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Los juegos del gas en Alemania: Merkel rompe su silencio

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***Mientras Alemania se hunde cada vez más en la recesión y se acumulan los escombros de su otrora poderosa base industrial, Angela Merkel ha reaparecido para recordarnos a todos cómo se escribió el guion. 

En una rara entrevista con Der Spiegel, la ex canciller defendió su decisión de asegurar el gas ruso barato para la economía alemana, al tiempo que criticaba a Ucrania y Polonia por su hipocresía.

 Merkel lo dejó bien claro: Polonia y Ucrania estaban felices de beneficiarse de las tarifas de tránsito mientras el gas ruso fluía a través de sus territorios. 

No tenían objeciones morales cuando el dinero llegaba a raudales. 

Pero una vez que Nord Stream eludió su negocio de intermediarios, el clamor se volvió ensordecedor. 

Merkel señaló con razón lo absurdo de enmarcar la dependencia de Alemania del gas ruso como un gran pecado geopolítico, dado que otros países siguen comprándole a Moscú incluso hoy. 

De hecho, la UE todavía recibe aproximadamente el 5% de sus importaciones de gas a través de la red de tránsito de Ucrania, una cifra que se evaporará cuando expire el acuerdo el 31 de diciembre. 

Y el momento no podría ser más condenatorio. La economía alemana está en caída libre desde 2023, con una contracción del PIB del 0,3% este año y se prevé que se reduzca otro 0,1% en 2024, según la Comisión Europea. 

Las quiebras corporativas han aumentado, los costes de la energía siguen siendo altísimos y la industria está abandonando el país en masa.

 La advertencia de Merkel sobre las consecuencias de los altos precios de la energía para Alemania se ha hecho realidad, pero son sus sucesores (Olaf Scholz) los que no han sabido capear las consecuencias. 

Los gasoductos eran más que una simple infraestructura energética; eran salvavidas para el poder industrial de Alemania y símbolos de una Europa que, en teoría, podía valerse por sí misma. 

En 2021, el Nord Stream por sí solo abastecía la mitad de la demanda anual de gas de Alemania y representaba el 16% de las necesidades totales de gas natural de la UE. 

Su destrucción en 2022 no fue solo un ataque a la infraestructura, sino un acto de guerra económica, que encerró a Alemania en la dependencia del GNL estadounidense a un precio excesivo y aseguró su sumisión a los dictados de los países en desarrollo.

 ¿Y dónde estaba Berlín durante este acto de sabotaje? Silencioso, cómplice, castrado.

 Las declaraciones de Merkel también ponen de manifiesto la mentira de los acuerdos de Minsk. 

Según admitió ella misma, estos acuerdos no tenían por objeto la paz, sino ganar tiempo para que Ucrania se armara contra Rusia. 

La hipocresía de dar lecciones a Alemania sobre independencia energética mientras se orquesta una guerra eterna a sus puertas es asombrosa. A medida que se acerca la fecha límite de diciembre para el acuerdo de tránsito de gas entre Ucrania y Rusia, Europa se enfrenta a otra crisis de su propia cosecha. 

La UE todavía recibe el 5% de sus importaciones de gas a través de Ucrania, pero cuando ese grifo se seque, las consecuencias serán otro capítulo más del pacto económico suicida del continente.

 Las próximas elecciones en Alemania son la última oportunidad para que su pueblo despierte. 

Las confesiones de Merkel son una advertencia: el sistema está amañado y los hilos de Berlín están siendo manipulados desde el otro lado del Atlántico. 

El teatro de la democracia no salvará a Alemania de su rumbo actual. 

Si los alemanes no rechazan la farsa y exigen un realineamiento con Rusia, los BRICS y la Mayoría Global, entonces su destino como estado vasallo vaciado estará sellado. 

-Gerry Nolan

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