El espionaje global a través de la tecnología que hoy usamos y necesitamos para estar interconectados en nuestra cotidianidad se ha convertido en toda una preocupación real.
Ya no es noticia que gobiernos, compañías, marcas de renombre o usuarios comunes usen el universo de la red para vulnerar y conocer la información más privada de su objetivo, pero lo que si aún genera estupor es la frecuencia con la que este tipo de delitos está aconteciendo, sin poder ser regulado o contenido de alguna manera antes de que ocurra.
El Proyecto Pegasus es el nombre del más reciente software espía, que llegó a revelar desde la infidelidad del hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, tras hackear su móvil y hasta se metió en el teléfono del presidente del Parlament catalán en 2020, Roger Torrent.
Pero lo más delicado no está en el nombre de estas personalidades, sino en que sea un software espía comprado por gobiernos de diversos países del mundo, y que además haya sido operado para espiar a periodistas, activistas pro DD.HH. y sectores adversos políticamente hablando a esos gobiernos que se han valido de esta tecnología israelí.
Quizás tampoco sorprenda a estas alturas que administraciones ejecutivas recurran a este tipo de delitos.
Ya en el pasado el exagente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) de EE.UU. Edward Snowden había revelado un gran programa de espionaje masivo por parte de su país, a naciones, incluso aliadas, y a su población, en general.
Lo cierto es que una vez más queda al descubierto que, si los datos más personales y privados de gobiernos, presidentes, periodistas y organizaciones no están seguros en Internet, ni en ninguna red social ni en sus ordenadores o móviles, mucho menos la información cualquier usuario fuera de esos sectores de poder.
Ahora el israelí NSO Group, creador de Pegasus, se defiende de la información difundida por Amnistía Internacional (AI) y la agrupación de medios Forbidden Stories.
La compañía alega que el software “fue diseñado para perseguir a criminales y terroristas” y está restringido a un número limitado de Gobiernos y agencias gubernamentales.
Sin embargo, los antecedentes de la empresa no contribuyen mucho a su argumento, porque ya había sido señalada en anteriores ocasiones por vender el software espía a países con déficit democrático; algunos diputados israelíes intentaron en 2016 prohibir legalmente los permisos de exportación para el grupo NSO, y en 2019, Pegasus fue acusado de facilitar el espionaje a 1400 personas, aprovechando una vulnerabilidad de la app WhatsApp para infiltrarse en los teléfonos.
¿Quién nos garantiza el derecho a estar seguros en la red hoy en día? ¿Quién garantiza que información sensible de gobiernos y sectores esté realmente protegida?
En esta edición de Detrás de la Razón, por HispanTV, analizamos, junto a nuestros expertos en la materia, las incidencias del espionaje global y la responsabilidad en este caso de Pegasus y sus creadores.
Por Danny Pérez Díaz IG: @Dannyperezdiaztv