Augusto Zamora fue embajador de Nicaragua en España hasta 2013, y profesor universitario de Derecho internacional público y Relaciones internacionales en España y Latinoamérica. Participó como abogado en el caso presentado por el Gobierno de Managua contra EE. UU. en la Corte Internacional de Justicia en 1984.
Además, es colaborador de diversos medios de comunicación y ha escrito varios libros sobre geopolítica y estrategia.
Conversamos con él sobre su último ensayo, De Ucrania al mar de la China (2022), y el nuevo orden internacional que parece estar vislumbrándose en el horizonte del siglo XXI.
Su libro describe la gesta, todavía en desarrollo, de un nuevo orden geopolítico internacional. El título no puede confundir ni engañar a ninguno de sus lectores. ¿Qué papel podrían jugar China y Rusia en él?
Debemos situarnos en un enfoque que es básico para entender lo que está pasando. Sin hacerlo, es imposible comprender la lógica de los movimientos que se vienen sucediendo desde el año 2018, cuando Estados Unidos dio a conocer su nueva doctrina geoestratégica mundial a través de un documento firmado por el expresidente Donald Trump.
A este plan es a lo que están respondiendo Rusia y China, cada una por sus vías. Y también hay que explicar que tanto los sucesos de Ucrania como la reciente crisis en Taiwán son simples episodios de un conflicto que este documento califica de sistémico.
¿Cómo se está desarrollando el conflicto del que habla?
El primer estallido ha tenido lugar en Ucrania porque la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) pretende convertir a este país en un ariete antirruso desde hace años. Aunque se vislumbra que va a haber otro escenario clave en la lucha por la hegemonía geopolítica mundial: la región del Indo-Pacífico. Allí, EE. UU. está intentando convencer a India para que se una a una enorme alianza contra China de la que incluso ya forman parte algunos países europeos, como Alemania.
¿Quién tiene más posibilidades de ganar la pugna?
En un libro que escribí en 2018, Réquiem polifónico por Occidente, me tomé la molestia de hacer una comparativa de la correlación de fuerzas entre China, Rusia y EE. UU. Medí los territorios, recursos, habitantes…etcétera de los bloques chino-ruso y estadounidense. Y comprobé que la simetría es total en favor del primero.
«Si queremos entender este nuevo mundo, debemos abandonar los viejos parámetros. El sistema bipolar soviético-estadounidense no va a restablecerse»
Usted habla de una alianza sino-rusa, pero estos dos países han tenido muy malas relaciones entre sí hasta hace poco tiempo. Lo único que les une es su mutua hostilidad hacia EE. UU. A pesar de ello, la mayoría de los medios de comunicación avisan sobre el posible surgimiento de una nueva guerra fría bipolar. ¿Qué opina sobre esta cuestión?
Si queremos entender este nuevo mundo, debemos abandonar los viejos parámetros. El sistema bipolar soviético-estadounidense no va a restablecerse. Los países como China, Rusia e India luchan para implantar un mundo multipolar que comienza a perfilarse en la actualidad. Exigen un orden internacional más democrático donde podrá haber potencias con mayor hegemonía y otras de carácter regional, como Irán en Oriente Medio o Indonesia en el Índico.
El proyecto chino-ruso quiere programar un mundo donde los polos de poder estarían más repartidos y donde los principios de competencia y rivalidad serían sustituidos por los de confianza y cooperación.
¿La reciente enemistad entre China y Rusia no impedirá que alcancen estos objetivos?
Voy a dar un dato que es determinante en términos absolutos. Hasta la pandemia, Putin y Xi Jinping se reunieron una media de 18 veces al año, algo muy inusual.
¿Cuántas veces se ha reunido en los últimos años un presidente español con sus homólogos de Francia o Alemania? Y que se entienda que no hablo de encuentros casuales en asambleas comunitarias, sino de visitas bilaterales planeadas.
