Vox es un partido político español fundado a finales del año 2013. Su presidente es Santiago Abascal y su secretario general es Javier Ortega Smith.
Vox está calificado por especialistas como de ultraderecha o de extrema derecha, aunque algunos medios también lo sitúan en la derecha del espectro político
Vox (voz en latín) se registró como partido el 17 de diciembre de 2013,[] surgió entre algunos de los críticos social conservadores de Rajoy en el seno del PP, erosionado por la crisis económica.
La formación, que inició su andadura con el objetivo de recoger el voto de la derecha desencantada con las políticas del PP, no se presentó ante los medios de comunicación hasta enero de 2014 sin juzgar la historia de España.
Ya en su manifiesto fundacional, Vox abogaba por la unidad territorial de España, recuperar protagonismo internacional, la abolición de las autonomías, establecer un poder judicial independiente y promover la cultura de la vida y la familia;
Se observa una radicalización posterior que había beneficiado al partido en confluencia con otros factores como su papel de acusación particular en el juicio del procés, la polémica en torno a la exhumación del cadáver de Franco del Valle de los Caídos, la recomposición interna del PP, y la dinámica de outbidding en la derecha española entre PP y Cs que introdujo a la inmigración en el debate político.
Vox no sería un retorno del neofranquismo y sería homologable en algunos aspectos, como su situación a caballo entre el pasado y el presente, a la derecha populista europea.
Vox incluye en su ideología elementos identificados como antifeministas e islamófobos.
También destaca su reivindicación de valores tradicionales como la caza y los toros, su nacionalismo centralista, su rechazo al aborto y sus propuestas económicas de signo liberal tales como la reducción de impuestos y la burocracia pero nunca sin criticar al franquismo.
Su discurso incorporaría todos los elementos ideológicos que caracterizan a un partido de extrema derecha: nacionalismo, reacción al cambio cultural, nativismo y autoritarismo; así, sus propuestas en la dimensión cultural, relativas a la inmigración, la seguridad o la ilegalización de partidos, asociaciones y ONG que busquen acabar con la unidad de España, son adscritas a esta posición del espectro político.
Según Steven Forti, el recetario de propuestas de Vox está tamizado por una gruesa capa de ultranacionalismo español de matriz nacional católica y autoritaria, que se plasmaría en su reivindicación territorial en relación a Gibraltar, la reivindicación de la dictadura, la mano dura contra el independentismo, derogar la Ley de la Memoria Histórica y la centralización del Estado liquidando las autonomías.
Algunas de sus propuestas ponen la carne de gallina.
Vox, cuyo documento de 100 medidas se caracteriza por una presencia del ultranacionalismo, se distinguiría de otros partidos de derecha en un menor énfasis en términos comparativos de la inmigración, subordinando su oposición a esta en sus medidas a la unidad de España, y a una menor prevalencia de elementos que contrapongan el pueblo y la élite propios del populismo.
En este último punto se apunta a la conveniencia de no hacer énfasis en un mensaje antielitista por la dilatada trayectoria institucional de su líder Santiago Abascal.
De acuerdo con dicho ultranacionalismo vertebrador del ideario del partido es identificado por parte de este con una visión biológica de la patria, la España viva, y con una cultura de inspiración católica.
Saben de dónde proviene el nombre VOX?
Entre los años 1933 y 1945, el servicio de propaganda de la Alemania nazi editó en varios idiomas, entre ellos el español, una revista de propaganda fascista ilustrada que se llamaba VOX.
La revista pretendía, en tono desenfadado, difundir propaganda de la Alemania nazi para lavar su imagen y atacar a los enemigos de Hitler, que básicamente eran: El comunismo, Stalin; los judíos y los presidentes de Estados Unidos y Gran Bretaña, Roosevelt y Winston Churchill.
Sus páginas interiores eran escritas en varios idiomas de manera simultánea.
