
¿Quién fue el filibustero que saltó sobre la trinchera del ala izquierda de la Casa Hacienda San Jacinto el 14 de septiembre de 1856, y a quien el Sargento Primero Andrés Castro, derribó con una certera piedra, y qué importancia tuvo ese hecho en la victoria de los patriotas en San Jacinto?.
Apoyado por dos evidencias documentales, lo suficientemente confiables, como para establecer la probable identidad del filibustero, abierto al hallazgo de nuevas evidencias documentales para su definitiva confirmación histórica o descarte; me permito una reflexión patriótica sobre este hecho, y valorar la dimensión estratégica de la acción heroica de Andrés Castro en el contexto de un flanco izquierdo vulnerable y con un grupo de sus combatientes defensores caídos en combate, incluyendo a su jefe Ignacio Jarquín.
EL TESTIMONIO DEL TENIENTE JOSÉ CIERO:
El Teniente José Ciero, era originario de Masaya.
Todo parece indicar que se incorporó al Ejército del Septentrión desde su proceso de organización misma (abril-junio de 1856). Llegó a San Jacinto el 11 de septiembre de 1856, como parte de los oficiales al mando del Mayor Francisco Sacasa (Granadino), que había sido enviado con seis oficiales a cargo de 60 indios flecheros matagalpas (10 combatientes por oficial), para reforzar la defensa militar de la Hacienda, después de conocerse el combate del 5 de septiembre y del pedido de apoyo de parte del Coronel José Dolores Estrada.
“El 11 llegó una división de sesenta indios con flechas al mando del Mayor Dn. Francisco Sacasa con los oficiales Seferino González, Miguel Vélez, José Ciero, Francisco Avilés, Manuel Marenco y Estanislao Morales que fueron tan útiles a la Jornada del 14” (Carlos Alegría, citado por Francisco Pérez Estrada, pg. 37 de “General José Dolores Estrada, héroe nacional de Nicaragua”, 1970).
¿Qué destino tuvieron estos oficiales y sus escuadras de indios flecheros Matagalpa el 14 de septiembre?
Cabe señalar que el Mayor Francisco Sacasa (Granada), que llegó como jefe de los 60 indios matagalpas, fue nombrado jefe de uno de los frentes defensivos de San Jacinto, y murió en el combate.
También murió combatiendo en el ala norte de la Casa, Estanislao Morales (Masaya).
Por su parte Francisco Avilés (Managua), Manuel Marenco (Masaya) y José Ciero (Masaya) resultaron gravemente heridos (Ciero perdió varios dedos de su mano).
De los seis oficiales que llegaron con los indios Matagalpas, aparentemente solamente uno resultó ileso (Miguel Vélez), dos murieron combatiendo y tres heridos.
Desconozco la suerte de Seferino González, pues no se le menciona en ninguna parte o testimonio.
¿Cuántos indios Matagalpa de sus escuadras murieron con ellos?
Lo desconocemos, porque no se especifican en los informes del combate.
Evidencias arqueológicas descubiertas en 2008 a 300 metros de la Casa Hacienda, dan cuenta de por lo
menos dos de estos indios Matagalpa (se encontraron tres individuos, pero uno no se pudo identificar plenamente si era indígena o mestizo, porque tenía el cráneo desbaratado por orificios de bala).
Hay que excavar más para localizar a los casi 30 patriotas caídos en combate ese 14 de septiembre, mestizos, mulatos e indígenas, una misma sangre fusionada por la Patria.
Durante el combate del 14 de septiembre de 1856, José Ciero tuvo una destacada participación.
El Teniente Alejandro Eva, uno de los protagonistas de San Jacinto, en su testimonio dado 34 años después de la batalla, dice de Siero lo siguiente:
“El Coronel Estrada, comprendiendo la gravedad de nuestra situación, mandó al Capitán Don Bartolo Sandoval, nombrado ese día 2do. jefe en lugar del Teniente Coronel Don Patricio Centeno, que procurase atacar a los yankees por retaguardia.
