Fue un incendio a medias, conste, pues el edificio se quemó en una pequeña parte.
No fue reducido a cenizas como muy seguramente deseaba el pueblo de Guatemala, dado los continuos desaguisados que allí han acontecido por décadas y que ha llevado a la impaciencia, cuando no a la ira, a la mayoría del pueblo de Guatemala.
Capas medias y sectores populares coinciden en tiempo y espacio para reclamar juntos la reivindicación por la libertad, la democracia y la justicia.
En esta lucha donde los sectores concurrentes son tan diversos social, política e ideológicamente, lo que menos podemos esperar es la homogeneidad, es decir, un mismo pensamiento o línea política, porque las oenegés, por ejemplo, que reciben el financiamiento de los supuestos pacifistas como George Soros o de los países escandinavos tienen una recomendación inevitable: nada de hechos violentos como en Chile, Perú, Ecuador y Bolivia.
Nada de apañar propuestas violentas porque el dinerito se termina. De allí la razón de que el “pacifismo”, o sea las manifestaciones pacíficas, sean la propuesta o recomendación que se les da a los allegados a esas instituciones. ¿Cómo quieren Soros y los escandinavos que prevalezca la tranquilidad en uno de los países más violentos de América Latina y con más injusticia social?
Quizá no sean explícitos los donantes, pero lo dan entender.
De allí que los modelos a seguir y con capacidad de decantación histórica de los manifestantes chilenos, peruanos, ecuatorianos y bolivianos no son dignos ni recomendables de imitarse. Hay que seguir haciendo lo mismo, entendiendo que estos fines de semana no son realmente de lucha sino de entretenimiento, de relajación de tensiones, dándole con fruición a los tambores, vuvuzelas y bailando. Ese tipo de manifestación está agotada. Podrá haber cientos de este tipo de manifestaciones en los tres años que le quedan a este mediocre mandatario y no le harán mella en su poder ni un milímetro.
Otra cosa será cuando se tocan de manera directa los intereses reales como la representación del Congreso, cuyo edificio de piedra y madera es una hermosa arquitectura, no cabe la menor duda; pero en su interior las fuerzas oscuras que destruyen a Guatemala encontraron su asiento. Es el recinto de la perversión, de la ignorancia, de la destrucción y del atropello. Allí sientan sus reales las peores personas de Guatemala que se sienten como príncipes en este país de mendigos.
El incendio del Congreso de Guatemala dio lugar a muchas ideas sobre conspiraciones delirantes, unas verdaderamente locas y disparatadas. La que dice que no fueron las fuerzas avanzadas del movimiento popular los ejecutores de estos hechos, sino elementos infiltrados de la Policía Nacional Civil o la SAAS (Secretaría de Asuntos y Seguridad).
Si fueron las fuerzas avanzadas o radicalizadas del movimiento popular esto quiere decir que ya no estamos en el mismo escenario ni con los mismos protagonistas de los eventos del 2015 contra el gobierno de Otto Pérez Molina, donde no se dieron hechos violentos y no existía la convicción del uso de la fuerza o violencia, como gustan de calificarla los sectores conservadores.
La violencia la ejercieron las fuerzas de seguridad con los cientos de personas lastimadas y con dos jóvenes que les hicieron explotar los ojos con las balas de goma. Eso sí es violencia.
Entonces, si fueron las fuerzas avanzadas del movimiento popular ¿por qué razón no utilizaron los tres bidones de gasolina que habían a la par de los seis extintores? Por una sencilla razón, porque los bidones estaban repletos de agua no de líquidos inflamables.
De ser así, los gases que expelen las gasolinas hubieran entrado en simpatía con el calor del incendio y sí ahora hubieran explotado como tremendas bombas incendiarias y hubiera dejado en ruinas, en literales cenizas, el edificio. Los conspiradores estaban dentro y vieron indudablemente los bidones pero no les servían para el caso.
¿El por qué nadie o al menos no tantas fuerzas de seguridad resguardaban el edificio del Congreso? Había unos cuantos policías, seguramente, pero el Congreso tiene su propia guardia de seguridad que nada tiene que hacer dando seguridad fuera del recinto parlamentario. Hubo fallas en la seguridad del edificio parlamentario pero están son imputables, una más, del sinnúmero de fallas de todos los funcionarios de este gobierno mediocre.
Un análisis que se aproxime a la realidad requiere mucho de sentido común, y no las locuras analíticas de Mario Roberto Morales, desorientador oficial de los Codeca y MLP que brillan por su ausencia en el actual movimiento popular. Son otros que igual a las oenegés “pacifistas” tienen uncidos los donantes internacionales: nada de pleito se quedan sin sus centavos.
Los Codeca y los del MLP son dos alegres compadres que no han despertado de su borrachera electoral, que sus votos son los votos prestados de Telma Aldana, de Semilla, y que gracias a su asesor estrella que va por la candidatura presidencial, terminarán con tremenda resaca en el último lugar.
En el fondo, negar, las acciones de las fuerzas avanzadas del movimiento popular llevan un mensaje explícito: desvirtuar la radicalización de amplios sectores de la sociedad guatemalteca que ven el camino chileno, peruano, boliviano y ecuatoriano también como su vía para construir la democracia, que no es íntegramente una lucha de clases en su máxima expresión (la fuerza) aunque si es el preludio de que suenan los pasos de un sonido sordo de un animal grande.
Siempre, en cualquier tipo análisis social y principalmente político hay qué hacerse una pregunta de rigor: ¿quién gana y quién pierde por determinada acción? ¿Se va a frustrar la movilización social con decir que no fueron los sectores avanzados del movimiento social los autores del incendio?
¿Es la estratagema maquiavélica del gobierno para reprimir cualquier avance real del movimiento social ante la emulación de las luchas de América del Sur? Son interrogantes que el tiempo, más temprano que tarde, dará la respuesta justa. Por el momento todo se mueve en el terreno de la especulación y de la aproximación a la realidad.
Los tiempos de las construcciones democráticas ha llegado señores conservadores y hoy, podrían pararse las cosas, pero las insurrecciones de todos los pueblos irredentos de América Latina están a la vuelta de la esquina.
Luciano Castro Barillas
Publicado por La Cuna del Sol