VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

Nicaragua: Andamos el camino correcto


Las entidades financieras internacionales más serías del planeta, los economistas más reputados del mundo nos dicen, desde el contexto pandémico que vivimos, algo que, independientemente de donde seamos sabemos, porque lo vivimos y lo sentimos en carne propia y es que el mundo entero sufre en estos momentos la peor recesión económica de toda su historia.

La recesión es un decrecimiento de la actividad económica y se determina cuando el Producto Interno Bruto, PIB, el que mide la producción total de bienes y servicios de un país, entra en zona roja, en un área negativa, en zona de peligro. 

Dicho de otra forma, la recesión se consuma cuando afecta la producción agrícola y ganadera, cuando la industria se frena, cuando el comercio se deprime y es tal la caída que perdemos integralmente todos porque sufre el taxista, el dentista, el abogado, el periodista, el profesor, perdemos todos durante un tiempo sostenido que termina conociéndose como el periodo de las «vacas flacas».

Cuando hay recesión obviamente se cae el consumo, la inversión es prácticamente un sueño, los bienes inmuebles se vienen a pique y aumenta el desempleo, activándose en consecuencia una cadena de miseria que pauperiza a cualquier sociedad, es decir si aquella era pobre pasa a ser indigente.

Grandes economías del mundo, que mantenían sus bóvedas llenas de tesoros, se encuentran bajo los efectos de una recesión oficialmente reconocida por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, entre otros organismos que funcionan como parámetros para diagnosticar una situación que como esta nunca imaginó que podría darse como consecuencia de una pandemia como la que actualmente enferma al mundo pues la verdad siempre pensamos que algo así solo podría ser posible si las grandes potencias, por la naturaleza de sus diferencias, desembocaran en una tercera guerra mundial aunque para efectos prácticos este monstruo resultó al final ser tan devastador como un conflicto bélico porque no hay país del mundo que pueda decir, hoy por hoy, que no lo padeció porque de todos los países reportan la presencia de este enemigo invisible.

América Latina ha sido grandemente golpeada por el COVID-19 y aunque hubo países que en determinado momento alcanzaron un crecimiento económico visible, estos se vinieron al suelo por diferentes situaciones, que finalmente fueron rematadas por los efectos de la pandemia, el enemigo global.

Se acuerdan de la economía Chilena desapareció con el neoliberalismo; de la que tenía el Ecuador los puñales de Lenín Moreno la asesinaron; recuerdan la Bonanza brasileña el imperio y sus lacayos acabaron con ella; cómo estaba Venezuela con todo y su petróleo, el bloqueo criminal la empobreció; se acuerdan como Argentina había recuperado, bueno llegó el desbandado de Macri al poder y la volvió a hundir y viniéndonos a nuestra región se acuerdan de la Nicaragua que teníamos antes del fallido golpe de estado, pues bien el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, precisaba que en el decenio de 2008 al 2018 NICARAGUA era el líder en Centroamérica en inversión de infraestructura y ocupábamos el tercer lugar de los mejores a nivel latinoamericano, junto a Ecuador, Bolivia y Paraguay.

Hay miserias humanas que todavía preguntan que por qué, personas como yo, que no somos pocos, les cuestionamos tanto. Es decir, no entienden todavía no solo el grave daño que causaron a nuestra economía y como el pueblo moralmente los demanda por lo que hicieron, sino que además, después del crimen que cometieron, no se percatan que los afectados decidimos no ver atrás, que atendimos nuestras heridas para suturarlas sin el menor ánimo de venganza y que decidimos ir adelante, para recomenzar a andar nuevamente el camino y con mucho esfuerzo estar donde nos encontramos hoy.

Pese a todo el multimillonario daño que nos causó la delincuencia organizada y disfrazada de empresarios que son de maletín, de un cardenal y algunos obispos que sirven al odio, de supuestos estudiantes que son la carne de cañón del terrorismo, de vagos profesionales que han hecho de la política su mejor negocio; de plumarios y pregoneros de la maldad atrincherados como sicarios en algunos medios de comunicación, desde donde lanzan campañas infames en las solo ellos creen, Nicaragua, nuestra tierra bendita, ha continuado su ritmo de inversión en infraestructura y aunque les arde y les duela en lo más íntimo continúa siendo la líder de la región y no a la par de otros, sino muy, pero muy delante de los demás.

Escúchese y léase en altas y claras voces, en mayúscula, subrayado, en negrita y en cursiva “NICARAGUA ES UN EJEMPLO EN LA REGIÓN EN EL MANEJO DE LA MACRO Y MICRO ECONÓMIA EN EL CONTTEXTO DE LA PANDEMIA DEL COVID-19”, y aunque ciertamente hablo de particularidades concernientes al balance de las exportaciones de bienes con respecto a los dos años anteriores, muy bien sabemos que el valor de las exportaciones más el propio volumen son aspectos determinantes que influyen en el cálculo del crecimiento económico de cualquier país y lo estamos haciendo posible a pesar de las mentes criminales que siguen tratando de impedirlo.

