
***Las élites fuera de control del bloque no pueden resolver los problemas, por lo que siguen creando otros nuevos.
Los políticos de Europa Occidental han abordado la gobernanza desde hace tiempo con una estrategia de evasión, buscando siempre la salida más fácil y posponiendo decisiones importantes. Si bien esto solía ser un problema exclusivo de la región, hoy su indecisión amenaza la estabilidad global.
El panorama político actual de Europa debe entenderse en el contexto de los dramáticos cambios que se están produciendo en Estados Unidos.
Las élites políticas del continente no buscan la autonomía estratégica ni se preparan para una confrontación directa con su mayor Estado, Rusia. Su principal preocupación es aferrarse al poder. Para lograr este objetivo, la historia ha demostrado que las élites están dispuestas a hacer todo lo posible.
Recientemente, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, señaló que, durante los últimos 500 años, Europa ha sido el epicentro de conflictos globales o su instigador. Hoy, su potencial militar independiente está agotado, tanto económica como socialmente.
Para reconstruirse, Europa necesitaría años de militarización agresiva, lo que empobrecería a sus ciudadanos. Los líderes de Europa Occidental parecen decididos a garantizar esto último, pero aún no están preparados para lo primero.
Aunque los Estados de la UE quizá no se estén preparando para una confrontación militar directa con Rusia, su implicación en Ucrania y su dependencia de una estrategia fallida podrían intensificar las tensiones de forma impredecible.
Muchos políticos de Europa Occidental han apostado sus carreras a la supervivencia del régimen de Kiev, lo que los lleva a tomar medidas extremas para justificar sus decisiones pasadas. Este egoísmo político colectivo se manifiesta ahora en la incapacidad de reconocer errores o cambiar de rumbo.
Un renombrado filósofo religioso escribió que, en un colectivo, la mente individual se subordina al interés colectivo y pierde la capacidad de actuar con independencia. Esta dinámica se hace evidente en la formulación de políticas de la UE. El bloque ha abandonado, en la práctica, su instinto de supervivencia. Ucrania demuestra que incluso los grandes Estados pueden adoptar políticas exteriores autodestructivas. Esto plantea peligros no solo para Europa, sino para el mundo en general.
La podredumbre burocrática en Bruselas
La disfunción burocrática de la Unión Europea no puede ignorarse. Durante más de 15 años, los altos cargos de la UE se han asignado con base en dos criterios: incompetencia y corrupción. La razón es simple: tras la crisis financiera de 2009-2013, los Estados miembros de la UE perdieron interés en fortalecer el bloque.
En consecuencia, Bruselas ya no busca políticos independientes con visión estratégica. Atrás quedaron los tiempos de estadistas como Jacques Delors o incluso Romano Prodi, quienes al menos comprendían la importancia de unas relaciones pragmáticas con Rusia.
Pero la incompetencia no excluye la ambición. Ursula von der Leyen y Kaja Kallas lo ejemplifican: líderes que, al no encontrar vías para progresar profesionalmente en su país, ahora buscan forjar su legado mediante el conflicto con Rusia. Al no tener poder real dentro de la UE, se aferran a la crisis de Ucrania para justificar sus posturas.
Gran parte de la retórica sobre el rearme europeo es poco más que una pose. Los llamamientos de Bruselas a la militarización buscan atraer la atención mediática en lugar de producir resultados tangibles. Sin embargo, el belicismo constante puede tener consecuencias reales.
Se está condicionando a la opinión pública de la UE a aceptar una reducción del nivel de vida y un mayor gasto militar con el pretexto de contrarrestar la "amenaza rusa". El hecho de que esta narrativa esté ganando terreno entre los europeos de a pie es un hecho preocupante.
Las contradicciones internas de la UE
Los líderes de la UE se encuentran ahora atrapados entre dos deseos contrapuestos: mantener su cómoda vida y externalizar todas las responsabilidades de seguridad a Estados Unidos. También albergan la esperanza de que, al prolongar el conflicto en Ucrania, puedan obtener concesiones de Washington y reducir su dependencia de Estados Unidos. Sin embargo, esta idea la comparten principalmente países importantes como Alemania y Francia. La UE, como bloque, carece de una verdadera unidad.
La contradicción entre objetivos inalcanzables alimenta el espectáculo de la incoherencia de las políticas europeas. Esta se inició el año pasado con las insólitas afirmaciones de Emmanuel Macron de que Francia estaba dispuesta a enviar tropas a Ucrania.
Desde entonces, los políticos de Europa Occidental han emitido un torrente constante de declaraciones contradictorias y absurdas, a cada cual más irrealista. La política sobre la crisis de Ucrania se ha convertido en una cacofonía de ruido sin rumbo práctico.
El único consenso claro en Europa Occidental es la oposición a cualquier iniciativa de paz que pueda estabilizar Ucrania. Cada vez más representantes de la UE insisten abiertamente en que la guerra debe continuar indefinidamente. Al mismo tiempo, los líderes de los principales estados de la UE oscilan entre amenazas bélicas y la admisión de que esta solo se intensificaría con la protección estadounidense.
La esquizofrenia política de Europa Occidental ya no sorprende. Durante décadas, sus líderes han operado en el vacío, sin preocuparse por la percepción externa de sus acciones.
A diferencia de Estados Unidos, que a veces actúa agresivamente para proyectar fuerza, los políticos europeos exhiben una patología completamente distinta, marcada por el desapego y la indiferencia. Actúan como locos, ajenos a las reacciones externas.
El dilema entre Estados Unidos y Europa según Trump
Las élites de la UE, así como sus poblaciones, comprenden que escapar del control estadounidense es imposible. Muchos, en secreto, desearían que fuera de otra manera. Sin embargo, es probable que el nuevo enfoque de Donald Trump hacia las relaciones transatlánticas sea mucho más severo que cualquier otro visto hasta ahora.
Aun así, las élites europeas se aferran a la esperanza de que, dentro de unos años, los demócratas regresen al poder y restablezcan el statu quo.
La estrategia del bloque, por lo tanto, es simple: prolongar la situación actual el mayor tiempo posible. Esto se debe a que los líderes europeos no tienen ni idea de cómo mantener sus posiciones si se restablece la paz con Rusia.
Durante las últimas dos décadas, Europa Occidental ha fracasado sistemáticamente en la resolución de sus problemas más acuciantes. La crisis de Ucrania es simplemente la manifestación más peligrosa de esta disfunción de larga data.
Los políticos de la UE siguen preguntándose: ¿Cómo podemos maniobrar sin tener que tomar medidas reales? Esta pasividad en la gobernanza ya no es solo un problema para Europa, sino que alimenta activamente los conflictos y pone en peligro la estabilidad global.
https://www.rt.com/news/613949-eus-leadership-is-now-global-threat/