Puede resultar fácilmente comprensible que el ser humano, el de carne y hueso, no aquel que se oculta en la funda de una sotana o cree ser divino por proclamarse sacerdote o pastor, reaccione, pierda la cabeza o lance zarpazos como fiera herida cuando por X o Y razón se siente acorralado y en el ojo del huracán por razones que injustamente o no lo estén afectando.
En la vida siempre hay y habrá algo o alguien que nos saca de quicio y eso nos hace perder el control; reaccionamos con ansiedad desmedida; nos invade la intolerancia y la incertidumbre, todo nos molesta, nos tiembla la voz, tartamudeamos, o simplemente se nos borra todo del mapa mental, nos bloqueamos, no recordamos el nombre de las palabras ni de las cosas, es decir: la mente se vuelve lerda, sosa, inepta, torpe, perezosa, flemática y por demás, retardada para funcionar de manera óptima.
El que me diga que no ha pasado por esto en algún momento de su vida, una o más veces, es mentiroso porque quien nos vence no es quien nos está diciendo algo, sea esto falso o verdad, pues, cualquiera de las dos cosas golpea, sino que lo que nos gana es la desesperación de no saber cómo responder y sino lo sabemos hacer esto nos puede conducir a estupideces o imbecilidades que nos pueden marcar para toda la vida y que a lo mejor pudimos haber evitado.
La desesperación es el lenguaje del vacío. Es la rabia enarbolada como bandera de la frustración total. Es la tristeza transformada en ese lamento de quien siente que lo perdió todo y que ya no percibe luz en el horizonte ni significado en su presente.
Pocos estados psicológicos pueden llegar a ser tan peligrosos como esa situación donde la persona ya no sabe qué camino tomar o qué asideros son ciertos porque te lleva únicamente a ver que desde tu profunda soledad todo el mundo te señala con el dedo acusador sin que exista alguien en el reducido universo de la vida que te apoye, ni siquiera tu familia, porque hasta ella se siente más que ofendida.
La desesperación es una experiencia humana común y te ancla porque te envuelve en una frustrante incapacidad para seguir adelante y traigo el tema a colación porque actos desesperados son los que tienen hundida a la iglesia católica de Nicaragua y olvídense los desesperados de que esta es una campaña contra algunos obispos, monseñores, sacerdotes, curas o pastores evangélicos, porque al final ellos con sus actitudes son los que se hacen campaña contra la institución que dicen representar por mucho que siendo victimarios quieran venderse como víctimas.
Últimamente estamos siendo testigos de situaciones inverosímiles que se vuelven tan frecuentes que ya no sorprenden. Que circunstancias engorrosas le pasen a cualquier parroquiano no asusta porque historietas dentro de ese rango se cuentan por millones, pues al final aquellos que protagonizan escándalos de dimensiones a veces hasta cinematográficos son gentes que viven en el mundo y por andar en el son los proclives a cometer hechos vergonzosamente inenarrables porque pueden llegar a tener el tamaño de una gran locura.
Lo que sí puede llegar a sorprendernos es que la desesperación, la perdida de la razón, donde el qué dirán ya es lo de menos, lo encarne un “profesional de la fe” que puede ser un obispo, un monseñor, un sacerdote, un cura o hasta un seminarista que en el correspondiente proceso de formación se haya preparado espiritualmente para proclamar la palabra de Dios, para interpretar la palabra de Dios y hacer de Dios el centro de su vida y de su misión como evangelizador a fin de pescar almas.
Ser pescador de hombres o de almas es buscar lideres, individuos y personas que tengan buenos principios y para ser traídos al rebaño del Señor el pescador debe ser idóneo, debe ser desde su imagen interna y externa alguien con el suficiente halo espiritual para mostrar el camino que nos lleve al bien. Cuando pescamos hombres buenos tenemos un ambiente lleno de sabiduría, amor, bueno y renovador, pero eso solo lo puede hacer la nobleza de un corazón franco, sincero, transparente que genere confianza, que atraiga el respeto de los demás por el ejemplo que es capaz de irradiar.
Sin embargo cuando un “profesional de la fe” en cualquier comunidad que sea niega con su conducta todo lo que nos debe representar un pastor religioso, independientemente que sea católico o evangélico, los que creemos efectivamente en Dios, los que somos temerosos de sus mandamientos en la medida de lo posible desde nuestra condición de ser gentes comunes y corrientes, los que nos declaramos profundamente cristocéntricos y no adoramos santos ni besamos el anillo de nadie, nos indignamos porque estamos frente a individuos ordinarios que tocan a Dios con las manos sucias al bendecir el odio, al practicar la homosexualidad proclamándose célibes, al mostrarse públicamente alcohólicos, al embarazar mujeres vestidos de sotanas, al sacramentar el odio y la muerte desde posiciones descaradamente políticas.
