La esposa del periodista español Pablo González lamenta la "falta de voluntad" del Gobierno español para interceder y velar por los derechos de su marido, acusado sin cargos concretos ni pruebas de espiar para Rusia mientras cubría el conflicto en Ucrania. Su libertad fue reivindicada en un acto para recordar a José Couso, asesinado en Irak.
Oihana Goiriena, esposa de González, habló con Sputnik unos minutos antes de tomar la palabra en el acto para explicar su situación.
Fue en el marco de una concentración organizada frente a la Embajada de EEUU en Madrid en memoria de José Couso Permuy, cámara del canal Telecinco asesinado en abril de 2003 en Bagdad junto a un colega ucraniano de Reuters, Taras Protsiuk, y otro periodista de Al-Jazeera, Tarek Ayub, por disparos de tanques del Ejército de EEUU.
"Es una oscuridad total, no sabemos nada. Lleva 14 meses en la cárcel y siguen sin presentar ninguna prueba", declaró a Sputnik. "Tampoco se han formalizado cargos, sólo hay una acusación genérica de espionaje", explicó, subrayando que los cargos se reducen a los "rumores" aparecidos en la prensa en marzo de 2022.
Recordamos que Pablo González fue detenido el 28 de febrero de 2022 en la ciudad polaca de Przemyśl, en la frontera polaco-ucraniana, mientras cubría la crisis de refugiados al inicio del conflicto, a instancias de un requerimiento del SBU ucraniano del que se hicieron eco las autoridades polacas.
Se halla en una cárcel en régimen de aislamiento y su reclusión, en principio preventiva, se renueva cada tres meses a la espera de un juicio que no llega, como tampoco lo hace un auto de acusación detallado.
"El cónsul español en Varsovia le visita más o menos una vez al mes, en 14 meses le ha hecho 11 visitas", explica a Sputnik Goiriena.
La mujer confirma que físicamente González "intenta mantenerse en forma dentro de lo posible", dado que pasa 23 horas al día solo en una celda diáfana y únicamente se le permite salir al patio, también solo, durante otra hora.
"Y nuestras cartas le llegan con un desfase de dos meses", añade. Según el Comité de Derechos Humanos de la ONU, la prisión incomunicada es una forma de tortura que conculca derechos fundamentales.
Agravio comparativo
El abogado que eligió González y su familia, tras el abandono de la primera abogada de oficio polaca, es el prestigioso penalista Gonzalo Boyé, encargado también de la defensa de los independentistas catalanes.
"Pero las autoridades polacas sólo desde febrero le reconocen su competencia como abogado defensor, casi un año después", recuerda Goiriena.
Aparte de lamentar la falta de apoyo por parte del Gobierno español, Goriena siente un agravio comparativo por las declaraciones del Ejecutivo de Pedro Sánchez sobre la detención en Rusia del corresponsal de The Wall Street Journal.
"Ha sido bastante agraviante que haya salido en su defensa y, sin embargo, guarde silencio respecto a Pablo", afirma.
Goiriena admite que el Gobierno autonómico vasco le brinda un mayor apoyo verbal e institucional, pero no mucho más, "pues no tiene competencias en política exterior y no es mucho lo que puede hacer, al menos públicamente".
"No pedimos al Gobierno de España que defienda a Pablo, eso ya lo harán sus abogados; tampoco pedíamos una declaración pública oficial de puesta en libertad para Pablo porque creímos que eso sería excederse en sus competencias.
Pero hemos visto con mucha frustración y sentimiento de agravio que el Gobierno de España sí puede hacer eso. Tiene competencia, lo que no tiene es voluntad", manifestó Goiriane durante su alocución.
"Pedimos al Gobierno que ejerza suficiente presión política y diplomática sobre Polonia para que a Pablo se le respeten derechos tan básicos y humanos como el derecho a las visitas y el derecho a hablar por teléfono con sus hijos. Catorce meses después, Pablo sigue sin tener derecho a hablar con sus tres chicos, todos menores de edad", dijo Goiriena ante un centenar largo de personas.
