VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

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CAC: Un festival literario a la medida de la CIA en Panamá

**** En estos días tiene lugar, por primera vez en la Ciudad de Panamá, otra edición del Festival literario Centroamérica Cuenta (CAC) con la participación de unas 50 personalidades de la literatura y el periodismo de unos 15 países.

Aunque en su página web dice que la actividad está patrocinada por el Ministerio de Cultura panameño, lo cierto es que el festival es una creación del escritor nicaragüense Sergio Ramírez Mercado que entre 2013 y 2017 lo desarrolló en Nicaragua y que desde el 2019 a esta parte, a raíz del fracaso del violento golpe de Estado promovido por Estados Unidos contra el gobierno sandinista en 2018, ha tenido como sede otros países de la región y también España.

El plato fuerte de esta edición del CAC ha sido la participación del escritor cubano Alejandro Padura mundialmente conocido, entre otras obras, por su serie de novelas de detectives ambientadas en la isla y que ha sido traducida a varios idiomas. 

En 2012 Padura recibió el premio nacional de literatura de su país y en el 2015, el premio Príncipe de Asturias de las Letras.

Nada es inocente cuando invitan a algún cubano a un evento internacional, así sea un campeonato de canicas, y en este caso no podía ser para menos. 

A alguien famoso como Padura había que sacarle alguna declaración «jugosa» con la que satisfacer el morbo anticubano que se ceba en el sufrimiento de todo un pueblo castigado por querer ser libre.

«Cuba se parece más a una historia de una distopía. Es ese lugar en el que se ha creado una estructura en la que las cosas funcionan con unos códigos muy específicos. Yo soy fumador, pero si me preguntas cuánto vale una caja de cigarrillos en Cuba no te sé decir. Y si me preguntas dónde los puedo comprar, tampoco te sé decir. El caso es que compro cigarrillos», dijo Padura en estos días en una entrevista para la agencia AFP.

No importa que en la misma entrevista Padura haya dicho que no piensa irse de Cuba (país que considera como «su lugar»), haya reconocido que le han publicado sus libros («excepto los últimos», lo cual admite puede haberse debido a la escasez de papel provocada por el criminal bloqueo estadounidense) y no expresó ningún temor de que lo fueran a echar preso al regresar a la isla.

El mensaje propagandístico de la revolución fallida y del, Milei dixit, "el único socialismo bueno es el socialismo muerto", fue repetido una vez más y con eso se garantizó la sumisión mental de amplios sectores de la opinión de un mundo que paradójicamente lleva décadas pidiendo a gritos que Estados Unidos levante su bloqueo (o sea, su sitio económico, político e ideológico) contra una isla revolucionaria que ha sido llevada a condiciones similares a las que experimentan los habitantes de la franja de Gaza.

Hay también otra dimensión anticubana en la provocación literaria de esta edición del CAC, que es menos ideológica pero sí muy política y de intenciones verdaderamente mortíferas. 

Porque Panamá no es cualquier cosa para una Cuba que necesita importar una gran cantidad de productos por medios no convencionales, ya que el bloqueo estadounidense, cuando no le impide comprar, le impide pagar, y cuando no le impide ninguna de esas dos cosas, le dificulta enormemente el transporte de lo comprado.

Cada mes, miles de cubanos viajan a Panamá y otros países a comprar productos para llevarlos a revender a la isla en una especie de «comercio hormiga» a escala internacional. 

Además, el país istmeño tiene la ventaja de que ofrece boletos de avión a precios menores que el resto. 

Obviamente que Cuba necesita tener relaciones normales con un país como Panamá, y obviamente también a los Estados Unidos les interesa boicotear esas relaciones. En ese sentido, la provocación anticubana del CAC se convierte en una oportunidad de oro para presionar a un gobierno panameño que no es muy del agrado de la actual administración demócrata en un tema de importancia para los Estados Unidos.

Decíamos más arriba que nada es inocente en lo que respecta a Cuba y las invitaciones al exterior, y para ejemplificarlo en este caso del Festival literario Centroamérica Cuenta tenemos que hablar de personajes como Sergio Ramírez Mercado, fundador del CAC y Gioconda Belli, la poetisa y escritora que participa activamente en ese festival.
Tanto Ramírez como Belli formaron parte de la intelligentzia sandinista de los años 80 con raíces en la oposición conservadora a Somoza, es decir, la oposición que buscaba un acomodo dentro del orden oligárquico libero-conservador impuesto históricamente por los Estados Unidos en ese país. 

A fines de los años 70, cuando tomaba forma la insurrección popular sandinista contra la dictadura, la alternativa conservadora era tildada de «somocismo sin Somoza». 

Por esos años, muchos elementos de extracción conservadora se pasaron a las filas del sandinismo ante el colapso de la «oposición» apoyada por Estados Unidos. 

