Los “grandes” apellidos de las familias herederas (a sangre, fuego, ambición, traición, desapego a la soberanía y odio a las clases populares y minorías raciales) del extinto poder colonial, con el paso del tiempo y mediante “entronques” genealógicos de conveniencia, fueron estructurándose como las élites económicas de Nicaragua y al mismo tiempo fueron conformando las dos instituciones políticas (sin mucha diferenciación ideológica) que durante 175 años han desgobernado nuestro país.
Los descendientes de los encomenderos e inmigrantes desde ambas ciudades fundacionales (León y Granada) y otras localidades menores de las regiones allende al Pacifico y el septentrión, se fueron turnando en la dirección del aparato burocrático y la política nacional.
Sus diferencias y ambiciones las dirimieron mediante guerras, civiles, golpes de Estado, revueltas, pactos y traiciones.
Su larga permanencia en el poder ha estado basada, sencillamente, en la mezcla de sus apellidos.
Y así, Chamorro, Arguello, Sacasa, Cuadra, Solórzano, Bolaños, Pasos, Lacayo, Alfaro y otros con menor “prosapia” como Román, Benard, Zavala, Díaz, Reyes, Somoza, Carrión, Hollman, Pellas y otros.
A todos ellos los ha unido un propósito: El poder y su principal característica ha sido el desprecio al pueblo.
Para muestra les presento a continuación un extracto tomado del libro “Nicaragua: Gobiernos, Gobernantes y Genealogía” del recientemente desaparecido historiador Adolfo Díaz Lacayo, donde resume la descendencia de uno de los miembros fundadores de la nefasta familia de los Somoza: El salteador de caminos y oportunista político, " siete pañuelos".
Aunque acá el autor no lo escribe, de esas familias y ramificaciones también descienden personajes de la historia reciente como Luis Carrión Montoya, Jaime Wheelock Román, Oswaldo y Antonio Lacayo, Joaquín Cuadra y otros traidores al Frente Sandinista.
Un dato curioso: La mayoría de los procesados judicialmente y actualmente detenidos en las celdas de Auxilio Judicial por delitos de traición a la patria, lavado de activos y otros delitos, en su mayoría son parientes entre ellos en diferentes grados de consanguinidad.
Es decir, en ellos “la herencia genética” de la traición a la patria viene desde sus ancestros oligarcas.
Edelberto Matus.