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Estados Unidos está actualmente al borde de la Tercera Guerra Mundial, los estadounidenses están muriendo de enfermedades prevenibles a tasas muy elevadas, la administración Biden está "luchando contra el racismo" mediante la persecución racial de los socialistas negros.

Los grandes bancos están siendo rescatados una vez más, casi todas las acusaciones histéricas lanzadas contra la derecha estadounidense en los últimos años han sido refutadas, la administración Biden está haciendo todo lo posible para eliminar la disidencia a través de la propaganda y la censura, y los políticos a la espera de asumir el control político son las personas más corruptas y menos capaces del país. Estados Unidos está en una situación preocupante.

Rob Urie

La práctica actual de la prensa de transmitir noticias de "izquierda" y "derecha" a sus respectivas audiencias se fundamenta en una lucha por el poder.

 Mientras la prensa del establishment actúa como propagandista del gobierno ante la burguesía urbana, y la derecha excluye el poder del capital de sus explicaciones sobre el mal funcionamiento del gobierno, los estadounidenses discuten sin entenderse unos a otros.

No existe una base común para el discurso y, por lo tanto, para la resolución de las diferencias.

 De hecho, esta "estetización" de la política, basada en el sentimiento ligado a las políticas federales que elevan la fortuna de algunos grupos mientras aplastan la de otros, tergiversa las diferencias políticas fácticas (materiales) como una cuestión de gusto personal.


En 1975 había 4.5 trabajadores del sector manufacturero por cada trabajador del sector financiero. En 2023, esta proporción se había reducido a 1.5, con una preponderancia de la diferencia procedente de la disminución del empleo en el sector manufacturero. 

Este resultado es consecuencia de las políticas federales destinadas a desindustrializar Estados Unidos, como el TLCAN.

 También explica la disminución de la influencia política de los trabajadores del sector manufacturero en relación con los burgueses urbanos. Fuente: Reserva Federal de San Luis.

La base histórica del análisis de la izquierda en la política de clases se ha puesto patas arriba, con la izquierda liberal canalizando al personaje de Jonah Hill en la película, Don’t Look Up (No mires hacia arriba), cuando parlotea sobre los "ricos buena onda". 

El chiste iba dirigido a los seguidores de Donald Trump, por no decir a sus donantes. Pero encaja aún mejor con la izquierda del establishment.

 La CIA, el FBI, la NSA, el MIC (Complejo Militar Industrial) y las grandes corporaciones representan ahora la base institucional de esta nueva-nueva-izquierda. Estos solían ser la base de la vieja derecha política.

 Por lo tanto, las opciones son imaginar que estas instituciones son ahora fuerzas permanentes, o que la CIA ha realizado finalmente su viejo sueño de fabricar una "izquierda anticomunista". Mi voto es para esta última explicación.

¿Cómo hemos llegado hasta este punto? La desindustrialización de EE UU. privó de poder a los distritos rurales y regionales que ahora tienden a los republicanos. El apoyo federal a Wall Street y Silicon Valley ha empoderado a los electorados burgueses de los demócratas. 

La desindustrialización ilustró la venalidad y la falta de previsión de los oligarcas estadounidenses, que imaginaron que desbaratando los sindicatos de trabajadores harían al menos a algunos estadounidenses más ricos. 

En última instancia, este programa era racista y clasista. Los oligarcas estadounidenses imaginaban que eran los únicos capaces de gestionar la producción capitalista. Si los trabajadores y el medio ambiente dejan de importarnos, no es tan difícil.

Esta arrogancia se basaba en parte en el malentendido de la posición única de Estados Unidos al salir de la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos tenía la única infraestructura industrial intacta del mundo. Sin embargo, el poder del monopolio es fundamentalmente diferente al de la habilidad. 

La "greedflation" (explotar la inflación para conseguir ganancias excesivas) actual, en la que las empresas suben los precios porque pueden, es un ejemplo de poder monopolístico utilizado de forma malévola. Pero así es como han actuado siempre los capitalistas. 

El New Deal, y las restricciones internas que impuso a la depredación capitalista, fue lo que hizo que Estados Unidos fuera habitable en la posguerra.

