VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

Nicaragua: Patriotismo y Patriotadas


En septiembre traemos a la mente muchas fechas que conmemorar que por supuesto exaltan nuestra nicaraguanidad. Todas y cada una de ellas las hemos, y continuamos, exaltándolas, pero no perdamos de vista que septiembre es solo el mes de la patria, pero que la patria está para nosotros todos los días.

No perdamos de vista jamás que la patria siempre nos será infinita para las actuales y venideras generaciones en la medida que la sepamos defender y tengamos esta Nicaragua bendita por Dios y cuando hablo de defenderla me refiero a hacerlo de sus hijastros, de esos bárbaros patrioteros que desde lo más profundo de sus resentimientos son traidores que se ofrecen para que el ajeno, el extranjero nos avasalle, robe lo que nos pertenece a fin que la mayoría sea sojuzgada por una minoría bastarda que nacieron equivocadamente aquí, porque en realidad debieron hacerlo en Estados Unidos, país por el que verdaderamente respiran y de ahí que esos hablen, piensen, vivan y reaccionen en ingles y no sepan nada de la campechanía que nos caracteriza a los que orgullosamente nos confesamos como indios nacidos del maíz.

En este mes de la patria los días grandes que conmemoramos son el 15 de septiembre, que marca el bicentenario de nuestra independencia cuando en aquel 1821, los pretendidos súbditos de la colonia española, deciden fundarse como naciones e ir hacia la conquista de su propia determinación en beneficio de un futuro soberano desde el cual modelar su propia identidad republicana.

En este mes de septiembre conmemoramos jubilosamente también el 165 aniversario de la Batalla de San Jacinto que fue el tiro de gracia al corazón del filibustero en la mañana del domingo del 14 de septiembre de 1856 cuando una mezcla de factores convirtió en inmortales de la historia a los 160 efectivos, entre ellos 60 flecheros, que componían el hidalgo cuerpo de patriotas que representaban al Ejército del Septentrión comandado por el General José Dolores Estrada para vencer a los 300 filibusteros que bajo las órdenes de Byron Cole servían al proyecto esclavista de William Walker.

En realidad, septiembre es solo el mes de la patria, pero la patria es todo el año, es de todos los días y nosotros los nicaragüenses estamos llenos de muchas fechas simbólicas y heroicas que determinan y sustentan el orgullo y la razón de nuestra nacionalidad.

Es triste reconocer en ese sentido que nuestra independencia en todo momento esté siendo empañada por los traidores y vende patria, por la politiquería barata de quienes como patrioteros se la pasaron buscando cómo empañar estas fechas falseando para llevar agua hacia un interés mezquino que se distingue cuando estos malos nicaragüenses, mal nacidos aquí, se la pasaron en los medios de desinformación que financian, maldiciendo todo lo bueno que tenemos, pero sin hacer una sola propuesta de bondad para un pueblo que está harto de sus mentiras.

En Nicaragua hay una revolución en marcha que determinó desarrollarse en paz, que tiene por propósito cambiar la actitud de odio y violencia por la cual desde nuestra independencia hemos transitado la historia en medio de revueltas y contra revueltas que ningún beneficio hicieron al país y eso está pasando con el cambio y la forma de ver las cosas a través de una tolerancia y de una reconciliación que es dolorosa, que a veces es difícil de comprender, porque la hombría y la valentía ya no es cómo antes que se resolvían a balazos porque eso lo hace cualquiera, pero lo que no todo el mundo hace es aguantar, resistir, perseverar y responder a cada insulto, a cada embestida, a cada ofensa y agresión con nobleza y paciencia porque para aquellos que se han convertido en una pesadilla en Nicaragua, tal y como es el oposicionismo que representan las miserias humanas, lo que deberían saber es que responder con su misma moneda es lo más fácil y lo más rápido y que si así se hiciera seguramente ninguno de ellos contaría el cuento.

Suena duro decirlo así pero los que politiqueramente hablan de patria, de libertad y democracia son en realidad un espejo en el que no debemos vernos porque son la negación de los valores que el nicaragüense quiere para sí porque anhela a sus hijos crecer en una verdadera nación que construya y edifique y no por el contrario que habite en ella el odio, el rencor, el resentimiento, el crimen, la estafa, la defraudación y ese ímpetu irrefrenable de arrebatar el poder para hacerse del erario público para robarlo y asaltarlo como premio por destruir un país que solo existe por la voluntad de los invencibles, de los que jamás se rinden y de los que nunca renunciaremos a ser nicaragüenses de verdad.

Aquí hay quienes utilizan el patriotismo como una careta para fingir que aman al país, pero cuando se la quitan o ponen a conveniencia y quedan al desnudo como los obispos que no lo son, como los empresarios que nunca fueron, como los universitarios que no estudiaron, como los representantes de la sociedad civil que jamás fueron electos, como los intelectuales que jamás pensaron, como los politiqueros que no saben ni como se llaman, entonces uno se da cuanta fácilmente lo mezquino e inescrupulosos que son estos individuos que al final solo son patrioteros de a montón, de esos que jamás imaginaron que a Nicaragua llegaría el imperio de la ley.

La Real Academia Española define “patriotero” como un adjetivo utilizado para quien alardea excesiva e inoportunamente de su patriotismo y es una forma clara y contundente para ironizar a los falsos patriotas, que pretenden enmascarar como algo bueno lo malo y lo malo en bueno. Por el contrario, el concepto de patriota se aplica a las personas que tiene amor por su país y procura el bien común, en todos los ámbitos de la vida nacional y se enorgullece por lo que hace con la convicción de santificar con sus actitudes la tierra que los vio nacer.

