Global Research

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Cuándo fue que empezó eso de “Nos tomamos su [llamada/problema/cuestión] muy seriamente”? ¿Con una infernal máquina de respuesta automática? Mientras Vd. se cansa de esperar inútilmente, la compañía o la agencia del gobierno le asegura que toman muy en serio cualquiera que sea el motivo por el que Vd. llama. ¡En qué mundo tan amable y considerado vivimos

La BBC informó el pasado mes que los doctores de la ciudad iraquí de Faluya están advirtiendo del alto nivel de defectos de nacimiento que allí se vienen registrando desde hace unos años, haciendo de alguna forma responsables de tal tragedia a las armas utilizadas por Estados Unidos durante sus feroces embestidas del año 2004 y de otros momentos posteriores, que dejaron la ciudad convertida en ruinas. 

“Fue como un terremoto”, dijo al Washington Post en 2005 un ingeniero local que aspiraba a un escaño en la Asamblea Nacional. “Después de Hiroshima y Nagasaki, tuvimos Faluya”. Ahora, se dice también que el nivel de defectos coronarios entre los bebés recién nacidos es trece veces superior al de Europa. 

El corresponsal de la BBC vio también en la mencionada ciudad niños que padecían daños y parálisis cerebrales, y una fotografía de un bebé nacido con tres cabezas. Añadió que escuchó muchas veces decir que las autoridades de Faluya habían advertido a las mujeres que no debían tener hijos. Una doctora de la ciudad había comparado los datos sobre defectos de nacimiento anteriores a 2003 –en que veía alrededor de un caso cada dos meses- con la situación actual. “He visto grabaciones de bebés que nacieron con un ojo en medio de la frente, con la nariz en la frente”, dijo. 

Uno de los portavoces del ejército estadounidense, Michael Kilpatrick, dijo que siempre se tomaban las preocupaciones acerca de la salud pública “muy seriamente”, pero que “Hasta la fecha no había estudios que indicaran que las cuestiones medioambientales tenían consecuencias en temas específicamente sanitarios” (1) [*]. 

Uno podría llenar grandes volúmenes con los detalles de los horrores humanos y medioambientales con que Estados Unidos obsequió a Faluya y a tantos otras partes de Iraq durante siete años en los que ha estado utilizando proyectiles que contienen fósforo blanco, uranio empobrecido, napalm, bombas de racismo, bombas de neutrones, armas láser, armas que utilizaban energía dirigida, armas que utilizaban tecnología con alto potencial de microondas y otros maravillosos inventos del arsenal de ciencia-ficción del Pentágono… 

La lista de abominaciones y formas grotescas de morir es larga, la violencia sin sentido de la política estadounidense es espeluznante. En noviembre de 2004, el ejército estadounidense atacó un hospital en Faluya “porque el ejército creía que era de donde salían los rumores sobre la existencia de cuantiosas víctimas” (2). Eso va a la par con la clásica frase de la igualmente gloriosa guerra de EEUU en Vietnam: “Teníamos que destruir la ciudad para salvarla”. 

¿Cómo es que el mundo puede soportar una conducta tan inhumana? (Y lo anterior apenas araña la superficie del record internacional estadounidense). Por todo eso es que se fundó en Roma en 1998 el Tribunal Penal Internacional –TPI- (que entró en vigor el 1 de julio de 2002), bajo los auspicios de las Naciones Unidas. 

El Tribunal se estableció en La Haya, Holanda, para investigar y acusar a individuos, no a estados, por “crímenes de genocidio; crímenes contra la humanidad; crímenes de guerra o por el crimen de agresión” (Artículo 5 del Estatuto de Roma). Desde el mismo principio, EEUU se negó a incorporarse al TPI, y nunca lo ha ratificado, debido al supuesto peligro de que el Tribunal utilice sus poderes para acusar “frívolamente” a los estadounidenses. 

Tan preocupados estaban los mandamases estadounidenses por las posibles acusaciones que EEUU se fue de gira por el mundo utilizando amenazas y sobornos contra los países para inducirles a firmar acuerdos prometiendo que no iban a transferir al Tribunal a los nacionales estadounidenses de cometer crímenes de guerra en el extranjero. Hasta ahora, más de cien gobiernos han sucumbido ante esas presiones y han firmado un acuerdo en tal sentido. 

En 2002, el Congreso, bajo la administración Bush, aprobó el “Acta para la Protección de los Miembros al Servicio de EEUU”, que exigía por “todos los medios necesarios y apropiados conseguir la liberación de cualquier persona estadounidense o aliada que fuera detenida o encarcelada por… el Tribunal Penal Internacional”. En los Países Bajos es amplia y desdeñosamente conocida como la “Invasión del Acta de La Haya” (3). La ley sigue estando vigente. 

Aunque las autoridades estadounidenses han hablado a menudo de acusaciones “frívolas” –enjuiciamientos políticamente motivados en contra de soldados, ex oficiales y contratistas militares civiles estadounidenses-, puede decirse con seguridad que lo que realmente les preocupa son las acusaciones “serias” basadas en hechos actuales. Pero no necesitan preocuparse. 

La mística de “los EEUU son virtuosos” sigue aparentemente viva y coleando, también en el Tribunal Penal Internacional y en la mayoría de las organizaciones internacionales; en efecto, entre la mayoría de las gentes del mundo. En sus primeros años, el TPI, bajo el Fiscal Jefe argentino Luis Moreno-Ocampo, desestimó cientos de peticiones que acusaban a los Estados Unidos de crímenes de guerra, incluyendo unas 240 sobre la guerra en Iraq. Los casos fueron rechazados por falta de pruebas, ausencia de jurisdicción, o por la capacidad de EEUU para dirigir sus propias investigaciones y juicios. 

