Cómo Trump gobierna EE. UU. con memes y por qué el contenido "adormecedor" es el futuro de la política
Por Vitaly Ryumshin
"Tu mamá" se ha convertido en la protagonista accidental de octubre de 2025.
Antes una frase casual en los debates en línea, ahora aparece en los intercambios de las más altas esferas de la política estadounidense. Esta inesperada transformación comenzó con SV Date, un periodista del HuffPost, quien intentó repetidamente hacerle preguntas difíciles a la administración Trump.
En cada ocasión, no recibió respuestas, sino burlas y, finalmente, chistes sobre su madre.
Los intercambios rozaban lo surrealista. En lugar de funcionarios hablando en nombre del gobierno más poderoso del mundo, las conversaciones parecían adolescentes discutiendo durante un juego en línea. Sin embargo, el tono reflejaba algo más profundo: la fusión total de la política estadounidense y la cultura de internet.
No solo el personal de la Casa Blanca se comporta así. El propio Donald Trump gestiona lo que parece más una cuenta de memes que el feed de un presidente en ejercicio. Sus redes sociales están inundadas de vídeos generados por IA, a veces absurdos, a veces agresivos, siempre diseñados para captar la atención.
Cuando las protestas contra los reyes estallaron en ciudades estadounidenses a principios de este año, Trump respondió no con llamamientos a la calma, sino con teatro digital.
Publicó vídeos de sí mismo con una corona de oro, pilotando un avión de combate y rociando a los manifestantes con una niebla marrón no identificada.
Su vicepresidente, J.D. Vance, no tardó en sumarse, publicando sus propios memes "reales" . La Casa Blanca, antaño escenario de discursos solemnes, ahora funciona como un estudio de TikTok.
Muchos en el establishment estadounidense consideran este comportamiento degradante, una señal de inmadurez impropia de un alto cargo.
Sin embargo, los críticos pasan por alto la cuestión principal: la oposición política estadounidense no es mejor. Los demócratas, igualmente adictos a la guerra de memes, han estado contraatacando con sus propias absurdeces generadas por inteligencia artificial.
Durante el reciente cierre del gobierno, los republicanos difundieron deepfakes que representaban a líderes demócratas como trabajadores mexicanos; los demócratas respondieron con videos de gatos sermoneando a los espectadores sobre cómo Trump está "destruyendo a Estados Unidos".
Si dejamos de lado el pánico moral y el esnobismo estético, resulta evidente que se está gestando una revolución en la comunicación política.
La política ya no se trata de discursos pulidos ni entrevistas cuidadosamente guionadas.
Ha entrado en la era de la posironía: donde la complejidad se ve reemplazada por la accesibilidad, y la indignación supera a los matices.
En este sentido, Trump no es el payaso en el centro del circo; es el maestro de ceremonias. Ha reunido a su alrededor un equipo que entiende el nuevo lenguaje de la comunicación de masas.
Su secretaria de prensa de 28 años, Karoline Leavitt, fue la primera en usar la ya famosa respuesta de "tu mamá" . Habiendo crecido en línea, sabe instintivamente qué es lo que causa furor en las redes sociales.
El asesor informal de Trump, su hijo Barron, de 19 años, también pertenece a una generación con dominio de los memes, la ironía y la viralidad.
El propio Trump, a pesar de todos sus defectos, se mantiene inusualmente abierto a las nuevas tendencias.
Es una de las pocas figuras políticas de su generación que reconoce que el espacio público digital no se rige por la lógica ni el decoro, sino por las reglas del entretenimiento.
Por eso sus críticos, armados con la verificación de datos y la indignación moral, pierden constantemente la guerra de la información. Ellos intentan argumentar; él, actuar.
Un meme, incluso uno crudo, despierta emociones más rápido que cualquier documento político. Se burla, entretiene y se queda grabado en la memoria. Los espectadores podrían sentir escalofríos al ver a "Dark Reaper Trump" acechando a los demócratas con una banda sonora de heavy metal, pero lo recuerdan.
El contenido puede ser alucinante, pero ese es precisamente el punto: eludir la resistencia racional.
Hasta ahora, esta nueva forma de comunicación política sigue siendo en gran medida un fenómeno estadounidense. Pocos gobiernos la han adoptado sistemáticamente. Pero su lógica es universal y su propagación inevitable.
En Rusia, ya se han establecido las bases. Nuestras industrias de publicidad y relaciones públicas aprendieron hace mucho tiempo a utilizar el humor, la ironía y la cultura de los memes en internet para vender productos.
Sin embargo, la política se ha mantenido más conservadora: más formal, más seria y menos orientada al entretenimiento que en Estados Unidos.
Esa distinción no durará para siempre.
A principios de 2025, más del 80 % de los rusos usaban internet a diario.
La cultura digital ahora moldea el estado de ánimo, los valores e incluso el comportamiento electoral del público. Es solo cuestión de tiempo antes de que la comunicación política se ponga al día.
Cuando esto ocurra, el experimento estadounidense bajo la dirección de Trump servirá de caso de estudio, no para imitar, sino para comprender. Estados Unidos, a pesar de todo su discurso sobre libertad y democracia, ha convertido la vida política en una economía de memes donde la atención es la única moneda y el ridículo la principal arma.
Rusia no necesita copiar este modelo. Pero tampoco puede ignorarlo.
A medida que la comunicación digital se convierte en el campo de batalla del siglo XXI, comprender cómo los memes influyen en las mentes puede resultar tan esencial como comprender cómo los ejércitos cruzan fronteras.
https://www.rt.com/news/627079-empire-of-irony-us-memes/

