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Ucrania, Canadá y los banderistas


El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, acudió a la sede del Parlamento canadiense ‎especialmente para presentar a los diputados el discurso del presidente ucraniano Volodimir ‎Zelenski. 

Con 39 millones de habitantes, Canadá cuenta 1,4 millones de ciudadanos de origen ‎ucraniano, que representan un 3 o un 4% de los electores. Las organizaciones banderistas ‎disponen de gran influencia sobre ese sector de la población y le inculcan su ideología racista.‎


En artículos anteriores de esta serie, ya vimos como los banderistas –colaboradores ‎ucranianos de los peores crímenes perpetrados por los nazis en Ucrania y en Polonia–‎ lograron alcanzar el poder en Kiev. 

Hoy veremos cómo, a lo largo de 80 años, ‎inmigrantes ucranianos banderistas se incrustaron en el Partido Liberal canadiense, ‎al extremo de lograr poner a uno de los suyos en el segundo puesto más importante en el gobierno del actual primer ministro, Justin Trudeau.‎

Los primeros extranjeros que llegaron a Ucrania para luchar contra las fuerzas rusas, en febrero ‎de 2022, eran canadienses. 

El primer oficial extranjero arrestado en Ucrania por los soldados ‎rusos –el 3 de mayo– fue un general canadiense. Esos dos hechos indican que, a pesar de su ‎situación geográfica, considerablemente alejada de Ucrania –a más de 6 000 kilómetros–, Canadá ‎está muy implicado en el actual conflicto. ‎

En este artículo mostraré como, desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial, todos ‎los gobiernos liberales canadienses respaldaron a los banderistas ucranianos. 

Durante aquel ‎conflicto, esos gobiernos canadienses “apostaban a dos caballos” –luchando públicamente ‎contra los nazis mientras que seguían apoyando a los banderistas, quienes a su vez colaboraban con ‎los nazis. 

Peor aún, el actual primer ministro liberal de Canadá, Justin Trudeau, tiene como ‎viceprimer ministro a Chrystia Freeland, nieta de un conocido propagandista banderista cuyos ‎pasos ella misma siguió desde muy joyen. ‎

Las conexiones entre la CIA estadounidense y los nazis caracterizaron el periodo de la ‎guerra fría, sólo salieron a la luz en 1975, con el trabajo de las comisiones del Congreso ‎encabezadas por Pike, Church y Rockfeller, y no terminaron hasta el mandato del presidente ‎James Carter.

Pero, en Canadá, los vínculos del Partido Liberal con los banderistas ucranianos ‎aún se mantienen, al extremo que –fuera del caso de Ucrania– Canadá es el único país del ‎mundo que tiene actualmente un ministro banderista, quien además ocupa el segundo puesto más ‎importante en la jerarquía gubernamental canadiense. ‎


En 1937, el primer ministro de Canadá, William King, viaja a Berlín. Aquí ‎lo vemos a la salida de su encuentro con el Fuhrer Adolf Hitler, a quien comparó con Juana ‎de Arco, viéndolo como un “libertador de su pueblo”.‎

En 1940, o sea estando el Reino Unido en guerra pero con Estados Unidos todavía fuera del ‎conflicto, el gobierno del primer ministro liberal canadiense William King creó el Ukrainian-‎Canadian Congress (UCC) para apoyar a los inmigrantes ucranianos antibolcheviques frente a los ‎ucranianos prosoviéticos reunidos en la Association of United Ukrainian-Canadians (AUUC) y también ‎contra los judíos del Canadian Jewish Congress (CJC). El gobierno canadiense procedió entonces ‎al cierre de bibliotecas prosoviéticas y de sinagogas.‎

Es importante saber que el Partido Liberal de Canadá no fue creado para promover el ‎individualismo frente a las ideas conservadoras sino en contra del ideal republicano [1].‎

Durante la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro liberal William King (William Lyon ‎Mackenzie King), quien gozaba de gran apoyo entre los electores, fue intensamente abucheado ‎por los soldados canadienses cuando los visitó en Europa. 