Además, mientras estaba reunido en Samarcanda con los dirigentes de otras naciones de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), el líder chino afirmó que ha mantenido el contacto con el mandatario ruso de forma cotidiana desde el inicio de la pandemia. Yo he sido diplomático media vida y puedo decirle que esa es una costumbre muy rara.
EE. UU. es una de las potencias más poderosas del mundo. ¿Hará algo para evitar que le arrebaten su hegemonía?
EE. UU. es el país que tiene el mayor gasto militar del mundo, sí. Pero la primera potencia comercial internacional es China, y Rusia es el mayor exportador de trigo y fertilizantes del globo. Las autoridades estadounidenses saben que no pueden con Rusia y China ellas solas. Por eso están ejerciendo presión sobre la OTAN, la Unión Europea (UE), Japón, Corea del Sur, Australia o India para que actúen.
«Esta estrategia se intentó seguir hace unos años y se tornó en un fracaso tremendo porque la relación entre Rusia y China es demasiado estrecha»
«Divide y vencerás». ¿El presidente Biden seguirá el consejo del cónsul y dictador romano Julio César?
Esta estrategia se intentó seguir hace unos años y se tornó en un fracaso tremendo porque la relación entre Rusia y China es demasiado estrecha. Voy a dar otro dato.
Hace ocho años, el comercio entre las dos potencias no se valoraba ni en 20.000 millones de dólares. En cambio, el año pasado superó los 150.000, y parece que durante este la cifra se extenderá más allá de los 200.000.
¿Significa eso que el viaje hacia la confrontación global de la que usted intenta prevenir en su libro se está acelerando?
Hay una fecha: 2030. La documenté en mi anterior libro y volví a ella en De Ucrania al mar de la China basándome en pruebas documentales que describen los proyectos oficiales de estas potencias. De hecho, el último plan de la OTAN, que fue aprobado hace un año y medio, se llama OTAN 2030.
El Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de EE. UU., el general Mark Milley, también advirtió que el Ejército estadounidense debía estar preparado para 2030 en un discurso que dio en la academia militar de West Point, en el estado de Nueva York.
Yo solo recojo los datos. No podemos descartar algún tipo de escenario violento controlado si la situación sigue como va hasta ahora.
La retirada militar de Afganistán se ejecutó en el mes de agosto del pasado año. ¿Está EE. UU. redesplegando sus fuerzas militares en una maniobra de preparación contra ese conflicto que se avecina?
Lo de Afganistán fue un proyecto derivado de una teoría que se impuso en las élites dominantes de EE. UU. después del suicidio de la URSS: el ‘Nuevo Siglo Estadounidense’.
Esta teoría preconizaba que el país norteamericano estaba obligado a ser la potencia dominante en el siglo XXI y que, por lo tanto, debía remodelar el mundo en función de sus propios intereses.
Las guerras contra Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia o Siria se desarrollaron desde este marco teórico-político dominante.
La invasión de Afganistán respondía al claro propósito de utilizar este país como base militar. De esta forma, se crearía una pinza que presionaría a las exrepúblicas soviéticas de Asia Central, a Irán y a Pakistán. La OTAN cerraría el otro extremo de esa pinza desde Europa.
El libro de Zamora analiza en detalle el desarrollo de la política internacional entre las grandes potencias desde 2018 hasta hoy. / ERM
Por un tiempo, EE. UU. logró sus objetivos, abriendo bases en Kirguistán y Tayikistán. Pero Rusia pronto presionó para que fueran cerradas, por lo que el proyecto se convirtió en un fiasco. Yo insisto en mi último libro en este tema, ya que quienes sabían de qué iba la guerra en Afganistán, como el exprimer ministro británico Tony Blair, hicieron terribles críticas a Joe Biden por ordenar la retirada.
¿Qué efectos ha tenido el repliegue?
