
**Nunca vi tanta maldad y tanta gente ansiosa por mostrarla, compitiendo entre sí para demostrar su complicidad y su falta de empatía.
Nunca imaginé que fueran capaces de tanta maldad: festejar el dolor ajeno, regocijarse cuando las personas sufren, privadas de todo y matadas de hambre.
Por eso, nunca he tenido tanto miedo.
La sensación es que se ha roto una enorme presa y masas de israelíes, carentes de toda contención humana, se apresuran a revolcarse juntos en un odio tóxico, en una orgía del ego, la deshumanización y la violencia.
Como si hubieran estado esperando el momento de liberarse de las reglas que los obligaban a mantener una apariencia de moralidad, se han ido deshaciendo de las convenciones y normas sociales que la humanidad se dio a sí misma durante miles de años para evitar el desenfreno egocéntrico.
Le han dado a la libertad un nuevo significado: liberarse de cuanto requiere la cultura. La igualdad ha sido borrada de su léxico, por no hablar de la dignidad humana.
El amor al prójimo como a uno mismo, la compasión y la empatía, han sido abolidas…
La unidad israelí está basada en la adicción al odio y en la sed de sangre…
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