El Partido Liberal de Canadá siempre ‎ha defendido posiciones antirrusas, posiciones que hasta 1991 presentaba como antisoviéticas, y ‎siempre interpretó el cristianismo como obligatoriamente contrario al judaísmo. ‎

Al final de la Segunda Guerra Mundial, Canadá fue el principal refugio de los fugitivos banderistas –‎que habían colaborado con la ocupación nazi– y de los nazis originarios de las repúblicas bálticas

. ‎Entre los más de 35 000 inmigrantes ucranianos vinculados a los banderistas que llegaron ‎entonces a Canadá estaban Volodimir Kubijovyc y Mykhailo Khomiak –quien ya en Canadá se hizo ‎llamar «Michael Chomiak»–, editores de Krakivs’ki Visti, el diario nazi más importante de ‎Europa Central. ‎


Michael Chomiak junto a varios dignatarios nazis.‎ En el ángulo inferior derecho de esta foto se ve, en primer plano, a Joseph Goebbels, el ministro de la Propaganda de Hitler.‎

Michael Chomiak, quien había trabajado directamente bajo las órdenes de Goebbels, el ministro ‎de la Propaganda de Hitler, nunca renegó de su pasado como colaborador de los nazis. Y fue ‎este individuo quien educó a su nieta, Chrystia Freeland, la hoy viceprimer ministro de Canadá. ‎

Lejos de condenar los crímenes de los banderistas, Chrystia Freeland debutó en el periodismo, a ‎los 18 años, trabajando para la Encyclopedia of Ukraine redactada por el ya mencionado ‎Volodimir Kubijovyc y hoy disponible en internet. ‎Chrystia Freeland trabajó después en el diario de los banderistas canadienses, The Ukrainian ‎News, y en The Ukrainian Weekly, publicación de los banderistas estadounidenses, vinculados al Bloque Antibolchevique de Naciones (ABN) y a la CIA. Durante los últimos años de la URSS, ‎Chrystia Freeland viajó a ese país. 

Dirigiéndose al gobierno canadiense, las autoridades ‎soviéticas investigaron su historial de respaldo a los banderistas y prohibieron a Chrystia Freeland ‎regresar a la Unión Soviética. 

Sin embargo, después de la disolución de la URSS, Chrystia Freeland ‎se convirtió en jefa de la oficina del Financial Times en Moscú. Más tarde pasó a ser redactora-‎jefe adjunta del Globe and Mail y redactora-jefe de Thomson Reuters Digital.‎


En sus artículos y libros [2], Chrystia Freeland se apropia de ‎dos temas heredados de su abuelo banderista Michael Chomiak:

Critica a los ultra-ricos mencionando casi exclusivamente los casos de judíos y se aferra prácticamente a cualquier cosa para criticar duramente la URSS, arremetiendo después ‎contra Rusia. ‎

Hay que recordar que el fascismo fue una respuesta a la crisis económica de 1929. Esa respuesta ‎proponía una alianza nacionalista de clase por corporación. Los nazis y los banderistas agregaron ‎a aquella respuesta una terrible dimensión racial. Al arremeter contra los súper ricos, Chrystia ‎Freeland aborda, con toda razón, el principal problema de hoy. Actualmente, la finanza es ‎lo único que aporta ganancias mientras que la producción está en crisis. Pero Chrystia Freeland ‎se desvía insidiosamente hacia una lectura racial del problema al señalar que la proporción de ‎judíos entre los súper ricos es mucho más importante que en el resto de la población y dejando ‎entrever que esa correlación es significativa. ‎

En 1991, el diputado liberal canadiense de origen polaco-ucraniano Borys Wrzesnewskyj lanza una ‎iniciativa para que Canadá sea el primer país del mundo en reconocer la independencia ‎de Ucrania. Utilizando la fortuna de su familia –propietaria de las panaderías Future Bakery–, ‎Borys Wrzesnewskyj crea un servicio destinado a proporcionar “información” sobre Ucrania a los ‎miembros del parlamento canadiense. Wrzesnewskyj financia también la creación de archivos, por los ya mencionados Volodimir Kubijovyc y “Michael Chomiak” –el abuelo de Chrystia Freeland– quienes ‎recopilan documentos sobre los nacionalistas ucranianos en la Segunda Guerra Mundial. Pero la ‎‎Encyclopedia of Ukraine no es un trabajo científico sino un esfuerzo por rehabilitar a los ‎banderistas colaboradores de los nazis y una verdadera falsificación de la historia. Utilizando ‎nuevamente las relaciones de su familia, Borys Wrzesnewskyj introduce a Viktor Yushchenko, ‎futuro presidente de Ucrania, en el mundo de la política en Canadá. ‎

