Pablo Gonzalez

Nicaragua: Unos a la bulla…


Cuando al fin los vientos disiparon el hedor a pólvora y cadáveres de la II Guerra Mundial, el mundo encontró en el podio de gran vencedor de la contienda y nueva Potencia unipolar indiscutible, ni más ni menos que a los Estados Unidos. Los países vencedores y perdedores de Europa y Asia, sufrieron el colapso de su infraestructura económica, de sus sistemas financieros, la ruina de su base industrial, el daño severo a sus reservas naturales y recursos humanos.


Inclusive, la URSS (indiscutible vencedor de la maquinaria bélica nazi) yacía en escombros y aunque condenada a décadas de reconstrucción, restauró su potencial industrial en dos quinquenios.

Los gringos, lejos de los escenarios de batalla, salieron ilesos del conflicto e inmediatamente capitalizaron “su” victoria y empezaron a construir un intrincado sistema de alianzas políticas y económicas, agrupando bajo su égida a la mayoría de los países y territorios del mundo en organizaciones de carácter mundial o regional mediante tratados y acuerdos militares o de “cooperación” económica y social. 

Todo en aras de clonar su “valores democráticos” liberales e implantar la filosofía del “libre” mercado.

La Organización de Estados Americanos fue la primera de estas Organizaciones multilaterales. Un verdadero Frankestein político hecho con retazos del liberalismo empresarial, tiras del conservadurismo político cavernario, pintado con colores de la Democracia burguesa, la Cultura del consumismo y la Libertad del Sistema, pero rellenado de anticomunismo, neo-colonialismo y coronado por una cabeza sin cerebro, gobernada a control remoto.

Un engendro que por más de medio siglo sirvió fiel y eficientemente a los intereses de su creador, pero que luego de esas décadas de obediencia y pocos sobresaltos, entró en obsolescencia, en pausa por desuso e inutilidad, tanto para los agremiados, como para su chele creador y amo.

Casi dos décadas de tranquilidad, iniciada luego de la implosión del “Socialismo real” en el Este de Europa, aunado al cómodo dominio político y económico gringo sobre sus antiguos competidores y al control sobre las principales zonas de conflicto en el mundo, desembocaron en un umbral de confort, un periodo de política directa, que hacia innecesarios a intermediarios u operadores para los Estados Unidos. 

Sin embargo, la integración de los procesos políticos, gestionada durante las décadas previas por los yanquis, trajo algunos inconvenientes para un sistema basado en la impunidad del más grande Imperio que la Humanidad haya sufrido.

La globalización y " evolución" de algunos conceptos jurídicos tales como la observancia de los derechos humanos, la persecución, penalización y castigo por su transgresión, tanto de individuos, como de los Estados. 

Aunque gustoso de aplicar tal “jurisprudencia global” (como un mazo supra-nacional) a sus enemigos, los gringos reaccionaron iracundos ante la posibilidad de que este “novedoso imperio de la ley” pudiera llegar a tener jurisdicción sobre los Estados Unidos y sus ciudadanos: Es bueno para el Sistema una legislación post-moderna que se situé por sobre las Constituciones políticas de los Estados y vulnere los “obsoletos” principios básicos del Derecho Internacional como son la Soberanía y autodeterminación. Pero no para ser usada contra el que manda. 

Ante esta posibilidad y entendiendo que los principales impulsadores, vectores y " administradores" de tales cambios en el ordenamiento jurídico internacional, son los Organismos multilaterales y las distintas instancias y comisiones de derechos humanos, los gringos reducen la mayor parte de los presupuestos de financiamientos para este rubro a nivel mundial e inician la retirada de cualquier tratado que “lesione su propia Constitución”. Aunque no renuncia a seguir controlando y usando a tales Organismos.

Algunos gobiernos latinoamericanos de Derecha, ante el notable protagonismo de los gobiernos progresistas de la época en el seno de la OEA, encabezados por la Venezuela del Comandante Hugo Chávez, decidieron pausar su aporte financiero a la Organización. Por primera vez los pueblos, a lo interno de la antigua “Secretaria de Colonias gringa” tuvieron mayoría real y eligieron a dos Secretarios Generales consecutivamente. Lastimosamente uno de ellos fue Almagro.

A su vez, algunos países dentro y fuera del Bloque del Alba, conformado en su mayoría por un nutrido grupo de países caribeños y centroamericanos de economías nacionales pequeñas, no incrementaron sus aportes. 

Un último elemento atentatorio contra la sobrevivencia del monstruo inútil, lo conformó la masiva retirada de colaboración financiera de la Unión Europea, que decidió priorizar sus presupuestos de colaboración a los problemas de inmigración masiva desde el Norte de África hacia el antiguo Continente. 

Una tormenta perfecta que llegó a reducir hasta en un cuarenta por ciento los ingresos de la OEA, incluyendo a los de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que aunque independiente en el organigrama, depende del mismo presupuesto general.

¿Qué ocasionó entonces el drástico cambio en la consideración de los Estados Unidos, para que la OEA esté recuperando, aparentemente, su antigua importancia en los planes y acciones del Imperio en América Latina? 

