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Detrás de los desperfectos de Toyota: ¿guerra geoeconómica de Obama contra Japón?




A partir del factor Massachusetts, donde Obama recibió una severa paliza por el neopopulismo de extrema derecha racista del Partido del Té (Bajo la Lupa, 24/1/10), el mandatario estadunidense –quien políticamente padece un ostensible síndrome de personalidad múltiple– ha sufrido una asombrosa transmogrificación (cambio a una forma extraña) que se ha cargado al belicismo neoconservador straussiano y bushiano, quizá, con el fin de prevenir una derrota del Partido Demócrata en las elecciones de noviembre próximo.

En medio de la mayor ofensiva militar de Estados Unidos (EU) en Afganistán, sumada a la intervención en Yemen, Obama decidió jugarse su presidencia al elevar la puja bélica en varios frentes candentes del mundo que lo han llevado a confrontaciones inocultables con la eurozona, China, Rusia y Japón –para citar potencias del más alto nivel geoestratégico–, ya no se diga con una mediana potencia como Irán.

Subrayamos la eurozona y no la Unión Europea para delimitar el doble juego de la legendaria perfidia de Gran Bretaña, que pertenece a la última y no a la primera, donde se ha dedicado con su fauna de especuladores profesionales a balcanizar y vulcanizar al euro.

Habría que matizar, porque en el frente doméstico hay que reconocer que Obama, hasta ahora totalmente secuestrado por Wall Street, se ha arriesgado en adoptar las tesis sensatas de Paul Volcker –anterior gobernador de la Reserva Federal, previo al locuaz y fracasado Alan Greenspan (creador diabólico de la burbuja especulativa global con los demenciales derivados financieros)–, para regular a los depredadores, desalmados y antihumanos banqueros anglosajones, entre quienes destacan el sionismo financiero global: Bernie Madoff (ver El Correo Ilustrado, La Jornada, Respuesta a Adolfo Gilly, 30/12/08), los Rockefeller, los esclavistas banqueros Rothschild y su especulador favorito George Soros, para citar a los más conspicuos, dejando de lado a sus microperadores regionales, como los hermanos Martín y Alejandro Mariano Werner Wainfeld del México neoliberal (ver La Lupa Política, Voces del Periodista, núm. 207).

Más allá de sus triunfos caribeños (Haití) y centroamericanos (Honduras y Costa Rica), además de algunos países de Sudamérica, como Colombia y Chile (que, con o sin sus socialistas neoliberales, nunca cesó de pertenecer a la esfera de influencia de EU), a Obama se le derrite el mundo entre las manos, en particular, con sus previos aliados, considerados países pivote, de acuerdo con el esquema geoestratégico de Zbigniew Brzezinski (ex asesor de seguridad nacional de Carter e íntimo de Obama): desde Ucrania, que regresa al redil ruso (ver “Radar Geopolítico; Contralínea, 7/2/10) y donde sufrió una vapuleada la agriada y agrietada revolución naranja, financiada por George Soros y su Instituto de la Sociedad Abierta (OSI, por sus siglas en inglés), pasando por Japón, donde prevalece la socialdemocracia del premier Yukio Hatoyama, quien se ha acercado a China y ha solicitado el retiro militar de EU en Okinawa, hasta Turquía, el único miembro islámico de la OTAN que se ha distanciado de Israel y se ha acercado a Rusia, Irán y Siria.

El reacomodo del mapa geopolítico multipolar en Eurasia es dramático y a expensas de la fenecida unipolaridad estadunidense.

El investigador Wayne Madsen (12/2/10) expone que Obama libra una guerra económica en varios frentes, incluido Japón.

Bajo la Lupa había adelantado la hipótesis de las guerras geoeconómicas y geofinancieras de Obama contra China (30/12/09; 6, 17 y 27/1/10, y 3/2/10) y la eurozona (7/2/10).

Tenemos que admitir que hemos sido desbordados por el vértigo del feroz contrataque de Obama cuando muchos temas trascendentales se nos quedan en el tintero, como el delicado asunto de Toyota en EU.

A mis dilectos alumnos de la UNAM les había externado el aparatoso síndrome Prius, mediante el cual Toyota, la primera automotriz global que había desbancado a las quebradas automotrices de EU de los primeros sitiales, sufre despiadadamente una campaña de lapidación exorcista (Japan-bashing) por los multimedia de EU, verdaderos doberman bien entrenados y condicionados, lo que obliga a plantear la hipótesis geopolítica de represalias del Pentágono por la solicitud del retiro de su base en Japón.

Además del implacable ataque financiero contra Venezuela (Wayne Madsen, 18/1/10) –lo que explica, quizá, el reciente otorgamiento de bloques petroleros de Caracas a la trasnacional estadunidense Chevron–, Obama emprende una guerra económica, acoplada de sabotaje industrial, contra Japón, mediante una operación planeada contra Toyota como un tiro de advertencia (sic) a Japón sobre la insistencia de su gobierno reformista del retiro militar de Okinawa.

Según Wayne Madsen, “Obama y su jefe de oficina Rahm Emanuel (nota: cuyo padre Benjamin es un furibundo pediatra sionista, Time, 13/11/08) decidieron apretar las tuercas a Japón”, mientras el secretario del Transporte, Ray LaHood, estadunidense-libanés de rito católico-maronita, exigió el retiro de todos los carros Toyota en EU hasta que sean arreglados los desperfectos de acelerador y frenos.

No dudo que mi paisano y correligionario esté preocupado por la seguridad vehicular de los ciudadanos que sufrieron 37 mil accidentes el año pasado (cuya mayoría no es imputable a Toyota, obviamente), pero de ser así las cosas ningún carro de las automotrices estadunidenses, de muy baja calidad frente a los nipones y europeos, debería circular en primer término en EU y en ninguna parte del mundo.

Lo que intenta mi paisano y correligionario LaHood, según Wayne Madsen, es quitarle una gran porción de la participación de mercado de Toyota para dárselo a GM y Ford.

Nada de qué asombrarse cuando EU siempre ha practicado medidas neoproteccionistas con medios nada comerciales cuando ha perdido competitividad y liderazgo.

Wayne Madsen aduce que el atribulado secretario del Tesoro, Tim Geithner, marioneta de Wall Street, incrementa la viabilidad de GM, a expensas de Toyota, mediante un maná bursátil inesperado cuando el gobierno federal venda su parte de las acciones de GM al público.

Irónicamente los pedales de aceleración tan vilipendiados no son fabricados por Toyota, sino por la empresa Elkhart/CTS, con sede en Indiana (EU), que también los manufactura para Ford y GM, así como para los vehículos del Pentágono. ¿Por qué tanta selectividad en la lapidación exorcista?

Jiangling Motors, de China, se ha quejado sin mucho éxito de los pésimos pedales de Elkhart/CTS.

Wayne Madsen conjetura que las marcas niponas Isuzu (cuyo accionista mayoritario es GM) y Mazda (propiedad de Ford) no serán inquietadas como Toyota. ¡Claro!

Concluye que Obama también emprende una guerra contra los PIGS (acrónimo despectivo británico contra Portugal, Irlanda, Grecia y España), el bajo vientre europeo, así como contra China y Rusia, mediante la instalación de misiles en Polonia y Rumania (nota: aun en Bulgaria).

¿Hasta dónde llegará la transmogrificación de Obama?

¿Podrá superar las hazañas bélicas de Baby Bush, a quien creíamos inalcanzable en su nihilismo global?

Alfredo Jalife-Rahme

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