En 1994, el primer ministro liberal Jean Chretien negocia un Tratado de Amistad y Cooperación entre Canadá y Ucrania y, en 1996, ya incluso propone que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN. ‎

En enero de 2004, el gobierno de Canadá, encabezado otra vez por un primer ministro liberal, ‎Paul Martin, colabora con Washington en el montaje de la llamada «revolución naranja». ‎En Kiev, el embajador de Canadá, Andrew Robinson, organiza reuniones de sus colegas de ‎‎28 países para poner en el poder a Viktor Yushchenko. El objetivo era torpedear la política del ‎presidente Leonid Kuchma, quien había aceptado el gas ruso en vez de favorecer los trabajos de ‎prospección de Estados Unidos en el Mar Caspio [3].‎

El embajador de Canadá financia además el sondeo del Centro Ucraniano de Estudios Económicos ‎y Políticos Oleksandr Razumkov, sondeo que afirmará que la elección presidencial ucraniana ‎estaba “arreglada”. Canadá subvenciona también, con 30 000 dólares, la asociación Pora!, encabezada por el ‎estratega de la OTAN Gene Sharp [4].‎

Basándose únicamente en el sondeo del Centro Razumkov, la asociación Pora! organiza ‎manifestaciones callejeras en Ucrania, se anula la elección presidencial y se organiza una nueva. ‎Canadá dedica entonces 3 millones de dólares al envío de 500 “observadores” que ‎se encargarán de “seguir” la nueva elección. Esta tendrá como ganador al perdedor de la elección ‎anulada, Viktor Yushchenko. Al montar su equipo de gobierno, Yushchenko nombra consejero ‎especial a Vladislav Kaskiv, líder de Pora! y empleado del magnate George Soros. ¿Y quién será su ‎ministro de Defensa? Anatoliy Gritsenko, un militar formado en Estados Unidos y además ‎presidente del Centro Razumkov.‎

El diputado liberal canadiense Borys Wrzesnewskyj estuvo especialmente activo durante la ‎‎«revolución naranja». Su hermana, Ruslana, era amiga íntima de la esposa de Yushchenko y ‎Borys Wrzesnewskyj invirtió al menos un cuarto de millón de dólares canadienses para incentivar ‎el movimiento favorable a Yushchenko, además de utilizar su apartamento en el centro de Kiev ‎para coordinar las manifestaciones entre la elección presidencial anulada y la nueva elección. ‎Los manifestantes movilizados por Pora! incluso coreaban «¡Canadá!» y agitaban banderas de ‎ese país. ‎

Chrystia Freeland inició su carrera política en 2013, en el Partido Liberal. Fue electa diputada de ‎Toronto. En 2014, apoyó la llamada «revolución de la dignidad», o sea el putsch banderista de ‎la Plaza Maidan, también llamado EuroMaidan, y se reunió con sus protagonistas. ‎Posteriormente, Chrystia Freeland se pronunció contra la independencia de Crimea y se reunió ‎con el líder tártaro Mustafá Yemilev, conocido como espía de Estados Unidos en tiempos de la ‎guerra fría. Finalmente, el presidente ruso Vladimir Putin prohibió la entrada de Chrystia Freeland ‎en Rusia. ‎

En 2015, el primer ministro liberal Justin Trudeau nombró a Chrystia Freeland ministro de Comercio ‎Exterior, en 2017 la nombró ministro de Exteriores, en 2019 la ascendió a ministro de Asuntos ‎Intergubernamentales, con rango de viceprimer ministro y posteriormente, en 2020, puso en ‎sus manos el ministerio de Finanzas. ‎


En 2014, el ministro canadiense de Exteriores (a la izquierda en la foto), John Baird, viaja a Ucrania y ‎aporta el respaldo de Canadá al líder del partido neonazi Svoboda.‎

