En este artículo el autor sostiene que si fueron los medios los responsables del proceso de fascistización en Brasil, los medios debían realizar todo lo posible para desfastizar el Brasil; el problema es, como señala el autor, que «el antipetismo es el combustible que alimenta la maquinaria» reaccionaria» de la élite gobernante.
La agresión perpetrada por el diputado bolsonarista Douglas García contra Vera Magalhães es un síntoma del arraigado proceso de fascistización en Brasil. La periodista no es la primera, ni será la última profesional de la prensa en ser víctima de la violencia fascista que reina en el país.
El fascismo, como el nazismo, elige un enemigo capital.
Este enemigo es el destinatario de un odio mortal; es un mal a extirpar para que la sociedad pueda ser “purificada y limpiada” de “seres impuros e inferiores”. No fue casualidad que los nazis llamaran en broma al campo de concentración de Auschwitz “el ano de Europa”.
El fascismo se refuerza y expande con la intolerancia, los prejuicios y la violencia contra los enemigos estigmatizados. En Alemania en la década de 1930 del siglo pasado, los enemigos del régimen nazi eran judíos, homosexuales, gitanos y comunistas.
En el Brasil contemporáneo, los PT, de manera específica, y los de izquierda y progresistas, de manera difusa, equivalen a judíos, gays, gitanos y comunistas perseguidos implacablemente por el nazismo. Este es el papel que juega la contrarrevolución fascista del bolsonarismo.
La construcción del enemigo en el imaginario social es un proceso metódico y persistente de satanización y estigmatización de segmentos de la sociedad.
Exactamente como la élite gobernante y sus medios procedieron a través de la guerra semiótica librada para aniquilar a Lula y al PT prácticamente a lo largo de la trayectoria del PT, con un impulso decisivo de la Operación Lava Jato.
Los medios hegemónicos, especialmente la Red Globo, fueron fundamentales en este proceso. Durante años, el consorcio legal-policial-mediático-militar inculcó y difundió el odio anti-PT.
La responsabilidad de los medios en el contexto actual de fascistización en Brasil fue decisiva y esencial: las facciones de extrema derecha moro-lavajatista y bolsonarista se fermentaron y aumentaron su control bajo los generosos auspicios de los medios.
Los medios de comunicación tienen, por tanto, una responsabilidad insustituible en el proceso de desfascistización del país, es decir, en la deconstrucción del maniqueísmo y el sentimiento anti-PT que alimenta la espiral fascista de odio, violencia y terrorismo político.
Esta es una tarea compleja que llevará años, por no decir décadas, con un esfuerzo permanente por recuperar la memoria y la verdad y por combatir y proscribir las prácticas fascistas y de extrema derecha.
Sin la coartada anti-PT que “legitime” su razón de ser, el fascismo pierde gran parte de su fuerza y su autojustificación existencial para liderar la “lucha del bien contra el mal”.
La pregunta, sin embargo, es si los medios privados –sus dueños, columnistas, editorialistas, columnistas y periodistas como Vera Magalhães– están dispuestos a contribuir de manera efectiva, utilizando todos los recursos posibles, para derrotar al fascismo.
Esto parece una parada difícil. Al fin y al cabo, el antipetismo es el combustible que alimenta la maquinaria reaccionaria de la élite gobernante para impedir cualquier avance de las políticas distributivas y de igualdad en el país.
Jeferson Miola es miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
https://rebelion.org/el-papel-de-los-medios-en-la-fascistizacion-y-desfascistizacion-de-brasil/