Este bizarro militar se puso a la cabeza de los valientes oficiales Ciero y Estrada y 17 individuos de tropa, saltó la trinchera por detrás de la casa, logró colocarse a retaguardia de los asaltantes, les hizo una descarga y lanzando con su potente voz los gritos de ¡Viva Martínez! ¡Viva Nicaragua!, cargó a la bayoneta con arrojo admirable” (Alejandro Eva. Rivas, agosto 21 de 1889. Diario Nicaragüense, Granada, Nicaragua. Septiembre 14 de 1890, publicado por Francisco Pérez Estrada, 1970. Pgs. 52-54, “General José Dolores Estrada, Héroe Nacional de Nicaragua”, Tipografía ASEL).
El Coronel José Dolores Estrada, en su parte de guerra dirigida a su jefe General Fernando Chamorro, confirma lo que dice Eva, sobre la participación de Ciero. Dice así:
“ Ordené que el capitán graduado don Liberato Cisne con el Teniente José Ciero, Subteniente don Tomás Fonseca y sus escuadras salieran a atacarlos por la izquierda, quienes como acostumbrados y valientes les dieron una carga formidable, haciendo desalojar al enemigo que espavorido en terror, salió en carrera después de cuatro horas de un fuego vivo y tan reñido que ha hecho resaltar el valor de nuestros oficiales y soldados que nada han dejado que desear” (José Dolores Estrada, 14 sept. 1856, San Jacinto. Publicado por Francisco Pérez Estrada, 1970: 51-52).
Queda claro que fue el General Estrada quien ordenó el ataque por la retaguardia a los filibusteros. El Teniente José Ciero fue parte de este comando. Que además de los jefes Cisne, Ciero y Fonseca, iban acompañados de sus escuadras Eva indica que son 17 combatientes, y que todos ellos eran “acostumbrados y valientes”. Recordemos que Siero y Fonseca llegaron con escuadras de indios Matagalpas, es normal presumir que si dos de los tres jefes enviados al contraataque llegaron tres días antes con escuadras de indios matagalpas, en ese momento sean esos mismos hombres quienes protagonizaron el exitoso operativo, combinados con otros combatientes del tercer oficial que ya estaba en San Jacinto y que eran de otros departamentos de Nicaragua.
Hago énfasis en la participación de José Ciero, porque con estas evidencias califica como un testigo idóneo. Es bien valorado por sus compañeros y por el jefe de la acción heroica, por lo tanto su testimonio de lo que sucedió aquél 14 de septiembre puede considerarse idóneo.
LA IDENTIDAD Y RANGO DEL FILIBUSTERO DERRIBADO POR ANDRÉS CASTRO
Es importante para valorar en su justa dimensión la acción de Andrés Castro, tomar en cuenta que, según el testimonio del Teniente JOSÉ CIERO, que tenía asignada parte de la defensa de la Casa Hacienda y que es mencionado como uno de los más destacados oficiales por el Coronel José Dolores Estrada en su parte de guerra; ese filibustero no era un soldado más de los yankees esclavistas, sino que se trataba del Mayor John Calvin O'Neal , del Ejército de William Walker, por cierto, el segundo rango militar más alto de todos los hombres, que pretendían eliminar a los patriotas de San Jacinto.
El testimonio de Ciero, fue publicado por Francisco Pérez Estrada (1917-1982), en el mismo libro antes citado, (1970, tipografía ASEL, Pgs. 48-50). Según Pérez Estrada, el testimonio de Ciero fue tomado de un legajo facilitado por un “Sor. de Masaya” (no da su nombre), pero asegura que el legajo pertenecía a “su hermano difunto que estuvo presente en la jornada de San Jacinto de vista”. El testimonio dice textualmente lo siguiente:
"En esto sonaron los primeros tiros del centro y nuestra ala izquierda, aquí Onil, había llegado corriendo, hasta subir el cerco de piedra, donde mataron al oficial IGNACIO JARQUÍN, con 5 soldados habían disparado a un tiempo, pero Andrés Castro con destreza admirable tomó una piedra y apoyado en su escopeta descargó tan grande golpe que cayó Onil y a un mismo tiempo, José Ciero de la esquina del cerco de piedra dispara y hiere el brazo del mismo Onil" (Hasta aquí el testimonio sobre ese momento histórico, publicado en pg. 49 del libro de Francisco Pérez Estrada). Observar que Ciero escribe “Onil” para referirse a O'Neal y que habla de él mismo en tercera persona ¿o es un testimonio oral copiado por un secretario como se acostumbraba en ese tiempo?).