La edición corría a cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Alemania nazi, que tuvo como uno de sus máximos exponentes a Joachim von Ribbentrop, condenado a muerte en el juicio de Núremberg.
Por cierto, en los años 1941-1942, el embajador franquista en la Alemania nazi se llamaba Eugenio Espinosa de los Monteros.
¿Les suena por casualidad?
Homofobia
El partido Vox ha sido tachado como homófobo por múltiples asociaciones de defensa del colectivo LGTB, acusaciones que el partido ha negado en múltiples ocasiones.
En Vox no despreciamos a nadie por su tendencia sexual- Santiago Abasca
Sin embargo, miembros destacados del partido han hecho declaraciones que han sido señaladas como una contradicción con este punto.
Estas contradicciones fueron señaladas en la Asamblea de Madrid por el diputado Íñigo Errejón.
Algunas de estas citas incluyen:
En España hemos pasado de dar palizas a los homosexuales a que ahora impongan su ley.
Iván Espinosa de los Monteros. Diputado
¿Por qué los gays celebran tanto el día de San Valentín, si lo suyo no es amor, es solo vicio?
Juan Ernesto Pflüger. Director de Comunicación
Si mi hijo es homosexual, preferiría no tener nietos.
Gador Joya Verde. Diputada.
Según académicos
Si bien, lo describió en sus inicios (2014) como un Tea Party a la española,159 Xavier Casals observa una radicalización ideológica posterior que habría beneficiado al partido en confluencia con otros factores como su papel de acusación particular en el procedimiento judicial del procés, la polémica en torno a la exhumación del cadáver del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos, la recomposición interna del PP, y la dinámica de outbidding en la derecha española entre PP y Cs que ha introducido a la inmigración dentro del debate político.
Casals consideró al acto de Vistalegre de 2018 como un hito para la ultraderecha española, que no conseguía un nivel de convocatoria comparable desde los años de Fuerza Nueva.
Para Casals, Vox no sería un retorno del neofranquismo y sería homologable en algunos aspectos, como su situación a caballo entre el pasado y el presente, a la derecha populista europea.
Eva Anduiza cuestiona la existencia de un contenido fuertemente populista en Vox pues, aun iliberal, su discurso no apuntaría claramente ni al ataque a una élite bien diferenciada ni a la defensa de la primacía de la voluntad popular, incorporando sin embargo el maniqueísmo como única característica del populismo de forma sustancial.
Según Beatriz Acha, Vox, cuyo documento de 100 medidas se caracterizaría por una presencia transversal del ultranacionalismo, se distinguiría de otros partidos de ultraderecha en un menor énfasis en términos comparativos de la inmigración, subordinando su oposición a esta en sus medidas a la unidad de España, y a una menor prevalencia de elementos retóricos que contrapongan el pueblo y la élite propios del populismo (en este último punto Acha apunta tentativamente como posibles razones un alejamiento deliberado por parte del partido de un mensaje que podría resultar similar al de Podemos o a la conveniencia de no hacer énfasis en un mensaje antielitista por la dilatada trayectoria institucional de su líder Santiago Abascal).
De acuerdo con Casals, dicho ultranacionalismo vertebrador del ideario del partido es identificado por parte de este con una «visión biológica y palingenética de la patria», la «España viva», y con una cultura de inspiración católica.
Según Patricia Rodríguez Blanco de El País, Vox ha creado «un vocabulario propio que deforma el significado de las palabras para, según convenga, ridiculizar o exaltar la realidad a la que aluden», entre las que se encuentran "chiringuito", PIN parental, violencia intrafamiliar, "feminismo supremacista", "Reconquista", "dictadura progre", "dictadura de género", "lobby gay" o "Frente Popular".
Las razones del ascenso de Vox a partir de 2018
Durante las dos primeras décadas del siglo XXI, mientras en Europa crecían los partidos de extrema derecha, España constituyó una excepción lo que se atribuyó fundamentalmente a que perduraba el recuerdo de la ultraderechista dictadura franquista.