Muchos de esos elementos ya tenían contactos con Estados Unidos, como un tal Edmundo Jarquín, que había sido político conservador e informante de la Embajada de Estados Unidos, y que en los meses finales de la dictadura decidió pasarse al Frente Sandinista (con el visto bueno de EEUU).

Tras la derrota sandinista en las elecciones de 1990, Ramírez y sus seguidores intentaron tomar el poder en el FSLN con banderas de capitulación en los postulados antiimperialistas y socialistas del sandinismo, pero perdieron la lucha interna y se fueron, no sin antes negarse a devolver sus asientos en la Asamblea Nacional, ganados bajo otro programa político. 

Este grupo se llamó «Movimiento Renovador Sandinista» y se mostró cada vez más supeditado a la USAID y a las ONG occidentales, hasta que al final se convirtió en una red conspirativa al servicio de esos intereses. 

Su apoyo político entre la población siempre fue escaso y se desintegró tras el fallido intento de «revolución de colores» del año 2018 por su abierta identificación con la violencia. 

En el 2022, la dirigente «renovadora» Dora María Téllez anunció que su organización abandonaría la palabra «Sandinista» del nombre del movimiento ya que esa palabra les daba «repello», es decir, asco.
Ana Margarita Vigil con la anticubana Ileana Ros-Lehtinen

En el historial de supeditación de esta red a los intereses estadounidenses no ha faltado nada: Colaboración con la Embajada de Estados Unidos desde los años 70 hasta nuestros días, financiamiento de la USAID al menos desde inicios de los años 90, reuniones con lo más granado de la ultraderecha en EEUU y en nuestra región (por ejemplo, la célebre reunión de la «renovadora»  Ana Margarita Vigil con la anticubana Ileana Ros-Lehtinen en 2016), campañas de propaganda promoviendo el odio antisandinista, rutinario financiamiento del Departamento de Estado, las grandes fundaciones estadounidenses y europeas y una larga lista de etcéteras. 

Por sus antiguas credenciales revolucionarios, esta red ha sido uno de los instrumentos preferidos de los Estados Unidos para tratar de impedir el surgimiento de alternativas populares y revolucionarias en la region.

Gente como Sergio Ramírez, Gioconda Belli y Carlos Fernando Chamorro forman parte de una red de ex sandinistas al servicio de la injerencia estadounidense en Centroamérica. 

Junto con medios como El País de España y ONG de los países de la OTAN así como de fundaciones que reparten premios a la «libertad de expresión», como el premio de periodismo Ortega y Gasset o la fundación Gabo, que manipula el nombre del colombiano Gabriel García Márquez, conforman todo un entramado en función de promover la agenda ideológica del imperio en la región: Financian blogs y páginas web, dan cursos de «periodismo independiente», organizan seminarios y congresos «literarios», todo con el fin de mantener viva esa agenda, detrás de la que se ocultan, en última instancia, los golpes de Estado, las «revoluciones de colores» y, cuando ya no queda otro remedio, las intervenciones militares.

Es una industria. 

Por ejemplo, la empresa Confidencial de Carlos Fernando Chamorro, después de huir de Nicaragua se instaló en Costa Rica, y en el año 2022 tenía un presupuesto oficialmente declarado de casi un millón de dólares para la propaganda, no solo destinada a divulgar desinformación sobre Nicaragua, sino en general para influir en los sectores de la opinión «progresista» en función de los intereses estadounidenses.

El festival CAC de Sergio Ramírez es parte de esa red. 

Solo basta ver el pie de su página web para descubrir la lista de patrocinadores de la misma: La Unión Europea, el gobierno de España junto al diario El País y a la agencia EFE, las fundaciones de la Sociedad Abierta de Soros, la fundación Ford, etcétera.

https://magencio.codeberg.page/un-festival-a-la-medida-de-la-cia.html

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Consejo consultivo
Centroamérica Cuenta tiene un Consejo Consultivo conformado por reconocidos escritores, periodistas y artistas de Hispanoamérica:

Sergio Ramírez, Nicaragua | Presidente
Horacio Castellanos Moya, El Salvador | Vicepresidente
Gioconda Belli, Nicaragua | Vicepresidenta
Luis García Montero | España
Berna González Harbour | España
Carlos Cortés | Costa Rica
Claudia Neira Bermúdez | Nicaragua
Miguel Huezo Mixco | El Salvador
Alexandra Ortíz Wallner | El Salvador / Alemania
Emiliano Monge | México
Philippe Hunziker | Guatemala

Equipo organizador

Sergio Ramírez, Presidente
Claudia Neira Bermúdez, Directora
María Helena Hernández, Coordinación y Logística
Mario Martz, Contenido y Talleres
Melina Flores, Atención a Autores
Daniel Mordzinski, Fotógrafo oficia




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