Ciero declaró que en la esquina sureste de la Casa Hacienda, los filibusteros lograron traspasar la defensa asesinando al jefe de ese frente defensivo, el Subteniente IGNACIO JARQUÍN, junto con varios soldados más que estaban en esa posición defensiva. -Esta ruptura de la defensa de San Jacinto resultaba fatal, era la ruta de acceso de los filibusteros hacia el corredor central de la Casa Hacienda y su interior, lo que significaba el aniquilamiento de los patriotas.
De ahí que las acciones defensivas y ofensivas ordenadas por Estrada en los siguientes minutos girarán en torno a esta ruptura. Jarquín era Teniente, por lo tanto al morir él, Andrés Castro, sargento primero, asume la responsabilidad de ese fragmento defensivo en la casa hacienda, el ala izquierda.
Alejandro Eva, dirá de esa fatal ruptura y de la caída de Jarquín: “Cuando estuvieron a una distancia conveniente, rompieron el fuego. Al recibir la descarga en vez de vacilar se lanzaron impetuosamente sobre las trincheras; Una columna atacó de frente, otra por la izquierda y la última por la derecha. Todas fueron rechazadas por tres veces; y hasta el 4o. asalto no lograron apoderarse de la trinchera por el lado izquierdo, cuando el valiente oficial Jarquín y toda la escuadra que defendía ese punto tan importante, hacían un nutrido y certero fuego sobre el resto de las líneas” (Eva, 1890).
Eva testifica de un filibustero abatido al lograr subir la trinchera norte de la Casa Hacienda. “Uno de ellos logró subir a la trinchera y allí fue muerto por el intrépido oficial Solís (Adán Solís)” (Eva, 1890). En el parte de guerra de Estrada incluye a Solís entre los que reciben “especial recomendación”, le llama “don Adán Solís”, pero no especifica que Solís mató a un filibustero con su arma, pero es fácil inferir que por eso fue la “especial recomendación”.
Walker confirma herida de bala del Mayor O'Neal.
Según el testimonio de Ciero afirma que el héroe Andrés Castro le asestó la pedrada al Mayor O'Neal, y él, Siero, le dio un balazo en el brazo. ¿Cómo podemos saber si esta doble acción fue a O'Neal y no a otro filibustero? ¡Eran 70 según Walker y un poco más de 200 según Estrada!.
Tenemos otra fuente, que no estuvo en la batalla, pero publicó su versión de los hechos, basado en el informe de los filibusteros sobrevivientes, nada menos que William Walker en su libro sobre la guerra en Nicaragua (Traducción de Ricardo Fernández Guardia, Editorial Universitaria Centroamericana EDUCA, segunda edición, San José Costa Rica, 1970, pgs. 273-276).
Según William Walker, había enviado 70 hombres al mando de los oficiales: Mayor J.C. O'Neal. Capitanes Watkins, Lewis y Morris. Tenientes Brady, Connor, Cromwell, Hatchings, Kiel, Reader y Sherman. Y en Tipitapa le ofrecieron el mando al Teniente Coronel Byron Cole.
Había numerosos oficiales retirados que se agregaron a última hora, quienes asumieron mandos de jefatura en San Jacinto, como Marshall y Milligan, oficiales retirados y en la vida civil según Walker.
En su libro, Walker menciona al Mayor como J.C. O'Neal, el de mayor rango militar que iba en la expedición, después de Byron Cole, y obviamente con experiencia militar adquirida en casi un año de ser militante del ejército de Nicaragua.
¿Qué dice Walker sobre este hecho específico?...dice así: “Colt hizo alto algunos minutos.
Dividió su pequeña fuerza en tres columnas, para disponer el plan de ataque. poniendo la primera a las órdenes de Robert Milligan, ex-teniente del ejército, la segunda a las del mayor O'Neal, y la tercera del capitán Watkins.
El ataque contra el enemigo debía hacerse por tres puntos distintos y emplear como armas principalmente el revólver.