El hecho de que EE. UU. haya cedido espacios de poder en esa región ha provocado que se quede aislado en el tablero de ajedrez de Asia Central para siempre. Los rusos y los chinos, por su parte, los han ocupado de manera inmediata. Así, Rusia negocia ahora con Pakistán para venderle gas natural. China ya tiene proyectos en Irán, y solo está esperando a que el régimen talibán se estabilice en Afganistán para comenzar a hacer negocios con él.
Los lectores deben tener en cuenta que así se cerraría la única vía de acceso estadounidense a estos territorios. Allí apenas les quedan aliados. Solo Pakistán, y, si su Gobierno se ve forzado a elegir entre la potencia del otro lado del Pacífico o China, se decantará por esta última con total seguridad.
«La operación rusa en Ucrania ha sido una acción casi obligada ante la negativa de EE. UU. y la OTAN de concertar un nuevo marco de seguridad en Europa»
Trasladémonos de nuevo a Europa. El 24 de febrero, el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó a sus tropas cruzar la frontera ucraniana. ¿Es la invasión una excusa para la confrontación?
No, más bien al revés. La operación rusa en Ucrania ha sido una acción casi obligada ante la negativa de EE. UU. y la OTAN de concertar un nuevo marco de seguridad en Europa. Hay que recordar que Rusia se ha pasado diez años reclamando un pacto sobre esta cuestión y un acuerdo sobre la región del Donbás, asolada por la guerra desde el golpe de Estado de 2014.
El último intento tuvo lugar el 15 de diciembre de 2021, cuando Moscú solicitó conversar sobre la cuestión de la seguridad europea y pidió garantías sobre la no integración de Ucrania en la OTAN. EE. UU. y la organización atlántica rechazaron hablar, e incluso se burlaron de las demandas rusas.
Cuando uno cierra las vías de negociación, en general solo deja abierta la de la guerra. Es como aquello que decía el famoso estratega alemán Von Clausewitz: «la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios».
Otro de los factores a analizar para entender el conflicto es el supuesto trato por el que el expresidente estadounidense George H.W. Bush se comprometió a no ampliar las fronteras de la OTAN a principios de los 1990. ¿Se cerró ese pacto de verdad?
Sí. En mi libro, yo recojo varios artículos de altos funcionarios estadounidenses que afirman que EE. UU. se comprometió no una, sino varias veces a no expandir más la Alianza Atlántica. La reunificación alemana y la retirada de las tropas soviéticas en Europa Oriental durante la última década del siglo XX se aceptaron con esas condiciones.
Pero EE. UU. no respetó su palabra. Y eso a pesar de que decenas de altos exfuncionarios, jerarcas y estrategas denunciaron que esa decisión era una estupidez. Según ellos, la ampliación provocaría tarde o temprano una confrontación abierta con Rusia, que seguía siendo una potencia nuclear tras el desmembramiento de la Unión Soviética. Bien, esto se hizo alegremente y ahora estamos con la que estamos.
«El Gobierno de Zelensky necesita algún tipo de éxito que demuestre que toda esa riada de fondos en efectivo, crédito y armas que le está llegando sirve para algo»
Estas dos últimas semanas, los medios de comunicación han hablado de una exitosa contraofensiva ucraniana que ha conseguido reconquistar los territorios nororientales del país. Según su relato, esta acción ha dado un nuevo giro a la guerra. Sin embargo, otros expertos rechazan esta teoría. ¿Qué cree usted que está pasando?
Los que vivimos en Europa estamos sometidos a una campaña propagandística tan brutal…Los medios utilizan mapas falsificados que triplican y hasta cuadriplican el territorio retomado por las fuerzas ucranianas. La verdad es que se ha dado una retirada rusa de las zonas no estratégicas con el objetivo de reorganizar sus fuerzas. Lo que sí es estratégico son las costas del mar Negro, y ciudades como Jersón, Zaporiyia y Nicolaiev. Allí, el Ejército ucraniano ha sido incapaz de conseguir nada.