En 2014, el conservador John Baird, ministro de Exteriores, se presenta en la plaza Maidan y ‎se reúne con los principales cabecillas de las manifestaciones antigubernamentales. Hasta la ‎propia televisión canadiense consideró entonces que Baird daba así un sólido argumento ‎al presidente ruso Vladimir Putin, quien declaraba que la «revolución» de la Plaza Maidan ‎en realidad era una manipulación occidental. ‎

De hecho, la portavoz de la embajada de Canadá en Kiev, Inna Tsarkova, era una de las ‎responsables del movimiento llamado EuroMaidan. La embajada de Canadá, situada junto a la Plaza Maidan, servía incluso de refugio a los manifestantes, que simple y llanamente acamparon ‎en los predios de la sede diplomática durante al menos una semana. Allí se refugiaron los ‎miembros del grupo neonazi C14 [5] durante el grave estallido de violencia del 18 de febrero.‎

El 17 de julio de 2014, cuando el vuelo 17 de Malaysia Airlines es derribado en Ucrania, la ‎Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI), con sede en Montreal, envía cuatro ‎inspectores al lugar del desastre. Sin esperar siquiera el inicio de la investigación, Chrystia ‎Freeland emprende una campaña internacional de acusación contra Rusia. Posteriormente utilizará ‎su posición como ministro canadiense para echar leña al fuego y extender esa campaña. ‎

Después del derrocamiento del Viktor Yanukovich, presidente electo de Ucrania pero ‎estigmatizado en Occidente como «prorruso», Canadá pone en marcha la operación UNIFIER (Canadian ‎Armed Forces Joint Task Force-Ukraine), cuyo objetivo oficial es formar a los militares ucranianos ‎y desarrollar su policía militar. La operación se desarrolla en realidad bajo las órdenes de ‎Londres y de Washington e incluye el envío de 200 instructores y de material militar considerado ‎‎«no letal». UNIFIER termina el 13 de febrero de 2022, justo antes de la «operación militar ‎especial» rusa, para evitar poner a Canadá en situación de guerra. ‎

En 8 años, Canadá ha aportado a Ucrania «ayudas» por valor de cerca de 900 millones de ‎dólares. ‎


Junio de 2016. De izquierda a derecha, el embajador ucraniano en Canadá ‎Andriy Shevchenko, el primer ministro canadiense Justin Trudeau y el diputado ucranio-‎canadiense Borys Wrzesnewskyj. En primer plano, Mustafá Yemilev, líder de los tártaros ‎antisoviéticos (hoy antirrusos) y agente de la CIA desde los tiempos de la guerra fría.

En 2016, el primer ministro liberal de Canadá, Justin Trudeau, recibió con los mayores honores a ‎Mustafá Yemilev, personaje con quien su segunda, Chrystia Freeland, ya se había reunido. ‎En agosto de 2015, Mustafá Yemilev se había convertido en “emir” de una «Brigada Musulmana ‎Internacional», cofinanciada por Turquía y Ucrania, para “recuperar” la península de Crimea, ‎reincorporada a la Federación Rusa por voluntad de sus habitantes [6].‎


Chrystia Freeland y Stepan Kubiv firman el Acuerdo de Libre Comercio ‎Canadá-Ucrania, en presencia del primer ministro canadiense Justin Trudeau y del entonces ‎presidente ucraniano Petro Porochenko.

En esa misma época, Chrystia Freeland negocia el Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá ‎y Ucrania. ‎


Chrystia Freeland participa en una manifestación de los banderistas de ‎OUN-B contra la intervención rusa en Ucrania. Los colores negro y rojo de la banderola ‎identifican a los banderistas y el eslogan “¡Gloria a Ucrania!” es el grito de guerra de los ‎banderistas.

En 2017, cuando el sitio web Russia Insider revela el pasado criminal de su abuelo al servicio del III Reich y los estrechos ‎vínculos personales que ella misma mantiene con los banderistas, Chrystia Freeland niega ‎los hechos y afirma que todo eso es «propaganda rusa». 