Cuatro décadas después, este esfuerzo por presentar los resultados de la ingeniería federal como el producto de los "mercados", ha perdido su credibilidad. EE UU. se encuentra en medio de una nueva ronda de rescates bancarios, mientras los dirigentes políticos ponen en marcha la Tercera Guerra Mundial, como si quisieran volver a demostrar que la Primera y la Segunda Guerras Mundiales fueron proyectos imperialistas asignando la "competencia económica" como justificación.

 Pregunta: ¿por qué Estados Unidos está involucrado en una guerra proxy contra Rusia en Ucrania?

 Respuesta: porque Europa estaba integrando el petróleo y el gas rusos en su producción industrial. 

Pregunta: ¿por qué Estados Unidos está inmerso en una Guerra Fría contra China?

 Respuesta: porque China reprodujo la producción capitalista en una fase mucho más tardía del proceso evolutivo.

Gráfico: El empleo en el sector manufacturero, el numerador en el gráfico de la parte superior de esta pieza, puede verse colapsado alrededor de 2001, cuando la OMC (Organización Mundial del Comercio) concedió a China el privilegio de inundar Estados Unidos con bienes de consumo de bajo coste.

 Esta decisión fue tomada por muchos de los mismos ideólogos neoliberales estadounidenses que promovieron el TLCAN, Joe Biden incluido. Fuente: Reserva Federal de San Luis.

Poco de esta nueva-vieja estrategia estadounidense se está explicando honestamente, o ejecutando con competencia. En la medida en que los burgueses urbanos conocen de los fracasos de la administración Biden, ellos conceden intenciones que no se han demostrado durante el medio siglo del Sr. Biden en cargos públicos.

 Y aunque "los políticos mienten", la segregación de las noticias por afiliación política significa que ahora los políticos demócratas mienten a los electores demócratas, mientras que los republicanos mienten a los electores republicanos. 

Esto explica el carácter de culto de las informaciones de la prensa contemporánea, así como la arrogancia que permite a los guerreros de Twitter afirmar que la ignorancia de hechos básicos es una virtud.

Esta política, formulada en torno a lo que sus defensores no saben, forma parte de una política negativa más amplia. Aquí tenemos al "filósofo" Jason Stanley afirmando que no sabe nada de historia, economía o sociología, pero que tiene opiniones firmes sobre los orígenes del fascismo.

 Aunque Stanley resulta simpático personalmente, esta visión intencionadamente aislada carece de la capacidad de dimensionar la contribución de su "filosofía" al auge del fascismo, del mismo modo que el economista y ex presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke, no puede explicar la Gran Depresión en términos del funcionamiento ordinario del capitalismo.

Pregunta: ¿quién necesita un economista que no sepa explicar la Gran Depresión? El Sr. Bernanke tiene muchas teorías al respecto y comparte las teorías dominantes sobre el funcionamiento ordinario del capitalismo.

 Lo que no puede hacer es explicar la transición del funcionamiento ordinario del capitalismo a la Gran Depresión sin introducir una amplia variedad de factores que contradicen sus teorías sobre el funcionamiento ordinario del capitalismo. 

Como economista, debe mirar fuera de su campo para explicar de forma convincente lo que ocurre dentro de su campo.

Tenga en cuenta que las teorías liberales de izquierda del fascismo que predominan en los EE UU., concretamente desde 2016, rechazan explícitamente tanto la historia como la economía como factores causales.

 La teoría del Sr. Stanley, por lo que recuerdo, es que el fascismo es el caso en el que un político malévolo ('Hitler') utiliza la propaganda estatal para coaccionar a la gente para que le siga.

 En la historia real, Adolf Hitler ascendió al poder mediante el uso selectivo de la violencia política vinculada a la promesa de volver a poner a trabajar a los trabajadores alemanes desempleados debido a la Gran Depresión.

 Y así lo hizo. Entonces, ¿cómo disociar el impacto de las promesas racionales -volver a poner a trabajar a los desempleados- del poder de la propaganda?

La división política que surgió de la Gran Recesión en EE UU. fue en gran medida la que se produjo al inicio de la misma, solo que sesgada aún más por el Gobierno federal. 

Aunque no estoy de acuerdo con algunos aspectos de su estructuración, este ensayo proporciona un marco para entender cómo algunos grupos (la burguesía urbana) salieron mejor parados de la Gran Recesión, mientras que otros salieron significativamente peor parados. 