El hecho de que EEUU nunca haya utilizado esa capacidad, al parecer no fue especialmente importante para el Tribunal. “La ausencia de jurisdicción” se refiere a que EEUU no ha ratificado el acuerdo. 

En principio, esto parece bastante extraño. ¿Pueden las naciones cometer crímenes de guerra con impunidad mientras no sean parte de un tratado que prohíbe los crímenes de guerra? Humm. Las posibilidades son infinitas. Un estudio del Congreso, publicado en agosto de 2006, concluía que el Fiscal Jefe del TPI mostraba “desgana a la hora de lanzar una investigación contra los Estados Unidos” basada en acusaciones acerca de su conducta en Iraq (4). Sic transit gloria para el Tribunal Penal Internacional. 

En relación con el crimen de agresión, el Estatuto del Tribunal especifica que el Tribunal “ejercerá jurisdicción sobre el crimen de agresión una vez que se adopte una disposición… que defina el crimen y exponga las condiciones bajo las que el Tribunal ejercerá tal jurisdicción respecto a este crimen”. En resumen, el crimen de agresión queda fuera de la jurisdicción del Tribunal hasta que se defina la “agresión”. La escritora Diana Johnstone ha observado: 

“Ese es un argumento engañoso, ya que la Resolución 3314/1974 de la Asamblea General de las Naciones Unidas define muy claramente qué es agresión: ‘Agresión es el uso de la fuerza armada de un Estado contra la soberanía, integridad territorial o independencia política de otro Estado’, y enumera siete ejemplos específicos”, incluyendo: 

La invasión o ataque por las fuerzas armadas de un Estado del territorio de otro Estado, o cualquier ocupación militar, aunque sea temporal, resultante de tal invasión o ataque, o cualquier anexión mediante el uso de la fuerza en el territorio de otro Estado o en una parte del mismo; y 

El bombardeo por las fuerzas armadas de un Estado contra el territorio de otro Estado o el uso de cualquier arma por un Estado contra el territorio de otro Estado. 

La Resolución de las Naciones Unidas afirmaba también que: “Ninguna consideración, de la naturaleza que sea, política, económica, militar o de otro tipo, puede servir como justificación de una agresión”. 

La razón auténtica de que la agresión quede fuera de la jurisdicción del TPI es que EEUU, que jugó un papel importante en la elaboración del Estatuto antes de negarse a ratificarlo, se opuso firmemente a que se incluyera. No resulta complicado entender la razón. Puede señalarse que los casos de “agresión”, que son claramente fácticos, resultan mucho más fáciles de identificar que los casos de “genocidio”, cuya definición depende de que exista asunción de intención (5). 

En el próximo mes de mayo, en Kampala, Uganda va a celebrarse una conferencia sobre el TPI en la que se discutirá específicamente la definición de “agresión”. A EEUU le preocupa sobremanera esta discusión. Veamos la intervención de Stephen J. Rapp, Embajador Extraordinario para Asuntos de Crímenes de Guerra, ante las naciones miembros del TPI (111 lo han ratificado hasta ahora), en La Haya el pasado 19 de noviembre: 

"Sería una negligencia por mi parte no compartir con Vds. las preocupaciones de mi país acerca de un tema que esta institución tiene pendiente y al que concedemos especial importancia: la definición de crimen de agresión, que la Conferencia de Revisión de Kampala del próximo año tiene previsto abordar. EEUU tiene puntos de vista de sobra conocidos sobre el crimen de agresión, que reflejan el papel específico y las responsabilidades encomendadas al Consejo de Seguridad por la Carta de las Naciones Unidas en respuesta a la agresión o a su amenaza, así como por la forma en que el borrador mismo de definición se ha formulado. 

Nuestro punto de vista ha sido, y sigue siendo, que si se enmienda el Estatuto de Roma para incluir una definición del crimen de agresión, la jurisdicción debería implicar que el Consejo de Seguridad determine que se ha producido la agresión."

¿Entienden Vds. lo que el Sr. Rapp quiere decir? Que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debería ser el órgano que determine si la agresión se ha producido. El mismo órgano en el que EEUU tiene poder de veto. Impedir que se adopte una definición de agresión que pudiera estigmatizar la política exterior estadounidense es probablemente la razón clave de que EEUU vaya a asistir a la inminente conferencia. 

Sin embargo, puede que a algunos les dé por apuntar que el hecho de que EEUU asista a esa conferencia es otro ejemplo de cómo la política exterior de la administración Obama supone una mejora en relación con la de la administración Bush. Pero como en casi todos esos ejemplos, no deja de ser una mera ilusión propagandística. Como aparecía en la cubierta de la revista Newsweek del 8 de marzo, escrito en caracteres grandes: “Finalmente, victoria: el surgimiento de un Iraq democrático”.

Incluso antes de la actual farsa electoral iraquí –con candidatos ganadores arrestados o teniendo que huir (6)-, este titular debería habernos recordado aquellas inacabables bromas que los estadounidenses hacían durante la Guerra Fría sobre Pravda e Izvestia.
Notas:
  1. BBC, 4 de marzo de 2010; Washington Post, 3 de diciembre de 2005
  2. New York Times, 8 de noviembre de 2004.
  3. Christian Science Monitor, 13 de febrero de 2009.
  4. Washington Post, 7 de noviembre de 2006.
  5. Diana Johnstone, CounterPunch, 27-28 de enero de 2007.
  6. Washington Post, 2 de abril de 2010.
Nota de la T.:
[*] Véase a este respecto el artículo de la Dra. Suad Naji Al-Azzawi: “La responsabilidad de EEUU en la contaminación de Iraq con uranio empobrecido” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=95034 y “La verdad de la ciudad iraquí con tantos bebés nacidos con malformaciones”, de Sky News
Fuente:
http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=18520

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