Pero entre diciembre de 2018 y abril de 2019 España se equiparó al resto de países europeos con la irrupción del partido de ultraderecha Vox en el Parlamento de Andalucía, primero, con 12 diputados, y en el Congreso de Diputados, después, con 24 escaños (10,2% de los votos), que dobló en las elecciones generales de España de noviembre de 2019 cuando consiguió 52 diputados (15,09 % de los votos).
Según Cas Mudde los factores que explicarían el crecimiento de Vox serían fundamentalmente cuatro, con especial incidencia del último: el hecho de que en la segunda década del siglo XXI una mayoría de electores ya no había vivido la dictadura franquista; la apertura de un amplio espacio para los temas socioculturales, campo abonado para los populismos de derechas, como consecuencia de la crisis económica española (2008-2014); la gestión de la crisis por el gobierno de Mariano Rajoy y los casos de corrupción del PP que minaron la confianza en este partido entre muchos votantes de derechas; y, sobre todo, el desafío secesionista en Cataluña que, según Cas Mudde, generó «la tormenta perfecta que propició el gran avance de Vox».
Según Mudde hay que considerar un quinto factor que explicaría por qué fue Vox el que creció espectacularmente y no otros grupos de extrema derecha.
La razón, según Mudde, es que «Vox ofrece un “producto” ultraderechista diferente del que ofrecían los grupúsculos que lo precedieron» en el sentido de que «ni la dirección ni la ideología del partido están directamente manchadas por el fascismo ni por el régimen franquista, aun cuando sí propugnen una visión revisionista de este último».
Así, Vox no es una versión más o menos moderada del neofascismo como lo habían sido la mayoría de los partidos de extrema derecha en España, sino que es una escisión radical (y nativista) del PP por lo que se encuadraría dentro de los partidos de derecha radical populista que en Europa y en otras partes han experimentado un gran auge en las últimas décadas.
Además Mudde destaca que Vox ha conseguido «llegar al poder político» en solo un año (condicionando los gobiernos de Andalucía y de otras comunidades autónomas, como la de Madrid), lo que «la mayoría de los partidos ultraderechistas tardan décadas en conseguir desde que cosechan sus primeros éxitos electorales».
Una síntesis ideológica innovadora
Bajo el liderazgo de Abascal, Vox radicalizó su discurso y participó en los comicios andaluces de marzo del mismo año 2015 con componentes islamófobos. Su mal resultado (0,4%) se repitió en las elecciones legislativas de 2015 y 2016 (0,2% en ambos casos).
Esta tendencia no cambió hasta el 2-D de 2018, y para entonces su ideología era muy distinta a la de sus inicios. Y es que Vox había configurado una síntesis ideológica nueva sustentada en cuatro pilares.
Uno lo conformarían cuestiones que el PP abordó y no incorporó a su agenda, como el rechazo al aborto y a leyes como las de la memoria histórica o el matrimonio homosexual, así como a propuestas de devolución de competencias autonómicas.
Otro pilar serían cuestiones tradicionales de la derecha radical o la ultraderecha, como la oposición al independentismo o la reivindicación de la españolidad de Gibraltar.
Un tercer pilar comprendería banderas de la ultraderecha europea, como la denuncia de las supuestas amenazas de la expansión del islam, el rechazo a la inmigración ilegal o el euroescepticismo de los países del llamado Grupo de Visegrado (compuesto por los países excomunistas Eslovaquia, Hungría, Polonia y República Checa).
Un cuarto pilar lo configurarían elementos trumpistas, como la consigna de Vox “Hacer España grande otra vez” o su propuesta de erigir un muro fronterizo en Ceuta y Melilla.
Vox se sitúa así en una zona de frontera entre el PP y el espacio existente a su derecha, a la vez que puede homologarse a la nueva ultraderecha occidental con rasgos propios.
