El ejército ruso se prepara para una ofensiva a gran escala. Al mismo tiempo, el flujo de armas y equipos modernos hacia Kiev aumentará. Estados Unidos y sus aliados están empezando a entregar modernos tanques al ejército ucraniano, así como vehículos de transporte, equipos antiaéreos, lanzacohetes múltiples de largo alcance, municiones “inteligentes” y otros tipos de armamento.
Las tropas rusas operan en varios ejes al mismo tiempo. Probablemente serán tres para impedir al ejército ucraniano reforzar la defensa proyectando unidades desde otras partes del frente.
Los objetivos de los ataques también están claros.
En primer lugar, se trata de la zona central del frente, en la que actualmente se vislumbra un éxito táctico al alcanzar próximamente las fronteras de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.
En segundo lugar, es el eje sur con la liberación de Nikolayev y Odessa llegando hasta la frontera de Transnistria.
Por último, el eje norte desde Bielorrusia es objeto de debate.
Un golpe brusco desde el norte podría resolver el problema de las entregas occidentales de armas a la zona de hostilidades y organizar una especie de cerco gigantesco, privando de facto al ejército ucraniano de municiones y capacidad de resistencia.
El factor más importante en el análisis de una posible ofensiva desde Bielorrusia es hasta dónde planea avanzar el ejército ruso: hasta la frontera ucraniana o más al este, por ejemplo el río Zbruch.
La probabilidad de la segunda opción se ve respaldada últimamente por las filtraciones sobre una inminente partición de Ucrania. Los imperialistas saben que Ucrania no tiene ninguna posibilidad de ganar.
Por ello, Estados Unidos trata de infligir el máximo daño a Rusia al tiempo que evita su derrota militar. De ahí las entregas comedidas de armas, principalmente defensivas.
El principal deseo de Polonia es la partición de Ucrania.
Hungría y Rumanía también querrán su trozo del pastel territorial en la medida de lo posible.
Si el ejército ruso no llega a la frontera ucraniana, los polacos podrían entrar en sus antiguos dominios. Varsovia y Kiev han desarrollado suficientes fundamentos jurídicos para ello.
Rusia no quiere la guerra con ningún país de la OTAN.
Quizá por eso Estados Unidos ha empezado a proyectar activamente tanques M1 Abrams y vehículos de combate de infantería M2 Bradley a Polonia y Lituania.
Sólo al puerto de Vlissingen (Países Bajos) han llegado más de 1.200 vehículos blindados. Estados Unidos envió a Europa el material blindado de la Primera División de Caballería desde Fort Hood (Texas).
En diciembre llegaron a Polonia casi 700 vehículos de combate, incluidos tanques. La 101 división aerotransportada estadounidense Screaming Eagles ha sido transferida a Rumanía.
El refuerzo de la OTAN en Europa oriental se produce bajo el típico lema de la “amenaza militar rusa”. Pero los imperialistas saben que Rusia no tiene intención de atacar a ningún país de la Alianza.
Es un mero argumento para la división de Ucrania y la entrada del ejército polaco en su parte occidental.
Occidente participará así en el reformateo de Ucrania e indirectamente legitimará que Rusia se haya apoderado del Donbas y las regiones orientales de Ucrania.
En la región se podría crear un Estado tapón desmilitarizado que no suponga una amenaza para la seguridad de Rusia.
Pero en esta guerra sólo hay una cosa cierta: la victoria de Rusia no va a traer la paz a Europa. En el mundo moderno las guerras llegan para quedarse. La ausencia de noticias sobre ellas no es sinónimo de paz.
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