Sin embargo, el pasado 27 de febrero, ‎Freeland se exhibe en público con un grupo de banderistas de la Unión de Nacionalistas ‎Ucranianos (OUN-B) en una manifestación contra la intervención militar rusa. La foto que ‎ella misma había publicado fue rápidamente retirada de su cuenta en Twitter. ‎


El primer ministro canadiense Justin Trudeau y su viceprimer ministro Chrystia ‎Freeland junto a Paul Grod, presidente de los ucranianos banderistas de Canadá.

En respuesta al inicio de la operación militar rusa en Ucrania, Canadá –como sus socios de ‎la OTAN– modificó de inmediato su propio presupuesto y reservó 500 millones de dólares ‎al ejército ucraniano –banderistas incluidos. Utilizando esos 500 millones de dólares, el gobierno ‎canadiense ya ha enviado a Ucrania:

ametralladoras, pistolas, carabinas, un millón y medio de balas, fusiles de alta precisión y otro equipamiento para francotiradores (14 de febrero);

dispositivos ‎de visión nocturna, cascos y chalecos blindados (27 de febrero);

100 cañones sin retroceso ‎‎Carl Gustav M2 y 2 000 proyectiles para cañones de 84 milímetros (28 de febrero);

‎‎390 000 raciones individuales de campaña y alrededor de 1 600 indumentarias de protección ‎contra metralla (1º de marzo);

4 500 lanzacohetes M-72 y 7 500 granadas de mano así como ‎una suscripción a imágenes satelitales comerciales por valor de un millón de dólares (3 de ‎marzo);

cámaras para drones de vigilancia (9 de marzo);

cañones M777 y municiones para ese ‎tipo de artillería así como municiones adicionales para el arma antiblindados Carl Gustav M2 (22 ‎de abril);

8 vehículos blindados de tipo comercial y un contrato de servicio para el mantenimiento ‎y reparación de cámaras especializadas utilizadas en drones (26 de abril).

Además, Canadá inició la ‎formación de militares ucranianos en el uso de los cañones M777. ‎

El 2 de marzo, el primer ministro canadiense Justin Trudeau, quien cree todo lo que viene de ‎Estados Unidos, logró que una veintena de países firmaran una declaración donde se denuncia la ‎‎“desinformación rusa” [7]. Lo que ‎se busca es impedir la difusión de información sobre los banderistas ucranianos y canadienses.‎

El 10 de marzo, Canadá logró también que unos 30 de países firmaran otra declaración donde –‎muy orwellianamente– se regocijan, ¡en nombre de la “libertad de prensa”!, por las medidas de ‎censura aplicadas en Occidente contra la televisora informativa Russia Today y contra la agencia ‎Sputnik, dos órganos públicos de prensa rusos.‎

Desde que los banderistas tomaron el poder en Kiev, Canadá ha adoptado sanciones contra más ‎de 900 personalidades y empresas rusas y contra opositores ucranianos. 

A esa lista de ‎‎“sancionados”, Ottawa acaba de agregar ahora varias personalidades cercanas al presidente ruso ‎y miembros de sus familias. ‎

A pesar de sus declaraciones de principios sobre la igualdad de derechos entre todas las personas, ‎Canadá apoya sin reservas a los banderistas, defensores de la superioridad racial de los ‎ucranianos sobre los rusos. ‎


[1] Canada’s ‎Origins: Liberal, Tory, or Republican?, Janet Ajzenstat & Peter J. Smith, Mcgill Queens University ‎Press, 1995.


[2] Ver Sale of the Century: Russia’s Wild Ride from ‎Communism to Capitalism, Crown Business, 2000, y Plutocrats: The Rise of the New Global Super-‎Rich and the Fall of Everyone Else, Penguin Pres, 2012.


[3] “Agent orange: Our secret role in Ukraine”, Mark Mackinnon, Globe and Mail, 14 de abril de 2007.


[4] «La Albert Einstein Institution: no violencia según la CIA», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 10 de febrero de 2005.


[5] «La ley racial ucraniana», ‎‎Red Voltaire, 4 de marzo de 2022.


[6] «Ucrania y Turquía han creado una brigada internacional islámica contra Rusia», por Thierry ‎Meyssan, Televisión nacional siria, Red Voltaire, 15 agosto de 2015.



https://www.voltairenet.org/article216786.html

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