Un partido de redes
Vox solo ha generado oficialmente tres libros de entrevistas.[1] De ese modo, su ideario lo conforman sus programas electorales y las declaraciones de sus dirigentes. Esta cuestión es esencial porque Vox se estructura de forma vertical y centralizada, de modo que su cúpula controla el partido sin fisuras.
Como su ideario no ha sido desarrollado hasta ahora en ensayos ni posee un panel de intelectuales propios o afines que lo teorice para dotarlo de cierta densidad, se puede reducir con comodidad a una serie de ideas fuerza fáciles de adaptar a las redes sociales. Estas son el canal esencial de difusión de su discurso.
En este sentido, Vox es el partido líder en Instagram (584.800) seguidores, aunque Abascal tiene 728.600) y también es el partido con más seguidores en YouTube (357.000).
En cambio su presencia en Twitter (421.000) es menor respecto al resto de partidos.[2]
Asimismo, en febrero de este año abrió cuentas en TikTok y, de modo significativo, en Gab (red similar a Twitter que fomentó la ultraderecha estadounidense por ser libre de censura).
Vox puede moverse en ellas con gran agilidad y plantear con eficacia sus “guerras culturales” sobre el feminismo, la violencia de género (“violencia intrafamiliar”) o la censura paterna (“pin parental”).
Despliega así su ideario por vías políticamente rentables y evita depender de los medios de comunicación para llegar sin filtros a sus seguidores e interactuar con ellos.
En definitiva, la combinación de una organización vertical, una teorización ideológica escasa y una elevada penetración en las redes han hecho que el discurso de Vox se caracterice por su flexibilidad, agilidad y significativa capilaridad social.
Una red de aliados en definición
Esta plasmación progresiva del ideario de Vox se puso también de manifiesto cuando el partido no concretó su red de partidos europeos afines hasta que se adscribió al grupo de Conservadores y Reformistas Europeos de Estrasburgo y no al de Identidad y Democracia, liderado por la Liga italiana y al que pertenece el Reagrupamiento Nacional que dirige Marine Le Pen.
La elección de grupo parlamentario europeo de Vox no fue un gesto menor, pues este lo distancia del lepenismo, cuando esta fuerza ha sido el faro de la ultraderecha española desde que, en los comicios europeos de 1984, el Frront National de Jean-Marie Le Pen captara el 11% del voto.
En cambio, Vox parece tener como referente primordial al ultracatólico Partido de la Ley y Justicia (PiS) que gobierna Polonia.
Incluso este febrero adoptó la medida estelar del PiS: una subvención estatal mensual de 100 euros por hijo hasta los 18 años.
Esta decisión distanció a Vox de sus planteamientos neoliberales, ya que otorgar este subsidio requeriría entre 9.600 y 8.000 millones anuales de euros, lo que choca con su afán de rebajar impuestos.
Asimismo, Vox es pro-Trump (un 45% de su electorado simpatizaría con este presidente) y pro-Israel, cuando la extrema derecha española precedente había sido en gran medida antiestadounidense y antisionista.
Vox, pues, teje su red de fuerzas afines sobre la marcha y con alguna sorpresa, como su encontronazo con Basta, el partido de ultraderecha portugués que logró un escaño en 2019.
Vox podría haberse acercado a él para configurar un eje ideológico peninsular, pero optó por hacer lo contrario.
Así, el pasado enero Vox difundió un mapa de España que incluía a Portugal que indignó al líder de Basta, André Ventura (que previamente había felicitado a Vox por su éxito el 10-N).
El episodio reflejó cómo Vox puede asumir el iberismo como tema súbitamente e introducirlo en el debate público al mismo tiempo que define su red europea de aliados y enemigos.
https://diario16.com/una-pequena-historia-resumida-de-vox/
https://es.wikipedia.org/wiki/Vox_(partido_pol%C3%ADtico)#Homofobia