El gráfico superior de este ensayo ilustra como el empleo manufacturero en EE UU. siguió disminuyendo en relación con el financiero, incluso después de la catástrofe social de la Gran Recesión.

Esta nueva-nueva izquierda, adyacente al Estado, aplicó la lógica aislada de la tecnocracia liberal ("expertos") al panorama posterior a la Gran Recesión para concluir, al modo de Bernanke, que la historia y las relaciones económicas no influyen en la política de izquierda. 

¿Qué es lo que influye? Un moralismo insustancial. 

Algunas personas son buenas y otras son malas. El papel de los buenos es pasarse el día aplastando a los malos (¿lógica fascista?). La gente "buena" en este relato son en general los burgueses urbanos que se beneficiaron de los años de Obama, mientras que la gente "mala" son los antiguos obreros industriales desposeídos que no se beneficiaron.

Lo que se omite es que los obreros manufactureros desplazados comparten algo con los obreros de las finanzas y la tecnología: intercambian su trabajo por un salario cuando pueden. Y los patrones y oligarcas de la industria manufacturera comparten algo con los oligarcas de las finanzas y la tecnología: controlan sustancialmente la economía política estadounidense. 

El TLCAN fue concebido e implementado a instancias de los oligarcas industriales y Wall Street para aplastar a los trabajadores industriales. Independientemente de lo que haga la Reserva Federal, los trabajadores de las finanzas y la tecnología bien podrían estar en proceso de redescubrir la hermandad del trabajo que actualmente rechazan.

Tras la destitución del Sr. Trump en 2020, esta nueva-nueva-izquierda tenía exactamente lo que había estado clamando, un demócrata liberal en la Casa Blanca. Dada la sensación de catástrofe inminente en la actualidad, puede resultar difícil recordar con precisión cuanta basura se empleó en vender a Joe Biden. 

Mientras los estadounidenses han estado muriendo en una proporción muy superior a la de los ciudadanos de países que funcionan eficazmente desde que el empleo en el sector manufacturero se desplomó a principios de la década de 2000, a partir de 2021, el primer año de la presidencia de Biden, la esperanza de vida de los estadounidenses ha sido 6.3 años inferior a la de los países que funcionan adecuadamente.

Gráfico: EE UU. es un caso atípico en cuanto al descenso de la esperanza de vida. Los estadounidenses viven ahora 6.3 años menos que los ciudadanos de naciones con gobiernos que funcionan eficazmente. 

La estrategia de la nueva-nueva-izquierda ha sido culpar a las víctimas: drogadicción, alcoholismo, obesidad, etc. Sin embargo, los países de referencia del gráfico anterior ("media de países comparables") en general los consideran problemas de salud pública y los tratan como tal. Estados Unidos sólo trata a los que pueden pagar. Fuente: Healthsystemtracker.org

Dada la dimensión de clase de esta catástrofe de salud pública, los pobres y los trabajadores están muriendo a un ritmo mucho mayor que los burgueses urbanos. 

La aritmética básica sugiere que si la esperanza de vida ha disminuido en 6.3 años, pero los ricos y los burgueses urbanos no se han visto afectados en gran medida, entonces la esperanza de vida ha disminuido en mucho más de 6.3 años para los pobres y los trabajadores.

 Esto se llamaría genocidio si ocurriera en otro lugar. De hecho, fue (con razón) llamado genocidio cuando el Sr. Trump lo estaba supervisando. En relación a esto, se omite en el presente el reconocimiento de que la gestión del Sr. Biden ha sido mucho peor que la del Sr. Trump.

Esta dimensión de clase es importante. La mayoría de los estadounidenses a los que ha matado el Sr. Biden son blancos, negros e hispanos pobres. Y la pandemia de Covid-19 fue mundial, lo que significa que son los fallos del sistema sanitario estadounidense los que distinguen a Estados Unidos, no la pandemia en sí. 

Los liberales mal informados seguían culpando a la administración anterior de los fracasos de la pandemia cuando Joe Biden supervisó la mitad (50%) de muertes adicionales por Covid, que las experimentadas por EE UU. bajo el Sr. Trump. 

Recordemos que la izquierda liberal condenó (con razón) a Donald Trump por sus fracasos en la pandemia. La explicación más probable del silencio sobre los fracasos de Biden es que sus partidarios no saben nada sobre sus políticas reales.