Otra vuelta de tuerca de la Historia da como resultado el declive de la otrora indiscutible Potencia unipolar frente a nuevos jugadores, como China y Rusia, que apuran el paso en la competencia por la supremacía mundial, llevando el reto a todos los campos. El antiguo hegemón, es obligado a un replanteamiento de su política exterior, su política de alianzas y la re-asignación de roles y tareas a sus antiguas criaturas, las Organizaciones multilaterales. Quizá su última asignación.

El Imperialismo necesita frenar su propio declive e implementa a escala global una estrategia agresiva que combina elementos clásicos (como la confrontación bélica directa en las zonas de importancia geoestratégica, la revocación de tratados de limitación de armas de exterminio masivo, reanudación de la carrera armamentista, el acercamiento hostil de tropas a los bordes fronterizos de sus competidores, guerra electrónica de quinta generación, etc.), pero en mayor medida, acciones “novedosas” como las amenazas del uso de fuerza, sanciones y bloqueos económicos y tecnológicos, golpes suaves a través de “revoluciones pacíficas” y uso de artimañas judiciales, inclusive el uso de nuevas tecnologías para asesinar a distancia o implantar enfermedades letales, que al final posibiliten cambios de gobiernos desafectos. 

En los primeros veinte años del tercer milenio, una ola inédita de gobiernos progresistas llega al Poder en muchos países de América Latina, en un periodo casi simultaneo o por lo menos coincidente. Ante esta realidad adversa, los yanquis desempolvan la Doctrina Monroe y reflota a la OEA. Le devuelve su antigua importancia y le aumenta su presupuesto por vías legales y subrepticias. El viejo monstruo recibe cuerda nuevamente.

La cabeza de playa del golpismo regional que es la OEA, cambia de caras pero no de esencia.

 Para enfrentar y tratar de destruir a los que los gringos creen que son los “últimos” tres rebeldes del Continente (Venezuela, Cuba y Nicaragua), también renueva su inventario de cuadros, refuerza su contingente diplomático de ultra-derecha.

Paulo Abrao, por ejemplo, parece un abogado común y silvestre de cualquier pueblo latinoamericana, empeñado (como todo abogado) en construir una carrera exitosa y una vida opulenta, pero en realidad es un sicario en traje fino, un pistolero de buena estampa que dispara mentiras y calumnias. 

A la CIDH no llegó siendo un militante de izquierda, como el Secretario General, pues aunque toda su breve pero intenso currículo lo hizo a la sombra del PT de Lula, nunca militó en ese partido ni física ni ideológicamente. 

Llegando de una Universidad pública del interior, se abrazó del proyecto lulista que pretendía darle cara fresca a la domestica justicia transicional y anclar a Brasil en los Organismos regionales como el Merco Sur y UNASUR. 

Infiltrarse en la OEA, aunque siempre con el empuje del gobierno de Brasil, fue un proyecto más personal de Abrao, una escalera para ambiciones futuras pero ya con el beneplácito de los meros jefes, los gringos.

Si Luis Almagro, del que ya hemos hablado antes, centra sus desvelos y paranoia en la destrucción del proyecto bolivariano del Comandante Chávez y el asesinato del Presidente Maduro, este francotirador afina el colimador (camuflado en su puesto de Secretario ejecutivo de la CIDH de la OEA) sobre el gobierno revolucionario y el pueblo de Nicaragua. 

En esa fauna de trajes, perfumes e hipocresías de los corredores de la OEA, otro espécimen se arrastra entre los mullidos sillones y micrófonos.

 Se gana bien su salario. Pero ella, a diferencia de Almagro y Abrao, no llegó a Washington desde los bajos estamentos sociales de Sudamérica, sino que tiene pedigree, es rancia y porteña, es fundadora, ex diputada del partido derechoso del inútil de Macri: La Paula María Bertol, la alquilada voz del golpismo nicaragüense en la Asamblea Permanente de la OEA. Quiere ser Canciller, como Abrao quiere ser Secretario General de la OEA o la ONU y Almagro Presidente de Uruguay o rey del Universo. 

Tres carreristas desarraigados al servicio del Imperio que son la muestra de la decadencia inevitable de la Organización de Estados Americanos. 

La OEA es fiel a su origen, pero tiene los días contados. Su triste historia al servicio del Imperialismo gringo y la ultra-derecha latinoamericana y los rostros y voces que hoy la definen, también pasaran y serán olvidados, pero la lucha justa y valiente de nuestros pueblos, la heroicidad y nobleza de sus guerreros, la sabiduría y amor por la Paz verdadera de nuestros líderes, triunfaran y dejaran huella.
Nota imprescindible:

El mentiroso de Abrao ahora, un año y pico después de escritas estas líneas, va de salida por la puerta de la vergüenza (con sesenta- según el propio Almagro- acusaciones de abusos de todo tipo en su contra, que incluyen acoso a sus subalternas) al enfrentar un veto desde la Secretaria General de la OEA para la no reelección al cargo, escándalo que puede acabar con su meteórica y amañada carrera. En cuanto a la Bertol, hace meses que lava trastos en su casa en Argentina.

Edelberto Matus

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