"Las instituciones polacas no tienen ninguna prisa en resolver la situación de Pablo. Tardaron casi dos semanas en asignarle una abogada de oficio, que renunció inmediatamente. Tardaron ocho meses en autorizar la primera y única visita mía. Tardaron un año en reconocer a su abogado la competencia para actuar en su caso".
20 años sin (con) Couso
La intervención de Oihana Goiriena se enmarcó en un acto de memoria en el vigésimo aniversario de un crimen sin resolver: el de José Couso en 2003 a manos del Ejército estadounidense de ocupación en Irak.
Su familia y amigos llevan cuatro lustros litigando en una lucha desigual contra las instituciones en pos de la depuración de responsabilidades y la búsqueda de los culpables.
"Ha llovido un poco en Madrid y eso ha limpiado un poco el ambiente, pero aún sigue oliendo a azufre y destrucción ahí dentro", comenzó diciendo uno de sus hermanos, David Couso, señalando a la Embajada estadounidense y solicitando luego "verdad, justicia y reparación".
Javier Couso, exeurodiputado y también hermano, suele decir que "a José lo mataron por informar desde el lado equivocado". Esta idea la apoyó desde el estrado Olga Rodríguez, subdirectora de Eldiario.es y presente en el hotel Palestina, donde se alojaba toda la prensa, en la mañana que los tanques norteamericanos dispararon contra su fachada (resultó herida y con sordera en un oído de por vida).
"El resultado es que no hay imágenes de la entrada del Ejército de EEUU en Bagdad", dijo tras subrayar que se quiso silenciar a la prensa independiente, aquella que no iba adosada a los militares estadounidenses.
"Pese al despliegue de medios, con la guerra de Ucrania estamos viendo que en realidad hay una niebla y una opacidad en la información", aseguró por su parte Víctor García Guerrero, reportero del canal público TVE, aludiendo a la falta de información independiente.
Entre los asistentes al acto, que fue amenizado con la actuación del grupo musical El Nido y la batucada de Samba da Rua, se pudo ver al actor Juan Diego Botto. La artista y tatuadora María Alba pintó un mural con la imagen de José Couso.
Carta desde la cárcel
Nieto de uno de los llamados niños de la guerra en Rusia, Pablo González nació en Moscú en 1982 como Pavel Dubtsov. Emigró a España con su madre a los 11 años de edad y adoptó la nacionalidad española, asumiendo el apellido de su madre y el equivalente en español de su nombre. Mantiene los dos pasaportes.
"Tardaron un año en interesarse por preguntar si Pablo tiene realmente la nacionalidad española, cuando llevan otorgándole asistencia consular desde hace más de un año.
Gracias a que ayer el cónsul español le hizo la última visita, me han llegado sus últimas palabras", dijo Oihana Goiriena, finalizando su intervención con las palabras de su marido:
"Como estudiante universitario, participé en protestas contra la guerra sin ser consciente de que yo mismo acabaría como periodista informando sobre un conflicto, una guerra, algo terrible. Viví con indignación la muerte del compañero cámara José Couso, asesinado por las tropas estadounidenses, lo cual muestra lo importante que es la información desde zonas de conflicto.
Es importante que podamos formarnos una opinión que nos ayude a tomar decisiones lo más correctas posibles.
Por ello defiendo el derecho a la información, el derecho a la opinión diferente a la que nos dicten los Estados, sus servicios de opresión o las corporaciones.
A día de hoy es difícil distinguir dónde acaban los intereses nacionales y dónde empiezan los corporativos y viceversa.
La muerte de José Couso y la de otros muchos compañeros en diferentes lugares y conflictos o mi encarcelamiento deberían servir, o al menos eso quiero creer, para que nos demos cuenta de la necesidad de los periodistas de más libertad. Saludos y recuerdos a la familia, allegados y amigos de José Couso.
Espero en un futuro cercano poder decir todo esto en persona y no sólo mediante carta, con un agente mirándome mientras dicto estas palabras. Un mundo diferente y un mundo mejor es posible".
https://sputniknews.lat/20230424/pablo-gonzalez-14-meses-preso-e-incomunicado-en-polonia-sin-pruebas-es-una-oscuridad-total-1138555630.html