Que haya avanzado unos pocos kilómetros en Járkov no tiene importancia porque Rusia solo quiere el Donbás y la franja costera meridional del país. Como la contraofensiva ha fracasado en estos lugares, aquí ha actuado la censura periodística y se ha omitido la noticia.
Yo no veo más que una campaña de propaganda en todo esto. No podemos olvidar que Ucrania es un pozo sin fondo. En él se están invirtiendo decenas de miles de dólares y euros, y el Gobierno de Zelensky necesita algún tipo de éxito que demuestre que toda esa riada de fondos en efectivo, crédito y armas que le está llegando sirve para algo. En mi opinión, ese dinero estaba perdido desde el primer momento.
¿Cree que Ucrania no tiene ninguna posibilidad de vencer?
Lo vengo diciendo desde hace meses. Putin afirmó el pasado viernes que Rusia está empleando el diez por ciento de sus tropas en Ucrania. De momento, esta es una guerra controlada. Usted debe pensar que cuando una guerra se desarrolla en serio, lo primero que se bombardean son las centrales eléctricas, los nudos de comunicación, las carreteras, los puentes y los centros de mando. ¿Ha visto que Rusia haya bombardeado alguno de estos elementos?
Estoy más inclinado a creer a Putin que en una posible victoria ucraniana. Si mañana Rusia decidiera aplicarse a fondo, le bastaría una semana para que Ucrania quedara postrada por completo.
«Ellos no quieren la guerra con Ucrania, sino contra el plan de la OTAN y el intento de convertir a Ucrania en un Estado antirruso y neonazi manejado por EE. UU.»
Entonces, ¿por qué Rusia ha decidido no declarar una guerra total?
Porque, para los rusos, esta no es una guerra contra los ciudadanos ucranianos, que son sus hermanos. Ellos no quieren la guerra con Ucrania, sino contra el plan de la OTAN y el intento de convertir a Ucrania en un Estado antirruso y neonazi manejado por EE. UU.
Usted ha sido diplomático y tiene mucha experiencia en el sector de las relaciones internacionales. ¿Es posible un acuerdo de paz entre Zelensky y Putin?
En la actualidad, no. Zelensky es el presidente del Gobierno formal de Ucrania, pero no gobierna. Quien en realidad está manejando la política y los planes militares de esta nación es EE. UU. Habrá negociación cuando lo quieran sus dirigentes, que pretenden causar a Rusia el mayor daño posible.
En última instancia, quien está sufriendo las consecuencias del conflicto y de la manipulación estadounidense es el pueblo ucraniano. Si la guerra escala a mayores niveles, la destrucción de Ucrania puede darse por garantizada. Y después no habrá quien la levante.
«La isla es territorio chino, y por circunstancias históricas tuvo un desarrollo independiente. Pero volverá a estar bajo la tutela de Pekín como dos y dos son cuatro»
Lo que ocurre allí es decisivo al otro lado del mundo, en el Indo-Pacífico. Hace mucho que el Gobierno chino reclama su soberanía sobre la isla de Taiwán, y podría tomar como ejemplo lo que ha hecho Putin. ¿Qué opina usted sobre esta cuestión?
Primero, tengo que aclarar que Taiwán forma parte de China y que así lo reconoce el noventa y nueve por ciento de los países del mundo. Son 14 Estados los que todavía afirman que Taiwán es independiente, aunque ni siquiera es miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Por lo tanto, la isla es territorio chino, y por circunstancias históricas tuvo un desarrollo independiente. Pero volverá a estar bajo la tutela de Pekín como dos y dos son cuatro. Esto también ocurrió con las colonias británica y portuguesa de Hong Kong y Macao, a finales de los 1990.
China ha dicho varias veces que prefiere la reunificación pacífica a otros métodos. ¿Es posible desarrollar el proceso de esa manera?