Se equivocan aquellos que creen que ser patriota es simplemente alzar la bandera, colgarla en su casa únicamente en algunos días del mes de septiembre, ponerse una camiseta que diga Nicaragua y muestre los símbolos patrios, que es correr con una antorcha o gritar vivas por él país porque aquí también hay ignorantes y vulgares que ni el himno se saben, que cuando lo escuchan siguen el camino de las mulas y no se detienen en señal de respeto o que ponen la bandera de Nicaragua al revés, la usan de mantel o se la pasan por él trasero.

El patriotero culpa al gobierno de todas las desgracias del país, pero no está dispuesto a asumir su propia responsabilidad. El patriota sin embargo sabe que el cambio empieza por él mismo porque ama a Nicaragua, sabe que es parte de la solución a los problemas y toma conciencia de ellos no solo de la boca al labio, sino con acciones sostenidas y perseverantes que evidencian un deseo de engrandecer integralmente a la nación.

El patriota trabaja y no roba, no es oportunista, tiene la frente en alto se enorgullece de sus valores, no tiene nada porque avergonzarse, es el oro que puede brillar por mucho lodo que la perversidad y la envidia le quieran tirar. Sin embargo, el patriotero quiere solo el dinero fácil, el que no demanda sacrificios ni cuesta nada y lo pretende a costa de lo que sea, pasando por encima de cualquiera y hace transas con el enemigo y con el que financia sicariatos para asesinar al país.

El patriota educa y enseña al que no sabe, es el que construye escuelas, es el que forma valores, es el que estimula el amor por la patria, pero el patriotero se aprovecha de la ignorancia de los demás para explotar al ser humano, para arrebatarle la vida y la dignidad en su propio beneficio actitud cobarde sobre la que siempre alardea.

El patriota trabaja con excelencia y de buen modo, es un ciudadano que vive para servir, es el que está para los que lo necesitan porque sabe que la suma de todos hace la diferencia, pero el patriotero no da ni sal para un jocote, es de los que siempre llega tarde y de los primeros en irse temprano rumbo a la cantina y es mediocre en el desempeño de lo poco o nada que hace y aun así cree merecer medallas y hasta exigir medallas.

El patriota ama y protege a su familia, tiene como centro de su existencia a su esposa y a sus hijos, no hace nada que ponga en peligro la estabilidad de su hogar como núcleo social, pero el patriotero vive la vida loca, para ser el centro de atención del mundo dislocado que habita desde donde gobierna la envidia y el odio que genera ese resentimiento que conspira contra la paz y felicidad de los demás.

El patriota es respetuoso del tiempo de sus conciudadanos porque sabe que es importante para él, para su familia y para el país sobre todo cuando la nación ha perdido a lo largo de su historia mucho de el por contradicciones absurdas que fueron generadas por esos patrioteros que siempre llegaron tarde, frescos y siempre con una buena excusa para justificar los descalabros hechos por ellos mismos.

El patriota es cortés y educado en el hogar, con los amigos, en el trabajo, en la reunión social, en el tráfico vehicular y en toda relación pública o privada; pero el patriotero es vulgar, ordinario, insulta a quien tiene la razón y se convierte en un animal salvaje capaz de ejecutar cualquier acto deleznable contra la dignidad humana.

El patriota se preocupa conscientemente por el necesitado de su país y aborrece la pobreza extrema y la miseria que impone el capitalismo salvaje, es él que tiene conciencia social de lo que sucede a su alrededor y contribuye a aliviar el dolor ajeno y nunca ha infringirlo; el patriotero por el contrario vive en una cuartería promiscua donde el inframundo pretende ser una pandemia asesina que quiere acabar con el alto valor espiritual de los demás y si él está bien le importa un bledo lo que sufran o pasen los demás y jamás extenderá la mano aun necesitado, a menos que sea para hacer un buen show de caridad y exhibirse como una persona buena y caritativa aunque ante los ojos de los demás haga el ridículo porque de todas formas la maldad y la mentira no se ocultan y menos que se disimulen.

El patriota se preocupa por la vida del ser humano, por el medio ambiente por la integridad y dignidad del ser humano, es quien recicla y cuida los recursos naturales, es el que no quema las instituciones públicas, es quien no incendia ni destruye ambulancias, es quien no tortura y no quema viva a ninguna persona, pero el patriotero se las pasa tirando la basura que carga como piltrafa nauseabunda sobre los demás y contamina la atmósfera de estabilidad y seguridad que procuramos y nunca piensa en el futuro de las nuevas generaciones porque el vicio del egoísmo lo posee.

Podría seguir haciendo más extensa esta sábana de diferencias entre los patriotas y los patrioteros, pero al final la pregunta obligada que me hago es: ¿En qué grupo está usted? Yo estoy en el de los patriotas y no quiero explicar ahora mismo por qué pues me faltaría tiempo, pero si esta no es su realidad y si usted perteneciera al grupo de los patrioteros le pregunto: ¿Estaría dispuesto a cambiar su actitud por amor a Nicaragua?

¡Piénselo! El país, sus ciudadanos y las conveniencias nacionales se lo exigen.

Por: Moisés Absalón Pastora

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