Tomadas estas disposiciones se dio la orden de cargar simultáneamente por los sitios designados para cada sección. Esta orden fue obedecida con bizarría, y Colt, Marshall y Milligan habían penetrado ya en el corral, cuando fueron barridos por el fuego certero del enemigo.
O”Neal fue más afortunado, recibiendo tan solo una herida en el brazo, mientras que Watkins quedó fuera de combate por una herida en el costado.
Así, casi simultáneamente y cuando los hombres se encontraban a pocas varas de distancia de la casa, todos los jefes y casi un tercio de la fuerza, quedaron muertos o heridos.
Entonces los demás viendo que ya nada podía hacerse con lo que quedaba se retiraron llevándose sus heridos y en pocos minutos iban en plena retirada hacia Tipitapa" (Walker, William. Marzo de 1860, EDUCA 2da. edición 1970, pág. 264).
Como leímos antes, Ciero asegura que él hirió en el brazo al filibustero a quien identificó en su testimonio como el mayor O'Neal, y Walker dice que fue afortunado porque mientras sus compañeros oficiales murieron en San Jacinto (Marshall en Tipitapa por la herida), él recibió “tan solo una herida en el brazo” (presumimos que es de bala).
No menciona la pedrada, porque para Walker no es importante contra las heridas de arma de fuego. Esta coincidencia parece un buen fundamento para concluir que O'Neal fue el filibustero que recibió la pedrada por Castro, pero no es concluyente, muy especialmente porque el Mayor filibustero sobrevivió y morirá hasta febrero del año 1857, mal herido de balas en otro combate en Rivas.
Y según el Coronel José Dolores Estrada, el filibustero al que alcanzó Castro habría muerto en el sitio.
ANDRÉS CASTRO Y EL AMERICANO, EN EL PARTE DE GUERRA DEL CORONEL ESTRADA
En el “Parte de guerra”, el Coronel JOSÉ DOLORES ESTRADA al referirse a la acción de ANDRÉS CASTRO, informa lo siguiente: "Se hizo igualmente muy recomendable el muy valiente Sargento primero Andrés Castro, quien por faltarle fuego a su carabina, votó a pedradas a un americano, que de atrevido se saltó la trinchera para recibir su muerte" (Estrada, 1856). Estrada habla en plural, “pedradas”.
Como podemos leer, Estrada primero afirma que Castro “votó a pedradas”, para luego concluir que ese “americano”, “saltó la trinchera para recibir su muerte”, pero el testimonio de Ciero y de Walker, lo dan por vivo, pero mal herido, al punto que según nuestro testigo presencial que lo enfrentaba en el ala sur de la Casa Hacienda, “Onil estaba golpeado y herido”, por lo que su gente se lo llevó y abandonan el dominio que habían obtenido sobre ese sector de la casa. “Golpeado” (por la pedrada) y “herido” (por la bala).
Hay coincidencia en los testimonios de Ciero y Walker en cuanto a la herida de bala, la de piedra no es relevante para Walker, sin que estos dos personajes hayan tenido ninguna comunicación entre ellos, aparte de las balas cruzadas como enemigos de guerra.
Es probable que para el Coronel Estrada, el filibustero de la pedrada era cualquiera de los filibusteros que ahí quedaron muertos, después de todo no tenía porqué conocer a los filibusteros dado que el abandonó Managua desde octubre de 1855, a diferencia de Ciero que salió de Masaya en abril de 1856.
Una diferencia de meses que pudo permitir a Ciero conocer a los oficiales filibusteros como O'Neal en Granada o en Masaya.
El Mayor O'Neal formó parte del ejército oficial desde noviembre de 1855 con el grado de capitán, y fue ascendido al rango de Mayor en abril de 1856, por lo tanto entre su arribo a Nicaragua y el escape en abril de 1856, de los 21 jóvenes para enmontañarse en Las Segovias y unirse a la resistencia contra los filibusteros, hubo cinco meses, suficiente tiempo para que fuese conocido por los jóvenes valientes que ahora lo combatían en San Jacinto. Ciero tuvo que conocer a O'Neal, para que lo pudiera identificar en el fragor del combate.
John Calvin O Neal, de origen Irlandés, nacido en 1836. Arribó a Nicaragua por San Juan del Sur el 1ero. de noviembre de 1855, recibiendo el grado militar de capitán de la Compañía D, del Primer Batallón de Rifleros.