¿Les resulta ajeno al conocimiento que tenemos en Nicaragua del actuar de algunos sotanudos que se nos vendieron como angelitos y en realidad son murcielaguitos?
¿Hasta cuando los no contaminados aún en la Conferencia Episcopal de Nicaragua continuaran haciéndose los suecos sobre muchas situaciones amorales que los desprestigia?
El último suceso que evidencia la caída libre y en picada de la iglesia católica en Nicaragua es el bochornoso escándalo escenificado por un tal Manuel Salvador García, aún no me queda claro si es nacional o extranjero, y de quien dicen estuvo como sacerdote a cargo de la parroquia Jesús Nazareno de Nandaime, pues ahora se afirma la abandonó tras sacar sus calaches y huir con rumbo desconocido porque hasta el momento ninguno de sus colegas sotanudos ha dicho esta boca es mía tras el bochornoso escándalo.
¿Qué pasó? Feligreses que viven aledañamente a la parroquia comenzaron a escuchar gritos aterradores de una supuesta mujer que estaba siendo agredida por alguien la noche exacta del 30 de mayo, día de las madres nicaragüenses.
Tratando de indagar sobre lo que pasaba en el templo y tras intentar entrar, los parroquianos, se llevaron la gran sorpresa que al paso les salió el sacerdote Manuel Salvador García bien borracho, vestido de laico, despeinado, con el rostro descompuesto, con un gran machete casi de su propio tamaño en las manos y al mejor estilo de la Lady Vulgaraza con la lengua suelta y podrida por los gérmenes más contaminados de la más rancia vulgaridad.
El tipo Manuel Salvador García, que por haber huido debe saber que las cosas están como para amarrarlo y llevarlo directo a la cárcel, no solo amenazó a gente mayor, a jóvenes y mujeres, sino que además a grito en cuello tras los llamados que un policía le hiciera para que se calmase el tal sacerdote también le dijo al uniformado que ni se le ocurriera entrar porque en ese blasfemado templo el único que mandaba, hacía y deshacía era él.
El asunto es que ante la preocupación de las personas que acudieron a la parroquia para ver quien era la mujer que gritaba aterrorizaba el tal cura este conminó a los interesados en salvar o rescatar a la víctima a que nadie se metiera porque ese era un problema de “familia” lo que conduce a pensar como efectivamente se comienza a afirmar que el sotanudo a quien golpeaba era a alguien con una estrecha relación a la que mantenía encerrada en un templo que no era templo y que si sus paredes hablaran quien sabe qué cosas diría.
¿Qué va a pasar tras todo este nuevo escándalo que involucra directamente a otro sotanudo?
No tengo idea qué pueda pasar tras este reciente escándalo, pero me imagino que lo mismo que un crimen de un sacerdote en la Concha en Ticuantepe hace unos años atrás dónde saltó el nombre de Silvio Baez por ser un amigo y visitador frecuente de quien murió;
Me imagino que sucederá lo mismo de otro sacerdote muy conocido que administraba la Catedral de Managua y que salió haciendo cosas impropias en un video;
Me imagino que lo mismo que pasó cuando un cura, dicen que ahora escondido en el Seminario de Fátima, se involucró en el 2018 en el crimen de un policía en Masaya y que recomendó meterlo en un escusado para borrar cualquier evidencia;
Me imagino que lo mismo cuando otro cura de Masaya, fue detenido bien bolo, con el vehículo hasta las cachas de cerveza y acompañado de un jovencito en las mismas condiciones;
Me imagino que lo mismo que hacen con los obispos que amenazan de muerte hasta a sus propios colegas, es decir me imagino que no van a hacer nada y en este caso específico, si es que la policía no mete preso a Manuel Salvador García, el disque sacerdote de Nandaime, a lo más que llegaran es a trasladarlo de parroquia, es decir quitar la maldición de aquí y para llevar al diablo allá.
Qué vergüenza, qué vergüenza. Créanme al menos desde este espacio no necesitamos hacer campaña en contra de los sotanudos del mal porque ellos la hacen solos y la hacen muy bien porque no hay duda que la desesperación es la que los hunde porque la soberbia que los afecta les impide aterrizar en la humildad y darse cuenta que son pocos de ellos los que aun generan algún tipo de respeto y eso es grabe porque lo único que suman es el desprecio de un pueblo creyente que repugna la manipulación que se hace del Creador.
Por: Moisés Absalón Pastora.