Pablo Gonzalez

Discurso de Barack Obama: Un sistema económico en búsqueda de un sistema político (Parte II - Final)

Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)

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En el ajuste a la economía, se produce un desajuste en el plano ideológico, en el sentido de que el “modelo” político de estado liberal y sus componentes (el sistema político y de partidos, y el carácter de esa representatividad) no se cuestionaba. Si se cuestionaba, era un argumento ideológico, fuera del pragmatismo tecnócrata de un sistema que debe aceptarse por sistema.

Es así que el ajuste a la economía de los 80, que se instaló bajo la rúbrica del neoliberalismo, encontró un sistema político que no lo cuestionaba y aparecía como nacido desde las mismas barbas del liberalismo puro de la justicia social y el pluralismo.

Esa fue la gran trampa a la cual se cayó durante los años 80 y 90, porque en forma “gratuita” se le concedía el epíteto de liberal de nuevo tipo, a una masa de ideólogos y tecnócratas profundamente conservadores en no cambiar un ápice aquellos aspectos de la matriz capitalista que más daño le estaban haciendo al proyecto liberal: justicia social y participación ciudadana. 
 
Surge todo lo que ya sabemos: la salud es una fábrica de rentabilidad de compañías y no una fábrica de bienestar social con un margen de rentabilidad para sustentarse; la educación no es primero una fábrica de conocimientos y formación social productiva primero; debe funcionar como una industria para la rentabilidad. El bienestar social supeditado al banco y al mercado.
 
El sistema político se suponía correcto y funcional de antemano, acogiendo a la lógica neo- utilitarista de Joseph Schumpeter (1883-1950), de su teoría económica de la democracia.

Para este influyente pensador, la democracia es vista como un sistema análogo al mercado de libre competencia, en el cual los electores son los compradores que con su voto adquieren los políticos que prefieren entre los que les son propuestos por los empresarios políticos, los cuales con la venta de sus políticas, adquieren o conservan el poder, o sea, ocupan las oficinas del gobierno. (A.Pizzorno. Los Límites de la Democracia. P.12, 1985 CLACSO. B. Aires).

La analogía de Schumpeter ha calado hondo en la forma de adaptar el sistema político a este requerimiento de la economía, produciéndose un sistema unificado o integrado de “a tal sistema económico tal sistema político”.

Mientras más se homologaba el sistema económico con el sistema político y su matriz que es la representatividad, - mayor sincronía existiría para asegurar eficacia, rentabilidad, y también para que el sistema que da vida a los bienes económicos y que “dan vida a la vida”, fluyera sin contratiempos.

El instrumento central de la representatividad que son los partidos políticos y el sistema electoral – que consiste en el cómo, qué y para qué se elige- formaba parte de esa homologación y debía operar con la mayor sensibilidad posible, o el mayor acoplamiento posible si se quiere, respecto a la demanda o la determinante económica.

En otras palabras, sistema económico y sistema político era una maquinaria bien ordenada que no permitía fisuras para la eficacia y eficiencia del sistema mayor.

Es así que el sistema de representatividad es cooptado por la razón económica en un período que va desde mediados de los años 80, hasta el comienzo del nuevo milenio que es cuando empiezan a surgir los desajustes de la maquinita ordenada en diferentes partes del globo, como en India, Filipinas, Indonesia, Nepal, y posteriormente en América Latina.

La clave consistía en, mientras menos desajustes menos zozobras en el sistema económico.

Y esto se producía con una interpretación económica del sistema democrático, por lo tanto la representatividad debería dar cuenta del sistema sobre el cual estaba montado esa eficacia. De allí la sincronía como elemento positivo y el desajuste como elemento negativo.

En este sentido la definición de J.Schumpeter se acerca a la definición de poder y sus ramificaciones de sistemas jerárquicos, de legitimidad y autoridad que sostiene Talcott Parsons.

Si recordamos la definición de poder compuesto “por un sistema organizado para obtener metas y resultados en un colectivo que acepta las reglas del juego, la legitimación de la autoridad o del liderazgo y del sistema jerárquico está basada en la eficacia para obtenerlos”.