No, al menos de inmediato. EE. UU. sigue pensando en Taiwán como en un portaviones enorme que está muy cerca de la China continental.
Así lo aseguraba el expresidente estadounidense Dwight D. Eisenhower en la década de 1950, cuando explicaba por qué EE. UU. apoyaba al Gobierno exiliado del Kuomintang. Además, ahora mismo los altos funcionarios de ese país han integrado a la isla en el gran frente antichino del que hablaba antes.
¿Qué medidas han tomado y pueden tomar los miembros de esa alianza contra China?
Los estadounidenses han rodeado a Pekín desde el mar con dos cinturones de contención. El primero se inicia en Corea del Sur, sigue por Japón, Taiwán y Filipinas, y llega a Singapur. El segundo parte de Alaska, tiene su base central en California, se alarga por las islas de Hawái, Wake, Guam y Midway, y finaliza en Australia.
Si se estableciera un bloqueo serio desde estas posiciones, todos los suministros de combustible que llegan a China desde Oriente Medio y Próximo quedarían cortados. Y en ese escenario, la única fuente fiable, permanente, constante y segura de abastecimiento energético para la nación oriental sería la Federación Rusa. De forma adicional, Rusia también podría proveer al Ejecutivo de Jinping de todas las fuentes alimentarias que necesita.
Habla de la dependencia china de Rusia, pero la primera también ayuda a la segunda en otros asuntos…
Claro. China asegura a Rusia en una serie de cuestiones entre las que se incluye la liquidez monetaria. Eso explica el hecho de que, cuando Europa decidió dejar de comprar de manera estúpida el gas ruso, los chinos e indios se apropiaran de este excedente.
«Esa fue la razón por la que el expresidente Trump vino a Europa en 2018. Para decirle a sus aliados que debían aumentar el gasto militar»
¿Desea aclarar alguna cosa más?
Bueno, está el tema de que EE. UU. está creando sin decirlo dos frentes que repiten el esquema de la Segunda Guerra Mundial. Su política en el Pacífico está dirigida a establecer un frente similar al que le enfrentó a Japón en la década de 1940, pero esta vez contra China.
La lucha en esta zona solo la llevarían a cabo sus propias fuerzas militares, mientras que un segundo frente se estaría estructurando en torno a los países europeos de la OTAN en el Atlántico.
Esa fue la razón por la que el expresidente Trump vino a Europa en 2018. Para decirle a sus aliados que debían aumentar el gasto militar. Todos veremos en los próximos años el reforzamiento del presupuesto de la OTAN.
LAS DOCE CAMPANADAS
Sitio más bonito de Madrid: Chueca.
Una tarde cultural en… El Museo del Prado.
Un lugar para comer bien: El restaurante Sobrino de Botín, en la calle de Cuchilleros.
Su monumento preferido: La Puerta de Alcalá. Soy muy clásico en eso [ríe].
¿Se ha comido alguna vez las uvas en la puerta del Sol?: No, no soy de multitudes.
Un plato, alimento o producto madrileño: Un bocadillo de calamares de la plaza Mayor.
Una calle: Preferiría hablar de la plaza de Salamanca.
Cibeles, Neptuno, u otra fuente para los triunfos deportivos: Cibeles. Soy del Real Madrid.
Sitio desconocido de Madrid al que llevarías a un extranjero: Al Mercado de la Cebada.
Canción que te recuerde a Madrid: Madrid, de Agustín Lara.
¿Ha bailado un chotis?: No, no soy muy de bailes [ríe].
¿Qué tiene Madrid que no tiene otra ciudad?: Creo que Madrid tiene todo lo que uno puede desear en una gran ciudad.
AUGUSTO ZAMORA
https://elresurgirdemadrid.com/entrevista-augusto-zamora-escritor-ucrania/?fbclid=IwAR1Ebx4wa-OpPZ6fTMXnqa30uVWyq0vQfb-ydcVC9vKbFcQ1ddPVGhvN3n0