Recordemos que para noviembre del 55, Walker ya tenía el control del único Ejército de Nicaragua designado como su jefe por el presidente Patricio Rivas, y que los Legitimistas habían perdido la guerra civil por la toma de Granada el 13 de octubre de ese mismo año. Así que O Neal se incorpora al ejército oficial de Nicaragua. (Diccionario biográfico del filibusterismo, tomo II, Yamil Jiménez Tabash, 1era. edición, Costa Rica, 2018. ISBN, 9978-9930-519-28-8, facilitado por Dr. Jorge Eduardo Arellano).
Cuando Walker asume la presidencia por medio de elecciones fraudulentas el 12 de julio de 1856, O'Neal es miembro del ejército y como tal participará en la batalla de San Jacinto, solo que esta vez, no es reconocido como oficial nicaragüense, sino como filibustero esclavista leal al “presidente” usurpador William Walker.
El Mayor O'Neal, murió en febrero de 1857 por heridas graves sufridas durante un combate en San Jorge, Rivas.
O'Neal tenía 21 años de edad al momento de morir. La muerte que evadió en San Jacinto, lo encontró en San Jorge. Este filibustero era tan popular entre los filibusteros, que el diario “El Nicaragüense” le dedicó un obituario en el cual le denominan como “el Murat” del Ejército, en referencia a Joachim Murat (1767-1815), mariscal y gran Almirante de la Francia Napoleónica (Jiménez Tabash, Yamil. 2018).
SANTO Y SEÑA: ¡HASTA MORIR!
La actitud firme de Andrés Castro y José Ciero, y de todos los soldados de San Jacinto, de no abandonar el puesto de combate aún faltando hombres y municiones, al extremo de acudir a las piedras volcánica del potrero, para defender la posición, solo se explica por la decisión asumida por todos los combatientes de San Jacinto, días antes del combate del 14 de septiembre, cuando el Coronel José Dolores Estrada reunió a sus principales oficiales (incluyendo al abatido Ignacio Jarquín), y tomaron la decisión conjunta de resistir hasta morir en San Jacinto, cuando llegado el momento tuvieran que defenderla de la segura invasión yankee que esperaban. La primera fue el 5 de septiembre y la segunda el 14 de septiembre.
“No nos volveremos de aquí, pero no seré yo quien dé el parte de la derrota. Uds. son jóvenes y se avergonzarán siendo además responsables si no cumplen con su deber” (José Dolores Estrada, pg. 36. Testimonio de Pérez Estrada, 1970).
El Coronel Estrada era un veterano de 64 años de edad para el combate de San Jacinto (nació el 16 de marzo de 1792); y estaba seguro que moriría en ese trance, pero los oficiales bajo su mando tenían edades que oscilaban entre los 18 a los 30 años de edad, por lo que sus palabras son una sentencia moral: “ustedes son jóvenes y se avergonzarán si no cumplen con su deber”.
Estrada no daría ninguna parte de una derrota, porque estaría muerto, quien sobreviviera lo tendría que dar “avergonzado” por no cumplir su deber.
Esta convicción de morir antes que rendirse, la llevaron hasta sus últimas consecuencias el 5 y el 14 de septiembre en San Jacinto.
Ignacio Jarquín y sus soldados, que murieron defendiendo el ala izquierda de la hacienda el 14 de septiembre abatidos por las balas de O'Neal y sus combatientes, dijo en esa reunión: “Voy a donde Ud. Valla”, y fue consecuente con su palabra, siendo sustituido de inmediato en el mando por el Sargento Primero Andrés Castro, quien prefirió dar de pedradas al filibustero antes que permitir entraran a su zona defendida, honrando así su deber y la sangre derramada por Jarquín y los demás combatientes abatidos en esa ala izquierda de San Jacinto.
TRASCENDENCIA DE UNA “PEDRADA”
Al llegar a este punto, podemos comprender la importancia de la pedrada de Andrés Castro y del disparo de José Ciero en la humanidad del filibustero que superó la defensa de la Casa Hacienda San Jacinto por el lado izquierdo.