Por supuesto que una cosa es decirlo y otra sustentar lo que refiero como mí verdad y como yo soy una parte entusiastamente parcializada con la esperanza y las buenas noticias preferiré que quien lo diga en cifras sea la Comisión Económica para América Latina. La CEPAL refiere en su informe de enero a mayo del 2020 que las economías del MERCOSUR, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay; Las de la Comunidad Andina Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú; La Alianza del Pacífico, Chile y México; Los países del Caribe Cuba, República Dominicana y los el CARICOM, todos sin excepción tuvieron números negativos y que el único que destaca niveles de crecimiento en sus exportaciones en el Marcado Común Centroamericano es Nicaragua con el 14.6%, único país en todo el continente con valores positivos y ese es un reporte que la CEPAL toma del portal de comercio exterior que brinda el Centro de Exportación (CETREX), que tabula y centraliza la información y los enlaces de las distintas entidades gubernamentales para realizar de manera eficiente los trámites necesarios para la exportación e importación desde Nicaragua y que es una institución que goza de mucha credibilidad y prestigio en nuestro mundo bursátil.

¿Cómo llegamos a esos niveles de exportación que nos dan una idea clara de la lucha por la recuperación económica en un mundo afectado por la pandemia?

Evidentemente las emociones nunca superaron lo pragmático. Mientras el mundo sucumbía ante el pánico y se tomaban decisiones al ritmo del miedo generado por el COVID-19, aquí se tuvo la sabiduría de aprovechar que la peste nos vino a afectar de último y eso permitió analizar el impacto que tuvieron en los pueblos y en sus economías muchas medidas que no fueron las mejores y tanto así que la misma OMS se encargó de descalificarlas advirtiendo que estas más bien proliferaron la pandemia y condujeron a la debacle a muchos países que además, pese a la formaleza de sus economías, rápidamente vieron que sus tesoros fueron reducidos por una peste que colapsó sus propios sistemas de salud y condujo al derrumbe de todo estatus social conquistado por sus pueblos pues tras el confinamiento vino en cierre de empresas, de industrias, del comercio y con ello el desempleo y la literal paralización del planeta.

Pues bien, Nicaragua no hizo nada de eso. Como nación empobrecida que somos, no podía darse ese lujo de decir a quien vive del diario vaya a meterse a su casa; no podía por decreto ordenar al pequeño y mediano empresario que comenzaba a respirar tras la asfixia que le impuso el fallido golpe de estado promovido por los empleados del gran capital que cerraran; no podía decirle al campesino deja de sembrar y metete a tu rancho; no podía cerrar el estado; no podía hacer muchas locuras que hicieron las grandes economías pudientes que ahora se dan cuenta que se equivocaron.

Al comienzo aquí un montón de malinchistas dijeron barbaridades porque no hacíamos lo que los tiquillos en nuestra vecina del sur o lo que sus amos en el imperio y vean que cosas hoy Costa Rica en Centroamérica y Estados Unidos en América del Norte son los focos pandémicos de todo nuestro continente y cascarudamente alientan a sus ciudadanos a que no visiten nuestro país, tan es el nivel de envidia que nos tienen y saben por qué, porque mientras Costa Rica invierte en salud el 3.2%, Honduras el 5.6%, Panamá el 8%, Guatemala el 8.9%, El Salvador el 11.7% de su presupuesto anual, en Nicaragua lo que invertimos es el 21% una tajada del pastel enorme que habla del porque tenemos hospitales, centros de salud, clínicas móviles y recursos humanos, médicos y enfermeras profesionales y calificadas, que son el argumento y la razón fundamental por la que nuestro país, nuestra linda Nicaragua, está logrando con éxito no solo enfrentarse sino que vencer al monstruo invisible que aflige al planeta.

Cómo nos tiraron piedras, adoquines, maldiciones y todo tipo de bajezas porque no seguíamos las locuras del imperio o de Costa Rica. Con qué odio vociferaban contra las autoras de nuestros días y cómo auguraba aquel zopilote dizque epidemiólogo Álvaro Ramírez, que serían 23,000 muertes y casi un cuarto de millón de contagios al 10 de mayo pasado lo que por supuesto nunca permitió ni permitirá nuestro Creador.

Cómo han querido, ante sus constantes fracasos, estos irresponsables mentirosos y manipuladores. implantar el miedo y provocar la paralización del país que han estado buscando desde el fallido golpe de Estado en 2018 y cómo también se han estrellado contra un pueblo que en la última encuesta de M&R dijo que si las elecciones en Nicaragua fueran hoy mayoritariamente aplastarían al actual y tristemente célebre oposicionismo para extinguirlo de una vez por todas de la sociedad política, que pienso, necesita sacudir el palo para que de él caiga toda la podredumbre que se ha lanzado cobarde y criminalmente contra el país.

Andamos el camino correcto. 

Las amenazas internas y externas que nos encontramos en él nos representan retos para fortalecernos y en la medida que pasa el tiempo el éxito lo medimos, no por lo que decimos, sino por lo que hacemos, porque somos puentes y no paredes, porque sumamos y multiplicamos, porque convencemos y no imponemos, porque nos anima un espíritu de amor y verdad que es mucho más poderoso que el odio y la mentira.

Ese mensaje debemos dejarlo muy claro porque lo dirigimos a quienes creen que pueden intentar nuevamente el fracasado golpe del 2018. El país que hoy tenemos demanda un ambiente estable y seguro que reafirme la paz y no se puede conferir el menor espacio para que el terrorismo haga de las suyas contra una nación que merece algo mejor que los canallas que insisten en destruirla.

Por: Moisés Absalón Pastora.

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