¿En qué tipo de sociedad puede la esperanza de vida caer por el proverbial precipicio sin que suenen las alarmas en los pasillos del poder? Respuesta: en una sociedad en la que los ricos y poderosos están bien cuidados y corren poco riesgo de que los que mueren les pidan cuentas.

 No he podido lograr que la prensa de izquierda publique un ensayo de alerta temprana sobre las muertes masivas de estadounidenses porque los hechos sobrepasan por mucho lo que informan las fuentes dominantes que parecen carecer de sentido. 

Sin embargo, se invita a los lectores a buscar en la literatura médica pruebas de un sistema sanitario que funcione. Después de intentar poner buena cara al Obamacare, los que prestan atención están ahora en pleno pánico.

Uno podría haber imaginado, dado el supuesto interés por la justicia social, que la izquierda estadounidense se habría indignado por los cargos presentados recientemente contra miembros del Partido Socialista Popular Africano / Movimiento Uhuru por el FBI (léase: la administración Biden) por haber recibido supuestamente varios miles de dólares en contribuciones de un agente del Estado ruso durante la época en que EE UU. y Rusia mantenían relaciones amistosas. 

El ex presidente estadounidense Bill Clinton recibió 500 000 dólares de Rusia en 2010 por pronunciar allí un breve discurso. La implicación obvia es que el Partido Socialista Popular Africano está siendo acosado porque sus miembros son socialistas africanos (negros), y no ex presidentes violadores.

Si el genocidio contra poblaciones vulnerables y la represión policial selectiva en función de la raza por parte de las agencias federales no fueran suficientes, Joe Biden hizo gala de su buena fe hacia la clase trabajadora archivando su promesa de aumentar el salario mínimo poco antes de aplicar a los trabajadores ferroviarios la misma receta que Ronald Reagan aplicó a la Organización de Controladores Profesionales de Tráfico Aéreo (PATCO, por sus siglas en inglés).

 La diferencia aparente entre Biden y Ronald Reagan es que posteriormente, el Sr. Biden, afirmó sentirse mal. Crear una izquierda antiobrera ha sido el sueño húmedo de la CIA desde su creación. Biden estuvo en el lado equivocado de todas las cuestiones que preocupaban a la izquierda estadounidense hasta que la nueva-nueva-izquierda se unió a su visión del gobierno al servicio del poder.

Poco después de que el Sr. Biden administró la receta PATCO a los trabajadores ferroviarios, se produjo el desastre del tren bomba en East Palestine, Ohio, por la misma razón que los trabajadores ferroviarios habían amenazado con ir a la huelga -la inadecuada dotación de personal que dejaba a los sobreexplotados trabajadores ferroviarios, agotados e incapaces de abordar adecuadamente los problemas de seguridad.

 En otras palabras, se dio prioridad a los ejecutivos ferroviarios de la clase donante, que ahora obtienen ganancias récord, sobre los trabajadores ordinarios que realmente hacen el trabajo. Imagínense la serie de HBO "Succession", en la que una familia rica se pasa el tiempo jugando a piratear las finanzas sin producir nada de valor, luego aniquila a una ciudad y consigue que el presidente la rescate.

Observando los banquillos políticos de ambos partidos, Estados Unidos, tal y como está configurado actualmente, está condenado. Aunque estoy a favor de la economía política socialista / comunista, no hay manera de llegar a ella sin unir a la gente para ir tras ese objetivo. 

Esto hace que la toma de control de la izquierda estadounidense por la CIA y sus representantes en la izquierda estadounidense sea particularmente descorazonadora, si no sorprendente.

 La batalla marxista no es contra los trabajadores que no comparten los puntos de vista marxistas. Es contra el poder, no contra los que no tienen poder. 

No hay izquierda sin análisis de clase. La actual formulación estadounidense de izquierda contra derecha confunde a los trabajadores con los patrones.

 Y la actual configuración política en EEUU garantiza crisis que son irresolubles y que nunca terminan. Así funciona el capitalismo. La humanidad necesita otro camino.

Rob Urie es artista y economista político. Su libro Zen Economics ha sido publicado por CounterPunch Books.

Publicado por La Cuna del Sol

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