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Las razones de Moscú


Lo que hoy denominamos Ucrania formó parte de la “Rus de Kiev”, federación de tribus eslavas que ocupaba la región que iba desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro.

Será Vladimiro I de Kiev el responsable de la cristianización de la región, a partir del 988, año de su conversión al cristianismo ortodoxo. Para Rusia, Ucrania y Bielorrusia forman parte de la misma civilización.


En 2019 se produce la separación de las iglesias ortodoxas. La política suele desestimar estos movimientos, restarles importancia. Sin embargo, la Ucrania proeuropea necesitaba romper con su pasado. 

El Patriarcado de Moscú pierde a Kiev por intermedio del Patriarcado de Constantinopla. Después de más de 300 años llegaba la “autocefalia” de la iglesia ucraniana. La unidad ortodoxa, a la historia.

Así, el sector que empuja hacia Occidente a Ucrania decide desentenderse de su historia cristiana y del proyecto ruso de unidad territorial geopolítica en base a raíces eslavas, iglesia cristiana ortodoxa e idioma ruso.

Repasemos. En 2012 se había declarado un acuerdo de asociación entre Ucrania y la Unión Europea. Al año siguiente Yanukovich suspende el acuerdo. En 2014 Yanukovich es derrocado, con el apoyo de sectores “europeístas” en las calles: Euromaidán fue en nombre elegido –quedaba mal ponerle revolución de otro color-.

Rusia devuelve el golpe con la ¿anexión-recuperación? de Crimea, que cuenta con referéndum de sus habitantes. Vale la pena recordar que en 1954 Nikita Kruschev había traspasado su soberanía a Ucrania, país que recién se declara independiente en 1991 con la derrota del bloque soviético. 

Putin públicamente considera que Crimea retornaba a su verdadero lugar de origen. Además, Crimea tiene la principal base naval rusa, con su flota del Mar Negro. 

La respuesta de Occidente no se hace esperar, Rusia es expulsada del G-8 y la Unión Europea se suma a sanciones contra Moscú.

Desde los sucesos de Crimea hasta la actual intervención militar, la población históricamente vinculada a Rusia sufre la guerra del Donbás (este de Ucrania), la cual provocó 14.000 muertos y más de 1,5 millones de desplazados. Como sabemos, y como reacción a la ofensiva de la OTAN, Rusia reconoce, finalmente, a las repúblicas de Donetsk y Luhansk.

Rusia había declarado que el ingreso de Ucrania a la OTAN no podía permitirse. Las líneas rojas estaban marcadas para Occidente. Ya en 1999 ingresaron a la OTAN la República Checa, Polonia y Hungría. En 2004 se suman a la Alianza Trasatlántica Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Bulgaria y Rumania.

La amenaza de seguridad que Moscú denuncia es real y seria. EE.UU. se retiró el 1/2/2019 del Tratado sobre la eliminación de Misiles Nucleares –INF- y actualmente hay lanzadores MK-41 en Polonia y Rumania –como recién mencionábamos, países de la OTAN-. Putin considera que podrían utilizar los MK-41 con misiles Tomahawk, con capacidad nuclear. Recientemente la cancillería rusa solicitó a EE.UU. que retire su armamento nuclear de Europa.

Una Ucrania europea, en alianza con la OTAN, es inaceptable para Rusia. Primero por cuestiones históricas, luego por seguridad. Putin, con la guerra en Ucrania, resiste el avance de la OTAN hacia el este, exigiendo en las negociaciones el reconocimiento de Crimea a Rusia, la desmilitarización de todo el país y la eliminación de mercenarios neonazis. La neutralidad de Ucrania es fundamental para la seguridad de la Federación Rusa.

Sin embargo, es innegable que Rusia se juega mucho. Acaso si el reto público de Putin a su jefe de inteligencia quizás tenga que ver con ciertas diferencias de estrategia. Los costos de la guerra son elevados: políticos, económicos, financieros, el sector energético, gran parte de la opinión publica occidental en contra de la guerra, etc. E

l rublo ha caído un 30% y las tasas de interés han subido del 9,5 al 30% para evitar el retiro masivo de dinero de los bancos. 

El golpe a la economía rusa con una batería de sanciones intenta provocar un frente interno al Gobierno de Putin, que necesitará más de China para su comercio exterior. De ahí la importancia de las negociaciones entre Rusia y Ucrania para finalizar los combates y las operaciones militares a la brevedad.

Lo cierto es que Europa se torna más agresiva contra Rusia (incluso con la promesa de envíos de armamentos a Ucrania) de la misma manera que es más sumisa a los intereses de EE.UU. y la OTAN.

https://www.geopolitica.ru/es/article/ucrania-entre-el-proyecto-trasatlantico-y-el-euroasiatico

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