En 1954 Estados Unidos bombardeó a Guatemala

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Nicaragua: “Martirio” Calculado

Rolando José Álvarez Lagos
El catolicismo a través de los siglos ha basado su empoderamiento ideológico y por supuesto, la rápida propagación de su mensaje y multiplicación de su feligresía, en un elemento central de sus dogmas de fe, de su teología, su espiritualidad, su historia, de su base jurídica y sus ritos:

El martirio heredado del judaísmo y practicado también por religiones aún más antiguas.

No es mi intención adentrarme en el estudio de este pilar fundamental de la fe católica, pues muchos de los mártires reconocidos por la Institución han entregado su vida en el transcurso de dos milenios y pico quizá convencidos de que con su sacrificio “ayudaban a dar credibilidad al testimonio de la verdad contenida en su evangelio y al modelo virtuoso de la vida cristiana”.

Sin embargo, a pesar de la voluntad individual de aquellos mártires, la historia enseña que la Iglesia católica, sobre todo la romana, ha utilizado en su provecho tales actos de fe y suprema entrega de algunos de sus hoy célebres mártires y no pierde oportunidad de promover incluso “crear” tales martirologios para agenciarse beneficios como institución.

Cuando Constantino I decidió “tomarse” y retocar aquella incipiente iglesia de pastores y esclavos judíos y convertirla en religión oficial de su decadente imperio (para salvarlo de la extinción), tal vez sin proponérselo también logró que con el paso de los siglos la naciente cultura occidental proyectara su influencia sobre el resto del mundo conocido y por “descubrir”.

Los jerarcas de la Iglesia cristiana, durante siglos, sometieron a Europa a su mando. Entendieron que, con rezos, la espada, el dinero y el testimonio de sus mártires su poder terrenal crecía, se hacía más eficaz y duradero.

Y es que en la base del “misterio” del martirio cristiano (musulmán o cualquier otro) se encuentra un elemento psicológico y sociológico muy importante:

Frente al sufrimiento, el dolor, la vulnerabilidad, la inmolación voluntaria de cualquier individuo, la sociedad casi siempre reacciona con empatía, solidaridad e incluso, pesar que al final puede manifestarse en reconocimiento.

Rolando José Álvarez Lagos, el apátrida y reo condenado por el sistema judicial nicaragüense por delitos probados contra el Estado, conoce muy bien de todo esto. 

Él es un sacerdote de esa misma religión y miembro de aquella Institución de poder global que es la Iglesia católica.

Es un hombre ambicioso cubierto con piel de oveja, más bien, un falso pastor de almas que se ha fijado como objetivo de vida convertirse en Cardenal de su Iglesia o tal vez algo más.

Sabe que la Revolución Popular Sandinista y la lucha del pueblo nicaragüense -sin proponérselo- posibilitaron que las ambiciones de otros colegas de Álvarez en el pasado reciente, se cumplieran y ascendieran en el escalafón de mando de la Iglesia católica:

El hoy difunto Miguel Obando tuvo una carrera meteórica al cardenalato aprovechando la lucha sandinista contra la dictadura somocista y el hecho de que en el Vaticano se encontraba un papa supremamente anticomunista. 

Más recientemente, en 2014, Leopoldo Brenes también obtuvo su proclamación cardenalicia para servir de cabeza “espiritual” de la oposición antisandinista, la misma que llevó a cabo un intento de golpe de Estado contra el gobierno legítimo del comandante Daniel Ortega en el 2018.

El reo Rolando Álvarez también está al tanto de que el sistema, controlado por los yanquis (que odian a muerte el progreso social inclusivo y a las organizaciones revolucionarias), financia y premia a todo aquel vendepatria que obedece sus planes y acciones. Su " sacrificio" lleva premios y no hay que esperar la vida eterna para disfrutarlos.

Pero Álvarez no la tiene fácil:

Otros colegas suyos - tan ambiciosos como él- pujan por el puesto y realmente no lo quieren allá con ellos, pues es un competidor y el Vaticano lo sabe, así que también saca provecho y busca otro “mártir” que ofrecer a una feligresía cada vez menos numerosa y más enterada de la verdadera “misión” terrenal de la Iglesia católica, sus jerarcas y sacerdotes.

Rolando Álvarez comprende que aquellos colegas anti patrióticos suyos que hoy sobreviven en el extranjero, no tienen ninguna posibilidad de ascender, ni siquiera de ser nombrados como párrocos de una pequeña capilla de pueblo en esos países del consumismo. 

Y, por tanto, entiende que su camino -para que lo tomen en cuenta- para darle impulso, reflotar su pobre carrera, es precisamente el del “martirio”. El de hacerse el héroe estoico cristiano medieval “que lucha contra el diablo” en una cárcel donde es tratado sin privilegios.

El gobierno del comandante Ortega está consciente de esta trama y preocupado por el mantenimiento de la paz social y de no distraer a nuestro pueblo de su lucha por la paz y el progreso, ha estado dispuesto (ya lo ha demostrado) a permitir que, pese a sus crímenes contra el Estado, este sacerdote mentiroso y ambicioso busque tras nuestras fronteras la realización de sus planes de vida.

Pero el hombrecito, la mafia vaticana y la oposición vendepatria siguen su juego.

Veremos quién se cansa primero, porque en honor a la verdad, los únicos mártires son aquellos que mueren por su pueblo, por su patria y soberanía, luchando contra la opresión capitalista, contra los invasores, contra el imperialismo yanqui y sus súbditos.

Edelberto Matus.

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