La acción de estos dos héroes de San Jacinto y de sus compañeros de armas, fue vital para evitar la derrota de la tropa nicaragüense patriótica. Si O'Neal o alguno de sus soldados hubieran logrado su propósito de avanzar en la toma del ala izquierda de la casa hacienda San Jacinto, el resultado del combate hubiera sido fatal para los nicaragüenses.
La derrota hubiera sido catastrófica, no solamente para los combatientes, sino también para las mujeres de Masaya que atendían a los heridos en la hacienda contigua, del Dr. Rosalío Cortés.
Y también para Nicaragua, por ser una derrota que Walker hubiera aprovechado en su propaganda militar para desmoralizar a los Centroamericanos que apenas dos días antes habían suscrito un pacto o alianza militar contra Walker el 12 de septiembre de 1856, y que marca el inicio de la “Guerra Nacional” (Centroamericana) contra la esclavitud añorada por Walker para Centroamérica.
Según Ciero, fue el Mayor O Neal, el abatido por Andrés Castro y herido de bala por Ciero mismo, y aunque no hubiese sido O'Neal, y hubiese sido cualquiera de los otros filibusteros que él lideraba como Mayor del Ejército de William Walker; la pedrada y el balazo fueron determinantes para frenar la invasión filibustera en ese flanco izquierdo de la Casa Hacienda San Jacinto, cumpliéndose la decisión tomada por todos los oficiales el 2 de septiembre, defender la posición y combatir, “hasta morir”, como lo hizo en ese flanco, IGNACIO JARQUÍN y numerosos de sus heroicos combatientes, cuyos nombres en su mayoría quedaron anónimos.
LA TUMBA Y LA ESTATUA DE ANDRÉS CASTRO.
Después de la guerra nacional, Andrés Castro llevó una vida común.
Compró una pequeña finca en Managua, según las investigaciones de Roberto Sánchez Ramírez (q.e.p.d.), tuvo dos hijas con su esposa Gertrudis Pérez. Una de ellas emigró a Costa Rica.
Cuando falleció en 1876, fue asesinado en un camino de Las Sierras de Santo Domingo, en lo que se denota como un crimen pasional.
Fue sepultado en el cementerio San Pedro, pero en una fecha desconocida antes de los años 50, su cuerpo fue trasladado a otra tumba en un cementerio de una comarca de Tipitapa, hecho no documentado, por lo que se desconoce su paradero.
En el año 2000, una comisión del Instituto Nicaragüense de Cultura (INC), fue a Tipitapa a buscar la tumba, pero no pudo localizarla. Sigue desaparecida (“Cementerio San Pedro, la resurrección del recuerdo”, Roberto Francisco Sánchez Ramírez, 1era. ed. Managua. Alcaldía de Managua, 2004. ISBN: 99924-872-1-6, Pgs. 65-65).
En 1956, estudiantes del Instituto Miguel Ramírez Goyena, de Managua, recolectaron fondos para pagar una escultura de Andrés Castro, que realizó la escultora Edith Gron, y fue puesta en la entrada principal a la Casa Hacienda San Jacinto. Entre los estudiantes estaba el Br. Carlos Fonseca, quien era bibliotecario del Goyena y Don Roberto Sánchez Ramírez.
La estatua que todavía sigue en dicho lugar, se inauguró en septiembre de 1956, antes de que Rigoberto López Pérez baleara al dictador Anastasio Somoza García (21 de septiembre de 1956).
ANDRÉS CASTRO Y LOS HEROICOS COMBATIENTES DE SAN JACINTO, VENCIERON POR
LA MORAL PATRIÓTICA QUE LOS SUSTENTABA, no por las balas que tenían escasas o las piedras toscas que usaron como reserva defensiva.
William Walker, el soberbio y prepotente filibustero, llegó con ínfulas de victorias fáciles, y se fue aullando herido en una carrera sin freno que concluyó el 5 de mayo de 1857 en San Juan del Sur, al abordar un barco de bandera norteamericano, hacia EEUU.
Y más aún concluyó con su fusilamiento el 12 de septiembre de 1860 en Trujillo, Honduras, donde en su tumba no solo están sus huesos, sino también los sueños de los esclavistas vencidos por los centroamericanos hijos de la Patria y Libertad.
Por: Clemente Guido Martínez.
Vicepresidente de la AGHN.