O sea, la democracia y el conjunto de sistemas que la sustenta, sobretodo el político y su brazo operacional principal de la representatividad, que son los partidos políticos con el sistema electoral a través del cual funciona, empieza a experimentar desajustes cuando la eficacia del sistema de democracia económica o sistema político del poder, es amenazada por la imposibilidad de continuar esa homologación entre economía y sistema político o democracia.

Cuando la eficacia decrece el sistema de desajusta.

Este desajuste producto de la eficacia extraviada, es una motivación de debate desde que el sistema económico produce efectos negativos en las partes más vulnerables de la sociedad y en los países más vulnerables.

Las desigualdades de base en la economía y las profundas diferencias en la estructura social y de clase no han sido componentes centrales en la tesis de homologar la economía con el sistema político.

En Europa se destacan diversas expresiones políticas de la población, como por ejemplo: el rechazo inicial a la constitución única europea. El ejemplo de Alemania. Dos partidos de Centro no han podido realizar las reformas económicas que profundizan el ajuste de los 80 porque la horizontalidad de expresión y representatividad política no las han permitido.

Es claro que la gente por una parte no está aceptando el sistema económico, al menos en la velocidad de la aplicación de su matriz central de privatización y desregulación, sin embargo el sistema político está organizado de tal forma que al final la gente vota a los líderes propulsores del sistema.

El lobby de las compañías aseguradoras de salud en EEUU ha montado una propaganda inteligente y gigantesca en estrecha connivencia con aquellos representantes con escaños parlamentarios, frente lo cual la maquinaria del gobierno se ha visto merca o impotente. Es así que la reforma a la salud está trabada.

Esa diferencia de poderío económico y de redes entre Gobierno y aseguradoras está ilustrada en el excelente film Traffic sobre el narcotráfico. Los gobiernos no manejan el nivel de capital y libertad de uso, de las compañías aseguradoras o los carteles del narcotráfico.

La elección en los EEUU también da cuenta de esta sincronía de un sistema político que se embotella en todos los estamentos políticos y no está dando cuenta de la diversidad de posiciones que enfrenta el sistema económico.

El caso de Chile también es emblemático porque siendo un alumno privilegiado de las medidas del ajuste de los 80, y con una trayectoria de 25 años de implementar el sistema económico de los 80, hoy día el sistema político de representatividad está en cuestionamiento.

Los partidos se sostienen sobre sistemas rígidos de reproducción de liderazgo y permanecen protegidos al cambio, mostrando facetas de confrontación y división que se confunde con debate y democracia.

Son manifestaciones donde la cultura que prevalece es la del control y la desconfianza, para dominar, con el uso de redes que se superponen a las que votan y eligen delegados. 
 
La estructura de los partidos políticos que se han consolidado en la era pos segunda guerra mundial, han conformado estancos rígidos de poder con partidos blindados y protegidos absorbiendo todo el clima de confrontación.

Son partidos de carácter antagónico y beligerante cuyos objetivos son eminentemente electorales para acceder a cuotas de poder y mantenerse en un sistema corporativo de poder político, donde poder político, poder económico y poder militar forma un sistema mayor que se expresa en el sistema de Gobierno y en última instancia en el Estado.

Conclusión

Los sistemas políticos y de partidos en este escenario de poder corporativo, reducen las posibilidades de una representatividad efectiva y real en el sentido de no poder representar las diferencias de la población y la evolución de sus intereses.

El sistema económico que se ha impuesto a partir de los años 80 socava las bases mismas del Estado liberal y del liberalismo.

El sistema económico no concibe un sistema político de carácter más horizontal y participativo que lo sustente, porque con este tipo de horizontalidad pierde eficacia.

El sistema económico solo puede aplicarse con autoritarismo y verticalidad a través del poder de los grandes consorcios económicos que secuestran las bases del Estado, y a través de un Estado cooptado al máximo para poder fabricar bienestar social en la población y abrir espacios de participación ciudadana que cuestione el sistema.

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