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Guatemala, un país secuestrado por todos


Guatemala es un Estado y una Nación secuestrada, por acciones económicas, financieras, militares y de mala política. Pero el peor de los secuestros es el mental. Todo el pueblo de Guatemala se ha derechizado.

Hay una palabreja puesta de moda por los “tanques de pensamiento” (¡vaya frasecita!) y que perturba el lenguaje y el entendimiento: cooptación. La palabra existe en el idioma español pero está mal empleada pues, cooptar, es elegir a una persona para ser miembro de una sociedad o gremio. 

En Guatemala se emplea como secuestrar, palabra que no solo se refiere a personas si no a bienes o documentos a la hora de una acción judicial. 

Lo que sucede es que la velocidad y amplitud de difusión de una palabra la hace que se vuelva pandémica y termina contaminando a todos los países donde se habla el idioma de Cervantes. 

La Real Academia, esa especie de policía global de la lengua española pero ahora dicen que ya no es así, no interviene donde debiera de hacerlo y deja el uso del lenguaje a como le venga en gana a cualquier usuario. 

Diríamos que, al final, todo mundo escribirá o hablará como le gusta sin importar reglas o la existencia de una gramática, gracias al democraticismo interno de los académicos de la lengua española quienes no contribuyen a su esplendor, ni a la limpieza de las aberraciones idiomáticas y en consecuencia no fija nada. 

Hace, sí, en efecto, fragoso camino a la oscuridad idiomática, al mal uso del lenguaje, al desencanto de una lengua hermosa al vulgarizar en buena medida sin los equivalentes novísimos, cuyos neologismos vienen en abundancia de la lengua inglesa, sobre todo en ciencia y tecnología. 

Han de saber, queridos lectores, que el lema de la Real Academia Española expresa lo siguiente: “Limpia, fija y da esplendor”.

En los tiempos que transcurren no solo el idioma está secuestrado. Están secuestradas las naciones por las respectivas oligarquías económicas y financieras internacionales, o sea por el neocolonialismo. Guatemala no es la excepción. Tiene una de las oligarquías más brutales de América Latina, solo precedida o igual a la de Colombia. 

En las recientes y malhadadas protestas de los guatemaltecos que, para variar siempre quedan en nada, sí hubo algo muy pedagógico, a nivel de las paredes y calles como aulas, como espacio para la educación y la protesta: Dijeron los muchachos: “No hay futuro con el Cacif”. 

Y es una gloriosa verdad escrita como grafiti. No es la dictadura militar de hace 66 años, ni los políticos corruptos los que tienen sumidos en la pobreza al 85% de los guatemaltecos. Es su modelo socioeconómico, mismo que no cubre las necesidades básicas de la gran mayoría de familias. Es decir, aquí no se llega al mínimo vital. Por eso tantos niños, madres, adultos y ancianos famélicos.

Son tan mediocres los administradores del Estado Guatemalteco que no han podido en 20 años del surgimiento de programas contra la Desnutrición Infantil que ni uno solo, en los sucesivos gobiernos, ha podido ser llevado a un buen término. 

Todos los abandonan a medio período de gobierno. El Estado Guatemalteco también está secuestrado por el ejército, quien resguarda todos los intereses de los empresarios a quienes bien les sirve, por eso como gremio son compensados anualmente con generosas asignaciones en el presupuesto de defensa y no digamos los otros secuestradores, los politicastros, que aquí en Guatemala les llamamos politiqueros. 

Ese último fonema, eros, se emplea en Guatemala despectivamente, por ejemplo: mareros, puteros, rateros, cocheros y, en fin, y últimamente a todas las personas identificadas con el pensamiento empresarial han dado por llamarlos caciferos y claro, por antonomasia, politiqueros.

Todos estos secuestradores tienen colapsado al país, secuestrado. Por acciones económicas, financieras, militares y de mala política. Pero el peor de los secuestros es el mental. Todo el pueblo de Guatemala se ha derechizado. Ha cobrado fuerza instrumental la creencia que solo la acción empresarial no la acción política transformadora puede hacer diferente a la sociedad guatemalteca. 

Por eso es tan grande la economía informal, pues ese 85% de pobres de Guatemala tienen mentalidad empresarial que van de los microempresarios (un vendedor de chicles o un vendedor de mandarinas en su carretilla), pasando por los medianos empresarios. 

Todos los guatemaltecos deben dinero y sale adelante como “empresario” y se vuelve hombre de negocios exitoso, en tanto y cuando se vincule al narcotráfico, al secuestro para pedir rescate o a la extorsión.

Ese es el mayor daño que ha hecho el Cacif a nuestro país; crear generaciones de idiotas que creen en el libre mercado y las bondades de su magia, de esas fuerzas invisibles que regulan la economía y nos hará dichosos, aunque no dicen cuándo, porque este país está cada día peor. Está secuestrado en todos los ámbitos de la vida social. 

Y no se ve futuro, porque ahora, hace apenas unas décadas, estamos también secuestrados por el dinero de George Soros y los países escandinavos que insisten en que protestemos, claro está, pero nada de violencia. Nada de imitar a las movilizaciones del pueblo chileno, boliviano, ecuatoriano, peruano y colombiano. Nada de eso porque se acaba la platita. Guatemala es un Estado y una Nación secuestrada.

Luciano Castro Barillas

Escritor y analista político

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